miércoles, 16 de marzo de 2011

Lecciones de la lucha de los tercerizados del Roca

La lucha de los obreros tercerizados del Ferrocarril Roca por el pase a la planta permanente debe ser apoyada incondicionalmente por todos los militantes y activistas obreros.
Esta lucha pasó al primer plano de la política nacional con el asesinato del joven militante del PO, Mariano Ferreyra, por la patota de la Unión Ferroviaria, cuando participaba en una protesta de ferroviarios tercerizados. La Unión Ferroviaria integra el capital accionario de empresas ferroviarias tercerizadas.
Después de muchas idas y vueltas, debido a la oposición frontal de la burocracia sindical y a la actitud macartista de sectores del gobierno hacia la presencia de activistas de izquierda entre los tercerizados, alrededor de 2.000 trabajadores fueron efectivizados – salvo varias docenas de despedidos – aunque sin respetar su antigüedad y asignándoles escalas laborales y salariales menores a la que deberían corresponderles.
Debemos extraer lecciones de la manera en que fue llevada esta lucha y de las reacciones a que dio lugar.
Creemos que en las luchas de los tercerizados es vital incorporar a la mayor cantidad posible de los trabajadores directamente implicados; buscar la solidaridad y el apoyo activo de los trabajadores efectivos de la empresa matriz, para anular las maniobras de la patronal y la burocracia sindical; así como el apoyo del conjunto de la clase obrera y de la llamada “opinión pública”.
Sin embargo, hasta el asesinato de Ferreyra, la lucha de los tercerizados estuvo muy aislada, y consistió fundamentalmente en protestar en el hall de la Estación Constitución y cortar eventualmente las vías durante varias horas, lo que difícilmente podía encontrar simpatía y un eco favorable entre los miles de trabajadores que diariamente utilizan el tren para movilizarse e ir a trabajar. El caso más extremo de este accionar fue protagonizado por el PO cuando el mismo día del asesinato de Ferreyra, y posteriormente el 23 de diciembre, organizó cortes de vías con un puñado de tercerizados sin discusión ni votación previa en la asamblea de trabajadores; lo que, correctamente, fue calificado por el PTS – otro grupo con presencia en el conflicto – como un método burocrático. En este caso vemos cómo, determinados grupos, consideran el aparato del partido un fin en sí mismo en el medio de los conflictos –tratar de asomar la cabeza a cualquier costo para hacer propaganda partidaria – en lugar de ponerse al servicio del conflicto para extenderlo y desarrollarlo. El aislamiento y el accionar aventurero de pequeños grupos es el caldo ideal que favorece el accionar de las patotas y de los enemigos de los trabajadores: burócratas, funcionarios, patrones y medios de comunicación burgueses.
Aún con la decisión democrática de los trabajadores afectados, sólo excepcionalmente puede justificarse el corte de vías durante un espacio de tiempo muy corto para llamar la atención; pero sería más efectivo volantear en masa las estaciones, organizar actos en los barrios obreros y tratar de estrechar vínculos a cualquier costo con los trabajadores efectivos para ganar su solidaridad.
Se reconozca o no, lo cierto es que la efectivización de los trabajadores no fue consecuencia de la lucha emprendida hasta entonces sino del pánico en el que entró el gobierno kirchnerista por el asesinato de Ferreyra y su intención clara de desmarcarse del accionar asesino de la patota sindical. Ahora, la lucha prosigue por la plena consecución de las demandas insatisfechas y el ingreso de todos los despedidos.
En medio de la lucha surgió la polémica Galasso-Altamira, donde el primero reprochó a la dirección del PO que su accionar del 23 de diciembre facilitó la intervención de provocadores de la derecha peronista en la Estación Constitución para causar desmanes y debilitar al gobierno de Cristina. Altamira le respondió que el gobierno K era lo mismo que la derecha y que la lucha de los trabajadores está por encima del conflicto Kirchnerismo-Derecha.
Nosotros no suscribimos el aval ciego que Galasso le da al kirchnerismo; pero sí coincidimos con que el aventurerismo de los dirigentes del PO favoreció a sectores a la derecha del kirchnerismo y perjudicó la lucha de los tercerizados, como lo reconoció hasta el PTS.
Rechazamos las denuncias penales iniciadas por el gobierno contra militantes del PO por el corte de vías, pero la indignación del PO contra el kirchnerismo por este hecho – aunque suscita una comprensión llamativa en las páginas de Clarín y La Nación – difícilmente encontrará un eco en el seno de las masas de la clase obrera mientras prosiga con esos métodos aventureros.

David Rey

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