domingo, 12 de mayo de 2013

Un veterano en esto de reprimir



Horacio Giménez fue un joven oficial “en comisión” en el Operativo Independencia y en la represión de Villa Constitución.

En la Policía Federal, algunos lo llaman con ironía “el jefe de los traidores”. Es que el actual titular de la Policía Metropolitana, Horacio Alberto Giménez, fue denunciado porque en 2009 hizo fotografiar y filmar a los efectivos de la Federal que estaban interesados en pasarse a la Metropolitana. Ahora es el jefe de esta fuerza. Pero lo más llamativo que surge de la trayectoria de Giménez, y de alguna manera traza una línea hasta la represión del Borda, es que el jefe de la Metropolitana estuvo, como policía, en los dos lugares más calientes en la previa de la dictadura: en el Operativo Independencia, en Tucumán, y en la famosa represión a los obreros metalúrgicos de Villa Constitución en 1975.

Autogobierno de uniforme

Giménez cumplirá 59 años el próximo 17 de julio y en 2011, siendo comisario general de la Policía Federal, fue marginado de la cúpula de la fuerza por la ministra de Seguridad Nilda Garré. Su paso posterior fue el retiro y el pase a la Metropolitana. El diseñador de la fuerza, Jorge “el Fino” Palacios, policía de confianza de Mauricio Macri, había reclutado lo que se convirtió después en el núcleo central de la Metropolitana: 900 hombres, surgidos de la Federal. El Fino tuvo que renunciar a la titularidad de la Metropolitana en 2009 después de los escándalos que protagonizó, tanto en el caso AMIA como con las escuchas ilegales a familiares de las víctimas, empresarios y abogados.
Macri tomó entonces la decisión de que la Metropolitana tuviera un jefe civil, Eugenio Burzaco, pero el líder del PRO es partidario de que los policías tengan un jefe de policía –algo que los especialistas llaman autogobierno–, de manera que en 2011 designó a un binomio, también surgido de la Federal, integrado por Giménez y Ricardo Pedace. Un síntoma de la política de seguridad del jefe de Gobierno porteño es que a dos semanas de lo ocurrido en el Borda, no hubo más que apoyos a los jefes de la Metropolitana y no hay sancionados por lo que se consideró una represión injustificada y un operativo brutal, desordenado e ineficiente.

Operativo Independencia

Experiencia en esta materia no es lo que le falta a Giménez. Su currículum es llamativo. Entró a la Escuela de Cadetes de la Federal en 1972, cuando tenía 18 años. Lo asombroso es que tres años después fue enviado en comisión a Tucumán, donde se desarrollaba el Operativo Independencia, en el que hubo unos 700 desaparecidos. Allí, en Tucumán, estuvo la Escuelita de Famaillá, el primer centro de detención clandestina, todo un modelo desarrollado durante el gobierno de Isabel Perón y aplicado en forma generalizada en todo el país por la dictadura a partir de 1976.
Giménez estuvo tres meses en Tucumán sumándose al Ejército. No era inhabitual. Para el Operativo Independencia fueron reclutados mayormente militares, pero también hubo policías federales y hasta bonaerenses, todos actuando bajo la conducción del general Acdel Vilas primero y de Antonio Domingo Bussi después. Un papel protagónico lo tuvo el también general Luciano Benjamín Menéndez, luego tristemente famoso por Malvinas y por la represión en Córdoba. El ahora jefe de la Metropolitana supuestamente prestaba servicios en el Cuerpo Guardia de Infantería, pero los especialistas sostienen que tendía a ser un destino de cobertura, o sea que muchos de los que estaban en una fuerza, en verdad, estaban para hacer operaciones de otro tipo.

