lunes, 13 de octubre de 2025

Bessent - Trump estatizan la deuda Argentina


Con el pretexto del “estado fallido”.

 La crisis argentina no podía haber entrado en una fase más clara - terminal. Es lo que admite el secretario del Tesoro de Estados Unidos cuando afirma “Que no queremos que Argentina sea un estado fallido”. Es una conclusión común a la mayor parte del ‘establishment’ estadounidense, menos de dos años después de la llegada de la camarilla ‘liberticida’ al gobierno. 
 La "caballería del Norte" ha desembarcado en Argentina cuando el famoso ‘riesgo país’ había llegado a los 1500 puntos por encima de lo que paga la deuda norteamericana, y el Tesoro de Caputo se había quedado sin dólares. La especulación cambiaria arremetía contra los 1470 pesos por dólar que establecía la ‘banda de flotación’ pactada con el FMI, y un nuevo préstamo del Fondo, por 20 mil millones de dólares, fue devorado en la totalidad de los 12 mil millones que habían sido efectivamente depositados en el Banco Central. Los capitales convertían sus pesos en dólares baratos, y en el mercado de futuros el Banco se comprometía a entregar la diferencia, en los distintos vencimientos pactados, con la cotización actual corriente del dólar – una apuesta a la devaluación. El propósito estratégico de la camarilla de Caputo (pagar ‘cash’ los vencimientos de deuda externa u obtener su refinanciación a tasas internacionales) se había hecho polvo. La corrida cambiaria ponía también en situación de default a la deuda pública en pesos y había generado una suba inusitada de la tasa de interés. El costo del financiamiento de la industria se había tornado prohibitivo, y no pasaba día sin el cierre de algunas empresas y suspensiones y despidos de trabajadores. La derrota electoral en la provincia de Buenos Aires por una diferencia abismal con un peronismo dividido y desprestigiado (más un ausentismo de dos millones de electores) puso de manifiesto que la crisis financiera e industrial había alcanzado un carácter tetánico (y hecho metástasis) en los órganos de poder. Una repetición de la debacle el próximo 26 de Octubre provocó la alarma del imperialismo norteamericano y de su Administración de ultraderecha. Un ‘default’ de Argentina afectaría a los inversores internacionales en pesos (muchos amigos de Bessent) e incluso a numerosos países cuyo ‘riesgo país’ (la tasa extra que pagan para endeudarse) golpea a numerosos países (o sea bancos y fondos internacionales). 
 Las idas y vueltas acerca de los anuncios de Bessent muestra la confusión e incluso divergencias en el gobierno Trump. Que el Tesoro norteamericano se vea obligado a venir en socorro del FMI, en cuanto a capacidad de rescate, pone en evidencia el completo desajuste de las instituciones de “última instancia” que manejan la gobernabilidad financiera internacional. La prensa europea, por caso, estima que el FMI, atrapado en Argentina, deberá hacerse cargo a corto plazo del derrumbe de la deuda pública en Francia y también en Gran Bretaña (que ha dejado de estar bajo la órbita del Banco Central Europeo). La intervención del Fondo de Estabilización de Estados Unidos, en Argentina, bajo la forma de un ‘swap’ constituye una estatización del crédito internacional, que se reforzaría cualitativamente si entrara a comprar títulos de la deuda externa en circulación o de nuevas emisiones. La compra implicaría pagar un premio por la suba de las cotizaciones; aunque después logre revenderla a una cotización mayor, significaría adoptar un riesgo sistémico para el Tesoro de Estados Unidos. La deuda pública de la patria de Bessent se acerca peligrosamente a los 40 billones de dólares, o sea que crece cómodamente más rápido que el PBI. La deuda de EEUU ya se encuentra descalificada en un primer grado por las calificadoras internacionales .
