Faltando días para las elecciones, la suerte parece estar echada. La pretensión de pintar de violeta el país ya fue abandonada hace mucho y Milei pretende –como dijo en el reportaje con Feinmann- “remontar” el derrumbe de la campaña en la provincia de Buenos Aires, algo que suena casi imposible. La reconfiguración del gobierno tras el domingo 26 es lo que está en curso, en el marco del cimbronazo (o terremoto dependiendo del ritmo y los alcances) que provocará la devaluación que absolutamente todos los “analistas” descuentan, y que es el tema central del debate en los pasillos del deslucido Coloquio de Idea en Mar del Plata.
Para impedir que esto suceda y mantener controlado el dólar y la inflación; para poder seguir metiendo motosierra contra la salud, las jubilaciones, los salarios, la educación, las obras públicas e igualmente erigirse como un Bonaparte con el apoyo de las urnas; Milei se patinó los dólares del blanqueo, de las exportaciones, los que le prestó el FMI cuando salió a salvarlo en abril, los 2.200 millones que le dejó el negociado de la cerealeras, etcétera. Mientras, los especuladores la juntaron en pala, la fuga de capitales (y de inversores extranjeros) vivió su auge. El resultado es un default asomando, las reservas agotadas, la recesión potenciada, las penurias de la población avanzando; es decir, un cuadro de profunda inestabilidad y precariedad, y un descontento generalizado que tuvo su expresión en las elecciones de este año –vía el crecimiento de la ausentismo y de los escasos votos de La Libertad Avanza- y en particular las del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, y que aceleraron la crisis del gobierno.
Argentina colonia
Ante las evidencias que la crisis se lo podía llevar puesto, Milei apeló al rescate de Estados Unidos. Pero fracasó. El apoyo del secretario del Tesoro, Scott Bessent y las promesas de Trump no alcanzaron y terminaron mostrando más agudamente la fragilidad del gobierno y acentuando su propia crisis. El episodio de la reunión en la Casa Blanca mostró la obscenidad de un acto de sometimiento colonial explícito: se vio al “león libertario” usado como felpudo por el facho yanqui. Las declaraciones de Trump al finalizar la reunión condicionando la "ayuda" al resultado electoral fue una amenaza no solo al electorado argentino, es también una advertencia a la oposición y a los gobernadores para que se sumen al compromiso colonial, a su vez terminó desencadenando una nueva crisis con los mercados y en el seno de la camarilla gobernante.
La asistencia de Bessent no alcanzó para disipar las dudas; el secretario habló de valorizar el peso, pero sonó a maniobra para proteger a los fondos amigos porque la devaluación es inevitable. Incluso intervino en el mercado cambiario criollo para sumar oferta de dólares y descomprimir la presión, pero el peso igual se desvaloriza. El anuncio de los nuevos 20.000 millones de dólares parece un cuento para disipar la crisis que abrieron las declaraciones de Trump, ya que no está claro de dónde saldrían; lo único que parece sostenerse es el swap. Milei y su gobierno buscaron con la evocación de la colonización genocida de América hace 533 años darle “sustento cultural” a su sometimiento al imperio.
Bajo la presión de Estados Unidos y el FMI, Milei ha dado señales de que está dispuesto a hacer lo que no quería hacer: llegar a acuerdos. En el reportaje de A24, donde fue acorralado por Eduardo Feinmann, adelantó que después del 10 de diciembre trabajará en el Congreso con Provincias Unidas, lo cual indica que los acercamientos a Macri no alcanzan -por último, una derrota electoral sería del acuerdo de LLA y el PRO. En el acto de Sidersa, donde además de quitarle las retenciones a Rocca (y a Madanes) se concentró en el objetivo de la reforma laboral antiobrera, señaló que está necesitaba de “la negociación y el vínculo entre la parte empleadora y la parte sindical”, blanqueando la colaboración que la burocracia sindical peronista le está prestando. De un régimen autoritario montado sobre DNUs y vetos, Milei pretende pasar a concertar con la oposición y la burocracia sindical una colaboración.
La reconfiguración del gobierno ha sido entregada a la administración de Trump por varias vías. El manejo de la moneda quedó en manos del secretario del Tesoro, de sus tuits y por lo tanto de los fondos buitre amigos de Bessent; las negociaciones con la oposición las lleva a cabo Barry Bennett, un asesor personal de Trump; y cuando aterrice en Buenos Aires el nuevo embajador yanqui en Argentina, Peter Lamelas, emprenderá su promesa de ir a discutir gobernador por gobernador la política minera, fundamentalmente.