Villa Constitución

Lo asombroso de la historia de Giménez es que parece que quedaron conformes en Tucumán, porque cuatro meses después fue destinado a otro de los lugares más calientes del país, Villa Constitución, la rebelión de los obreros metalúrgicos, que reconocían como líder a Alberto Piccinini. La represión –en marzo y abril de 1975– fue feroz y continuó durante el resto del año. Hubo más de veinte víctimas y los secuestros continuaron hasta diciembre de aquel año. En la represión participaron cuadros de la Policía Federal, la Prefectura y la Gendarmería. El ubicuo y joven Giménez estaba allí.
Los estudiosos de la época dicen que no eran pocos los policías federales reclutados por la Triple A que eran movidos a los lugares donde se operaba en forma clandestina. La forma en que se hacía era la comisión, o sea el traslado en comisión, sin especificar los motivos. Así figura en los legajos de muchos policías, incluyendo al joven Giménez. José “Pepe” Kalauz, uno de los obreros protagonistas de aquella historia, recuerda que “entró a Villa Constitución una procesión de 105 Ford Falcon verdes” y señala que dentro de Acindar la Policía Federal instaló un cuartel: los oficiales almorzaban con el directorio de la empresa metalúrgica.
Para redondear, el entonces joven titular de la Metropolitana debe haber hecho méritos suficientes, porque pocos meses después lo volvieron a mandar a Tucumán, donde el Operativo Independencia terminó recién en febrero del ’76, justito antes del golpe militar.

Destino incierto

Durante toda la dictadura, Giménez siguió teniendo como destino el Cuerpo Guardia de Infantería, pero no hay detalles de su actuación allí ni las tareas que se le encomendaron. “Hubo mucho destino de cobertura en esa época –le dijo a este diario uno de los fiscales que ha actuado en los casos de violaciones de derechos humanos–. Piense que en lo que se conocía como Coordinación Federal se manejó gran parte del Operativo Cóndor, que era la combinación represiva con las fuerzas armadas de los países vecinos. Y en los legajos no encontramos a nadie que haya revistado allí.”
Gran parte de los centros clandestinos de detención fueron originariamente dependencias de la Policía Federal y no dejaron de estar en su jurisdicción durante el tiempo que operaron, aunque la conducción estaba a cargo del Ejército. Los más conocidos son el Atlético y el Olimpo, pero buena parte de las comisarías también se convirtieron en centros clandestinos de detención.
La única salida en comisión que registra Giménez fue al final de 1978, cuando estuvo destinado en Bahía Blanca por apenas 20 días. Ya por entonces era subinspector.

Y después

Con el regreso de la democracia, Giménez no tuvo mayores cuestionamientos. Para entonces tenía 30 años. Al final de la dictadura obtuvo el ascenso a inspector y durante el gobierno de Raúl Alfonsín llegó a principal. Fue un hombre muy cercano al ex jefe de la Federal, Adrián Pelachi, con cuyos familiares constituyó la empresa Global Security Services. Pero, además, Pelachi dejó la titularidad de la Federal y trabajó para el Ejecutivo en tiempos del menemismo y Giménez siguió a su jefe aún en ese tránsito por el Ministerio del Interior menemista. Después volvió a la Federal y estuvo en la custodia de los vicepresidentes desde 2000 cuando ya era comisario. Durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner siguió ascendiendo hasta llegar a superintendente de Interior y Delitos Federales, hasta que Nilda Garré decidió la renovación.
En 2011 fue denunciado por ordenar la fotografía y la filmación de los efectivos que se querían pasar a la Metropolitana, a los que llamaba “los traidores”. La orden era demorar el retiro y destinar a esos efectivos al interior. Varios de los hombres que se negaron a hacer la tarea de inteligencia de filmar o fotografiar también fueron trasladados y todo derivó en una denuncia.

Al final, el Borda

Transcurridos casi 20 días de la represión en el Borda, la fuerza comandada por Giménez no sancionó a nadie. En el operativo, los escopeteros aparecía delante de los hombres con escudos, disparando a dos o tres metros de los médicos o empleados del Borda. Los efectivos de la Metropolitana aparecieron desorganizados, poco profesionale y terminaron pegándole y disparándole a cualquiera que se acercara. Se vio una acción armada por hombres de la Federal –Palacios– y comandada por hombres de la Federal, Giménez. Además, el currículum se percibe: no hubo muertos por una cuestión de azar.

Raúl Kollmann
raulkollmann@hotmail.com

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