En el barrio puntano de José Hernández, el domingo pasado fue asesinado un joven de 25 años identificado como Jairo Lino González, quien vivía en la zona con su mujer e hijo de siete años de edad.Por CORREPI
Por ANRed - Sur
Según informaron fuentes de las fuerzas de seguridad, una mujer se presentó en la comisaría sexta para levantar una denuncia en contra de Jairo, ya que, según ella, estaba agrediendo físicamente a su mujer. Por esto, un móvil del Comando Radioeléctrico, a cargo del alférez ayudante Gabriel Garay Lépez y el auxiliar de policía, Diego Coria, concurrió al lugar.
Según el agente Lépez, al llegar al lugar fueron agredidos con insultos de parte de González. Por supuesto que también declaró que la víctima intentó quitarle el arma, y que "la pistola se disparó y dio en la cabeza del joven". La muerte se produjo en forma inmediata. La primeras pericias establecieron que el disparo se produjo desde una distancia de 30 centímetros aproximadamente.
Los familiares de González, en cambio, aseguraron que el policía extrajo su arma reglamentaria y le disparó a la víctima. Carlos Pereyra, Jefe de Relaciones Policiales, comentó que, para variar, el arma reglamentaria presentaba un desperfecto por el cual la vaina servida no fue eyectada, y que se realizan peritajes para determinar si se habían efectuado más disparos. Los testigos aseguran que se escuchó un solo tiro.
"Al cadáver y a los policías se les realizó un análisis de sangre como así, la prueba de radizonato de sodio(que sirve para identificar los restos de pólvora que quedan en la mano)para establecer si existió o no el forcejeo al que hace mención el efectivo policial", detalló Pereyra. También declaro que Lépez está detenido, "tiene la causa de homicidio y administrativamente está en disponibilidad hasta tanto se resuelva la situación procesal penal".
La autopsia realizada por el doctor Jorge Giboin, reveló que el disparo atravesó la cabeza de González de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, en un ángulo de 80 grados. El proyectil ingresó apenas 3,5 centímetros por encima de la oreja izquierda de González y salió por la región retro auricular derecha. Como vemos, tanto el jefe puntano Carlos Pereyra, como el comisario cordobés Daniel Ferreyra se excusan explicando muy claramente como: "El problema es que los efectivos no saben como manejarse en cuanto a las relaciones entre civiles y policías. No negamos que existan problemas puntuales o que algunos policías cometan actos cuestionables. Y que el mayor problema tiene que ver con la forma en que el policía aborda a la gente. Se me quiere exigir a mí que el policía que salió de un barrio no actúe como la gente de ese barrio... si salió de ahí", señala el comisario Ferreyra, apuntando al trasfondo social.
Mientras que el jefe de Relaciones Policiales opina: "Este tipo de cuestiones tienen que servir para un replanteo en cuanto a ver qué necesidades tiene el personal policial que está en la calle, tener más afianzada la cuestión de saber cómo proceder y qué medio emplear para solucionar una situación crítica".
¿Será que es mas fácil excusarse echando la culpa a los barrios?¿ O tal vez, será que explotan la cualidad que tienen los agentes de odiar a su propia clase y ser el perro guardián de los poderosos?.
Por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI)
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