lunes, 12 de enero de 2009

La condena del silencio


Pío Laghi, el nuncio que jugaba tenis con Massera

El religioso italiano falleció en Roma, a los 86 años. Su figura quedó asociada al silencio de la Iglesia ante los crímenes de la dictadura y a la mediación papal por el Beagle.

A los 86 años murió el cardenal italiano Pío Laghi, quien fuera durante los años de la dictadura militar el titular de la nunciatura apostólica.
Importante figura de la diplomacia católica, intervino en la mediación para evitar la guerra entre Argentina y Chile por el canal de Beagle, en 1978, y también fue señalado como “cómplice” del silencio eclesiástico frente a las miles de denuncias de desaparición de personas cometidas por el terrorismo de Estado. Su última misión diplomática había sido en 2003, como enviado personal de Juan Pablo II a Estados Unidos para intentar convencer a George W. Bush de no declarar la guerra a Irak.
Fallecido en la madrugada del sábado, en Roma, víctima de leucemia, Pío Laghi fue una figura central en varios aspectos de la vida del país en los años en los que gobernaban los militares a punta de fusil. Enviado a la Argentina en 1974 por el Vaticano, el sacerdote tuvo unos años más tarde entre sus manos los primeros pedidos de familiares de desaparecidos que no sabían a dónde acudir para que escucharan sus reclamos. “Era más brutal que los propios militares en sus relaciones con las familias de los desaparecidos”, aseguró Angelina Boitano, madre de dos desaparecidos ítalo-argentinos e integrante de la agrupación Familiares de Detenidos Desaparecidos, que en 1979 se acercó a Laghi junto a otras familias para pedirle apoyo.
Aunque algunos testimonios reconocieron ciertas acciones suyas, las imágenes del nuncio apostólico jugando al tenis con el dictador Emilio Eduardo Massera se instalaron junto a las denuncias en su contra por haber sido “cómplice” del silencio de la Iglesia frente a las violaciones a los derechos humanos. Las acusaciones llegaron incluso desde sectores vinculados a la fe católica. Evelyn Lamartine, madre superiora de las monjas francesas Alice Domon y Leónie Duquet, secuestradas y desaparecidas en la iglesia de la Santa Cruz, en 1977, recordó que uno de los primeros lugares a los que acudió fue a las oficinas de Laghi. “Salió al patio a mirarnos como si fuéramos bichos asquerosos. `Yo no sé nada, nosotros no sabemos nada’ nos dijo. Y por algo habrá sido. Yo dije, esto te va a caer a vos, Dios no se olvida de lo que dijiste.”
El prelado tuvo una actuación destacada cuando Argentina y Chile se encaminaban a entrar en guerra durante el conflicto por el canal de Beagle. Fue él quien encomendó la exitosa tarea de la mediación al cardenal Antonio Samoré, cuando Juan Pablo II había tomado el voto papal hacía solo dos meses. La inminencia de un conflicto entre dos países católicos y con autoridades castrenses en el poder empujó la negociación hacia una salida consensuada con la firma del Acta de Montevideo, donde ambas naciones aceptaban la mediación vaticana y suscribían un pacto de no agresión.
El cardenal Laghi fue uno de los diplomáticos más importantes del Vaticano. Antes de viajar a la Argentina se había desempeñado como delegado apostólico y nuncio en Israel, en épocas de la Guerra de los Seis Días, desde donde solidificó una relación amistosa con la premier hebrea Golda Meir. Tras su polémico paso por Buenos Aires, el primado recaló por orden vaticana en los Estados Unidos, donde también supo ganarse la amistad de una familia influyente: con los Bush profundizó fuertes lazos de amistad entre 1984 y 1990, período que duró su estancia en el país del norte. A comienzo de la década de los ’90 fue asignado en Roma por Juan Pablo II, como prefecto de la Congregación para la Educación católica. En 2003 fue nuevamente a los Estados Unidos como representante personal del Papa polaco a entrevistarse con el presidente George W. Bush y convencerlo de la necesidad de evitar la guerra contra Irak.
A pesar de su avanzada enfermedad, el purpurado se mantuvo activo en los últimos días del año. El pasado 22 de diciembre participó del tradicional saludo de la Curia Romana al Papa y se fotografió junto a Benedicto XVI.
En el hospital San Carlo de Nacy, donde vivió su internación, fue preparada la capilla ardiente que a partir de hoy será instalada en el Vaticano. Los funerales comenzarán mañana y serán celebrados por el decano del Sacro Colegio y ex secretario de Estado Angelo Sodano. El Papa Joseph Ratzinger intervendrá en la liturgia de las exequias.

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