Los objetivos son asegurar las necesidades del imperialismo yanqui que son principalmente desplazar a China de la región, tomar el control de los llamados minerales críticos y las tierras raras, construir bases militares de Estados Unidos en el sur, entre otras. Además en la entregada y la desesperación para ser salvado, Milei acentuó su defensa del genocidio sionista y el apoyo a los ataques yanquis a Venezuela. Pero el operativo “salvataje” de Milei –como lo aclaró Trump- ha hecho que Argentina y su gobierno tallen en la política interna norteamericana porque el gobierno yanqui vive su propia crisis: cerrado administrativamente (shutdown) y con una amenaza sobre los seguros de salud, han puesto a los demócratas e incluso a algunos republicanos en campaña rechazando la ayuda prometida a Milei. Todos ven que Trump pretende con fondos públicos aparecer como el salvador de Estados Unidos sin que en realidad haya frenado su retroceso, cuando incluso el acuerdo del cese del fuego en Gaza muestra una precariedad enorme. También alertan que su secretario del Tesoro está usando fondos del Estado para salvar a sus amigos, los fondos buitre, que se llenaron de bonos argentinos, en un “carry trade” desenfrenado.
Crisis potenciada
En síntesis, lo que se abre es un período de mayores crisis, que el sometimiento colonial potenciará. De ahí la importancia que revisten estas elecciones de medio término, en la que todos buscan conseguir los votos que les permitan terciar en los episodios venideros, sin que aún se pueda prever el desarrollo de la crisis, ya que en gran parte depende del alcance de la devaluación, del choque de intereses entre los distintos grupos capitalistas –que la intervención yanqui acicateará, porque se trata de un competidor de Argentina en negocios clave como la exportación de soja y cereales y que ya provocó una crisis con el capital agrario- y de la reacción e intervención de los trabajadores.
Para los capitalistas y sus partidos hay un acuerdo en que la reconfiguración del gobierno debe estar al servicio de profundizar el ajuste fiscal, es decir más motosierra, que debe avanzarse en las “reformas estructurales”; en lo laboral ir a fondo fábrica por fábrica, gremio por gremio en producir las modificaciones que aumenten la productividad (o sea explotación) sin inversión de capital, modificar por ley el régimen de despidos y la vigencia de los convenios colectivos; en el caso de las jubilaciones aumentar la edad y privatizar el sistema –AFJP-, y en lo fiscal aumentar la presión sobre los consumidores. Es decir, en conseguir la “gobernabilidad” que asegure un plan de guerra contra los trabajadores.
La oposición “dialoguista” no tuvo problemas en sentarse a escuchar a Bennett, llevados de la mano de Santiago Caputo. La burocracia sindical peronista, la misma que apoya Kicillof, no falta al Consejo de Mayo para discutir la reforma laboral, pero el servicio más grande lo hace no haciendo nada, es decir, manteniendo al movimiento obrero paralizado mientras se derrumban los salarios y crecen los despidos, y cuando sin medias tintas queda claro que Milei es el Braden de Trump, una inacción no tan disparatada, ya que el peronismo con CFK a la cabeza y el propio Kicillof han elogiado la visión nacionalista de Trump ocultando que el nacionalismo en un país imperialista es a costa de la miseria, la pobreza y el atraso de países como el nuestro. Por otro lado, los gobernadores peronistas que hacen campaña anti Milei en sus provincias dialogan mientras tanto con los funcionarios del oficialismo y frenan leyes como la que limita los DNU, eje central de la política de Milei.
Lejos de un “ordenamiento” después del 26 primarán los choques (sobre todo en el oficialismo), lejos de la “estabilización” vendrá el terremoto de la devaluación y sus consecuencias sobre los bolsillos y las condiciones de vida de los trabajadores, como vivimos en el Rodrigazo. Lejos del despegue que agita Milei se profundizará el atraso y retroceso. Esto es lo que arrojan los acontecimientos de estos últimos meses.
A fondo con la campaña por el voto al FIT-U
Para los trabajadores el objetivo no puede ser salvar a Milei y su gobierno, todo lo contrario, los esfuerzos tienen que estar en preparar la huelga general para su derrota, la de él y la de todo el plan de guerra que negocian los opositores. En estos días que quedan hay que profundizar la campaña para que los trabajadores voten al FIT-U, para fortalecer una salida a la entrega de Milei, que esa salida no es el peronismo y la oposición dialoguista que apoyan los ataques a los trabajadores, que la salida es la lucha por nuestros reclamos y el fortalecimiento de un programa que parta de romper con el imperialismo, con Trump, con el FMI, con la deuda usuraria y los usureros, que a través del control de los recursos que los trabajadores producimos podamos establecer una salida que responda a los intereses de la población trabajadora.
Fuera Milei, fuera Trump, fuera el FMI. Votemos al FIT-U y al PO en todo el país.
Eduardo Salas
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