sábado, 9 de agosto de 2025

Cierre de listas: un nuevo condimento a la crisis


Hay que garantizar la derrota del gobierno en el Congreso ganando las calles. 
 Para los trabajadores la única salida es derrotar a Milei en sus propios términos.

 Finalmente se cerraron las alianzas que competirán en las elecciones nacionales del próximo 26 de octubre. Una lectura de los acuerdos alcanzados permite sacar algunas conclusiones: prácticamente en todas las provincias el gobierno aparecería con listas enfrentadas a los oficialismos locales. Entre las excepciones estará CABA, donde el mileísmo se engulló al PRO en el distrito que el macrismo gobierna desde hace 18 años y solo obtendría los últimos dos diputados expectables, sin que el nombre del partido aparezca en la boleta y con una crisis interna que no parece tener retorno; en este triunfo de Milei no se nos escapa el hecho de que la “pastelera” haya tenido que recurrir al PRO e incluso haya pedido una foto de Macri en la Rosada para sellar el acuerdo y garantizar un triunfo rotundo en octubre. 
 El acuerdo con el PRO en CABA se extendió a otras provincias, acelerando la desintegración del PRO e incluso del radicalismo; es lo que sucedió en Córdoba, sin que finalmente un acuerdo asegure un triunfo electoral. Luego habría listas comunes con el oficialismo en Entre Ríos, Mendoza (aunque con una división en la coalición gobernante en la provincia), Chaco y San Luis (cuyo gobernador desistiría de presentar una lista propia). Una cosecha magra. 
 El frente de gobernadores conocido como “Grito Federal” y ahora llamado “Provincias Unidas” presentó lista propia en 10 distritos, y un acuerdo que involucra a Ocaña, Larreta y Carrió se inscribió en CABA, con un sector del radicalismo que armó lo propio. Estos acuerdos buscan pararse como una versión “civilizada” del ajuste y enfrentada al kirchnerismo. El peronismo logró cerrar listas comunes en prácticamente todas las provincias y el 17, cuando se presenten los candidatos, se podrá verificar si se producen grietas.

 El carácter de la derrota del gobierno en el Congreso 

El enfrentamiento electoral entre el gobierno y la oposición en las provincias debe ser caracterizado y la sesión de este miércoles 6 en Diputados clarifica los alcances del mismo. La sesión debía tratar proyectos de ley que expresan reclamos populares muy sentidos como los del Garrahan, el financiamiento a las universidades, el rechazo a los decretos “desreguladores” que involucran al Inti, Inta, cultura, entre otros, así como el rechazo a los vetos presidenciales sobre jubilados y discapacitados –incluidos los fondos para Bahía Blanca que ya fue rechazado por el Senado–, pero el quórum se logró con la deserción de diputados de los gobernadores del flamante “Grito Federal”–los de Chubut y Jujuy, uno de Santa Cruz y otro de Santa Fe, no dieron quórum–; lo mismo sucedió con los diputados que responden a Sáenz de Salta y Jaldo de Tucumán, junto a los mendocinos.
 La sesión constituyó una derrota para el gobierno porque en forma abrumadora se votaron los proyectos propuestos por la oposición, pero no se pusieron en debate los vetos porque según todos los indicios no se alcanzaba a tener los dos tercios necesarios para rechazarlos. Los diputados de la oposición están habilitando y dejando correr un régimen de vetos que otorga a Milei un poder discrecional. Es decir, las Cámaras votan a sabiendas de que luego el veto presidencial hará el trabajo sucio sin oposición de ellos. Así Milei logró llegar a donde llegó a pesar de sus escasas fuerzas parlamentarias, golpeando en la crisis de los partidos históricos de la Argentina que están atados a los reclamos capitalistas contra los trabajadores.
 La oposición –que domina el Congreso– no está centrada en los reclamos populares que ellos votan y luego Milei veta, no puede ser de otra forma porque ellos son los ejecutores del ajuste en sus provincias, municipios, etc. que es lo que hace que el ajuste sea realmente efectivo. Y no reniegan de ello, orgullosamente lo sostienen –como lo hicieron los gobernadores del “Grito Federal” en su declaración inicial de “principios”.
 Esa oposición responde mayormente al peronismo e incluye a todas sus variantes, desde los colaboracionistas como Jaldo, Jalil o Sáenz hasta los “enemigos” jurados de Milei como Kicillof que ajusta a sus docentes y trabajadores de la salud mientras aumenta los beneficios a los capitalistas que operan en la provincia. El papel fundamental lo juega la burocracia peronista, que usa los sindicatos para sostener este ajuste y los reclamos patronales. 
 La única oposición real estuvo en la Plaza del Congreso con los jubilados, discapacitados, docentes, trabajadores del Garrahan, Inti y del Inta –entre otros–, gaseados y golpeados por las fuerzas represivas que capitanea Bullrich. Las perspectivas de quebrar los vetos y con ello la política de ataques sobre los trabajadores –que es la esencia del gobierno de Milei– están en el impulso a la intervención popular, a la movilización y los métodos históricos de los trabajadores. Hay que preparar desde ya una gran movilización contra los vetos, organizar la intervención de los trabajadores mediante asambleas, plenarios, para ir hacia un paro activo con ese objetivo. 

