martes, 8 de marzo de 2011
Barras bravas, los tercerizados de la represión
"Hasta ahora, los barras eran vistos como algo folklórico, cuasi romántico, ¡el tener aguante!, pero el poder que muchos barras tienen en sus barrios, y la impunidad que logran con esto, hacen que el sistema los busque. (...) Los barras se diversifican y salen a reprimir contratados por el estado y los patrones que manejan el estado, y cumplen también un rol paraestatal para las burocracias sindicales o para los punteros y dirigentes, o directamente como rompehuelgas". Por CORREPI.
Por ANRED - C (redaccion@anred.org)
Con el asesinato de Mariano Ferreira, en el que está comprometido el barra brava de Defensa y Justicia Cristian Favale, queda claro que la convivencia entre barras y poder político cada vez es más fuerte. El capo de la barra de Defensa es el “Vaca” Alarcón, kirchnerista, que no tiene ningún trabajo legal pero sí micros truchos que viajan desde Florencio Varela hasta Constitución sin papeles, seguro que avalados por las comunas y la policía. El “Vaca” es quien le habría prometido a Favale un puesto en el ferrocarril Roca si ayudaba a que “los zurdos se dejen de joder”.
Cuando fue asesinado Héctor Cornejo, del Sindicato Lechero en Rosario, quien disparó fue Raúl “Chino” Cazón, barra de Newell’s, contratado para la ocasión por $100.
El principal guardaespaldas de Moyano, que se ve tras él en todos los actos, es el “Polaco”, barrabrava de Independiente.
La barra de Racing fue a romper la huelga de petroleros en Santa Cruz al menos dos veces.
Los que "trabajan", que no son más de una docena en cada hinchada, viven de la reventa de entradas, las concesiones en las canchas para vender cualquier cosa, ya que para tener un puestito hay que pagarles un impuesto mensual, de manejar el merchandising trucho, de cuidar los autos, de las comisiones por los negocios en la tribuna, como venta de droga, por dejar hacer a los punguistas y de la plata que colectan entre los jugadores.
Los representantes de los importantes les pagan una mensualidad a los barras para que griten por su jugador o, si está jugando muy mal, no lo insulten, porque sabe que en una cancha los barras comienzan una canción y después los sigue el resto del estadio.
La barra de Boca, hoy por hoy, está sacando 200 mil dólares mensuales y cobra la cuota por casi 400 carnets que les dieron los dirigentes, ya que no hay venta de entradas en el club. Alan Schenkler, el que le peleó la conducción de la barra de River a Adrián Rousseau, decía refiriéndose a él: “Es un cabeza y ya no puede manejar este negocio. Hoy la barra necesita gente que piense, que llevemos la contabilidad, que podamos sentarnos y negociar bien. Ya no es más como antes que decimos ‘che papá’ y le metemos el fierro. Yo soy una empresa”. Y como empresarios en que se están transformando, están buscando diversificar sus negocios.
Hasta ahora, los barras eran vistos como algo folklórico, cuasi romántico, ¡el tener aguante!, pero el poder que muchos barras tienen en sus barrios, y la impunidad que logran con esto, hacen que el sistema los busque.
Hinchadas Unidas Argentinas, una creación kirchnerista avalada por el Padrino Grondona, los organiza porque tienen real poder en sus asentamientos para tener fiscales en las elecciones o para llevar gente a la calle que apoye al gobierno. Así, en el último superclásico en cancha de Boca, los barras, que en 2003 apoyaron a Menem, sacaron telones gigantes contra el Grupo Clarín, y repartieron volantes de La Cámpora en la calle.
Aníbal Fernandez, vice de Quilmes, es el hombre fuerte de los K en el fútbol, como en su momento lo fue el radical Coti Nosiglia, y desde el Ministerio cierra acuerdos con los dirigentes por la plata que les entra por la televisación "gratuita", y, por elevación, también con los barras.
Las tribunas son zonas liberadas donde la policía no se mete. Tienen sus propios y costosos abogados, actúan como una familia mafiosa. Por el asesinato de Ferreira tal vez vaya preso Favale pero difícilmente Pedraza o sus aliados y jefes: Moyano y los gubernamentales kirchneristas. Son un filtro y un escudo perfecto.
Los barras se diversifican y salen a reprimir contratados por el estado y los patrones que manejan el estado, y cumplen también un rol paraestatal para las burocracias sindicales o para los punteros y dirigentes, o directamente como rompehuelgas.
Lo del romanticismo del fútbol, peleando por una bandera o por los colores, hace rato quedó de lado. Son la mano de obra (no tan) barata del sistema, con el aval de la policía y la justicia.
Ya no hay pelea entre barras de distintos clubes. Es parte del acuerdo por la coptación que hace el poder: paz social en las canchas y favores políticos a cambio de dinero e impunidad. En la mafia del estado capitalista los barra brava encajan perfectamente.
CORREPI
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