El Premio Nobel de la Paz, otorgado por el Comité noruego a la líder opositora de la extrema derecha venezolana, María Corina Machado, está enmarcado en una lucha “por la paz y la democracia en Venezuela”. El “premio” era pretendido por Trump con el apoyo de Netanyahu y otros, como Putin y el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko. Sin embargo, el comité prefirió un espaldarazo al despliegue de buques de guerra norteamericanos en las costas venezolanas que respalda Machado, con el propósito de consumar una invasión a Venezuela como lo ha reclamado en forma reiterada. Machado ha participado desde 2002 en adelante en todas las operaciones de desestabilización, boicot y bloqueo económico contra Venezuela. Fue partícipe directa del golpe contra Chávez y, ahora, celebra cotidianamente todas las sanciones y provocaciones contra su propio país. La flamante Nobel de la Paz apoyó las tentativas golpistas del fracasado Juan Guaidó, apoyadas desde Washington. Trump y el secretario Rubio han abierto un tercer frente de la guerra mundial en la región del Caribe. El Nobel de la Paz es una creación de un poderoso armamentista sueco, para colmo de las ironías.
En las últimas semanas, Machado apareció en algunos medios estadounidenses para celebrar la intervención militar en el Mar Caribe asegurando que se trata de un apoyo decidido al pueblo venezolano. Fue su manera de incorporarse a la defensa de los bombardeos y asesinatos extrajudiciales e ilegales que comete Trump contra lanchas que circulan por las costas venezolanas. No ha dicho una palabra sobre una obviedad: cualquier lucha contra el narcotráfico debería intervenir su principal ruta que se encuentra en el Pacifico y el suelo estadounidense, y no en el Mar Caribe.
Al mismo tiempo, el galardón busca rescatar la figura de Machado en su peor momento político a nivel interno en Venezuela. Tras el fraude electoral de Maduro, la derecha se ha desvanecido como oposición política. En primer lugar, se encuentra dividida entre intervencionistas, abstencionistas y colaboradores del régimen político. La clandestinidad de Machado, supuestamente dentro de Venezuela, no ha servido para recuperar la iniciativa política que había conquistado en la previa a las elecciones presidenciales de 2024. Maduro ha caído en su propio impasse. Las masas venezolanas atraviesan una prolongada miseria, reforzada por la dolarización, y el movimiento obrero se encuentra intervenido por el Estado.
El Pentágono, según se ha dejado trascender, ya ha orquestado un plan de “100 horas” para “estabilizar” el país, luego de un golpe o intervención militar; un pinochetismo 4.0. Trump y Rubio han reorientado la política imperialista para apropiarse de las materias primas vitales para un guerra comercial y armada mundial. Scott Bessent ha justificado el apoyo financiero político a Milei con estas palabras: “(Milei) está comprometido a expulsar a China de la Argentina.”
Una llamada de Machado a Trump bastó para unificar a la ´Internacional Negra´ y llegaron los mensajes de apoyo a Machado de todas partes del mundo, incluido Javier Milei. Machado reivindicó el premio “en honor a él”, en referencia a Trump, “que lo merecía más que nadie”. Estas declaraciones fueron hechas públicas por el propio Trump en una conferencia de prensa, en la que anunció que luchará por el premio en el 2026, adjudicándose “un gran corazón humanitario”.
El fascismo en América Latina, escribió León Trotsky, no puede ser más que una sumisión completa al imperialismo.
Joaquín Antúnez
11/10/2025
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