 Inmediatamente después de las declaraciones de Bessent, el Tesoro estadounidense ordenó una compra de pesos por cien millones de dólares, para advertir que estaba dispuesto a sostener las actuales cotizaciones; es una medida claramente electoral hasta el 26. Lo mismo hizo el FEC en la crisis mexicana. Si tiene éxito en su propósito de mantener las cotizaciones, habrá conseguido un claro beneficio, porque la tasa de interés en pesos es del 40% promedio anual. Bessent presentó el asunto de otra manera – el peso, dijo, “se encuentra infravalorado”. El despropósito del planteo apuntaría a disimular la intención de una devaluación pos electoral; los pesos de Bessent están resguardados por alguna cobertura con el Santander, banco que le intercambió los dólares. Mantener la actual banda cambiaria en el techo, significaría alimentar la corrida cambiaria. En el caso de México, el FEC (de Clinton) aseguró su préstamo – de 20 mm de dólares - con el pago de una cuota de las exportaciones petroleras de Pemex – la YPF azteca. Lo que más tiene cerca en Argentina es también la YPF pseudo estatal, con la reserva del juicio que tramita contra ella el fondo Bruford en Nueva York. 
 El gobierno Trump, sin embargo, advierte del inconveniente de otorgar un préstamo directo o comprar pesos. Pretende que lo haga el FMI, aunque no con dólares, sino con los Deg, una moneda especial, de la cuota que corresponde a EEUU; esto requeriría un acuerdo del directorio del Fondo, lo cual complicaría las cosas, en un marco de guerra arancelaria. En cualquier caso, Argentina pagaría los vencimientos de deuda con más deuda – pero no con privados sino con entes estatales o para estatales, ¡que no admiten impagos ni refinanciación! La salida sería un asfixiante terminal para el conjunto de la economía nacional. 
 Algunos comentaristas critican el planteo de Bessent por responder a intereses geopolíticos y no estrictamente económicos. "chocolate por la noticia"; siempre ha sido así. En los años 70, el FMI impuso un acuerdo de deuda y ajuste a la Polonia ‘comunista’, con la vista puesta en una privatización de su economía estatizada y un acercamiento a la OTAN. Lo mismo hizo con Rusia, en la brutalísima crisis de 1997. Financió, de ese modo, la restauración capitalista, expropiando los patrimonios de esos pueblos y estados. El ‘rescate’ de México tuvo lugar en el inicio del período de ‘globalización’, que capotó en América Latina con el levantamiento en Argentina, en 2001; en Bolivia, con la insurrección de 2003; y en Venezuela, con el levantamiento militar chavista -abortado- de 1992 y la nacionalización petrolera de 2002. De lo que se trata, en la actualidad, es de la guerra mundial, contra Rusia en Europa; contra Iran en Medio Oriente; y contra China – sin fronteras. Para esa guerra, necesita los recursos estratégicos fundamentales (uranio, cobre, litio, petróleo, tierras raras) de América Latina; por eso ha abierto un tercer frente de guerra en el Caribe y, digamos, un cuarto frente en Estados Unidos contra las libertades públicas del pueblo norteamericano.
 El “estado fallido” de Milei no se arregla con un ‘swap’ que tampoco es tal, porque no intervienen los bancos centrales sino el aparato ejecutivo del estado. El crédito estatal norteamericano, sea bajo la forma que fuere o de todas combinadas, apuntará a sostener una nueva devaluación, no a la ‘flotación’ actual. Será un paso adelante en la bancarrota del “estado fallido”, porque socavará aun más el mercado interno, la viabilidad de muchas industrias, el ‘default’ de la deuda con los bancos locales y, por sobre todo los ingresos y el empleo de la población trabajadora. “Vender dólares cuantas veces sea necesario”, desconoce la declinación histórica del dólar y un precio del oro que está arriba de los 4 mil dólares, subiendo. 
 Todo lo que viene sucediendo es una instructiva lección para quienes confundían esta etapa de guerra mundial con guerras localizadas, sin conexión, y que priorizaban la agenda política nacional que se entrelaza cada vez más con la guerra económica, financiera y militar internacional.

 Jorge Altamira
 12/10/2025

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