 Otra vez, es la economía 

La oposición de los gobernadores es la expresión de la crisis que azota al gobierno. Lo que Milei plantea como su mayor éxito –haber estabilizado la economía y bajar drásticamente la inflación– y su arma para ganar las elecciones es en realidad una bomba que puede estallar incluso antes de octubre. Para lo cual falta aún mucho si se considera que desde abril el FMI tuvo que intervenir dos veces para impedir que se desmadre la situación, primero otorgándole el préstamo de 20.000 millones de dólares y luego habilitando que el gobierno no cumpliera con las condiciones que él mismo le puso para dárselo. 
 El acercamiento del dólar al techo de la banda cambiaria (hoy de $1.460) es el fracaso de todos los intentos de contenerlo mucho más cerca del piso de $1.000 fijado originalmente, y para impedir lo que finalmente está sucediendo el gobierno se endeudó, aumentó las tasas de interés a una escala descomunal para secar la plaza de pesos, sin lograrlo, y armando un esquema de deuda en pesos insostenible. Intervino en el mercado del dólar futuro acumulando compromisos del Central, lo que ya le costó 500.000 millones de pesos de pérdida en julio; mientras, los vencimientos en dólares –por todo concepto: deudas del Estado nacional, de los provinciales, privados, etc.– suman hasta fin de año la friolera de U$S10.000 millones sin que haya reservas para cubrirlos, mientras la fuga de capitales alcanzó según algunos cálculos en los últimos tres meses 9.000 millones de dólares. 
 La “disparada” del dólar no parece ser episódica, analistas privados lo llevan a más de $1.500 pesos para el año que viene, mientras la subida alienta un nuevo ciclo de carry trade en un cuadro donde el gobierno puede intervenir abiertamente si toca el techo de la banda. La preocupación central del oficialismo es cómo repercute en los precios, o sea, si dispara el índice inflacionario. Los supermercados están recibiendo listas con aumentos significativos en estos días, lo que de aplicarse agravaría el derrumbe del consumo (19% en el primer semestre en relación a igual período de 2024); el gobierno quiere apelar a las importaciones y a los “beneficios” de la caída de la ventas y presionar para que no suban los precios, lo que a su turno agravará la recesión: un círculo vicioso que deja en claro que el rumbo fijado por la dupla Milei-Caputo no es sustentable no ya en el largo plazo sino en el corto.

 Nuestras tareas 

Sobre esta base emergen los reclamos de los grupos capitalistas, que los oficialismos provinciales salen a defender y que presionarán para que la población los vote como si respondieran al interés general de las provincias, para luego ir a hacer lobby en el parlamento. Nada que no haya sucedido bajo otros gobiernos; es la esencia de la democracia capitalista, pero que los trabajadores no pueden aceptar porque tras ello van sus derechos laborales, previsionales, su salud, su educación, es decir, el deterioro integral de sus condiciones de vida. Milei ha sostenido, sin que ningún gobernador lo contradiga, que el próximo paso es ir a fondo con las “reformas estructurales” (laboral, previsional y tributaria), de ello se viene haciendo eco incluso Cristina Fernández de Kirchner para que no queden dudas de que el tema no está sujeto a demagogias. 
 La campaña electoral debe ser abordada teniendo en cuenta esta configuración de fuerzas. Para los trabajadores la única salida es derrotar al gobierno de Milei en sus propios términos, es decir, en la defensa de sus ingresos, de los puestos laborales, de la salud y la educación pública, de las condiciones de trabajo; y eso supone un programa diametralmente opuesto al de Milei y sus opositores, un programa que partiendo de los reclamos populares termine con el saqueo del país desconociendo la deuda pública usuraria, nacionalizando la banca, rompiendo con el FMI y estableciendo el monopolio del comercio exterior. 
 Está claro que el voto a la izquierda es un paso fundamental para que las luchas, los reclamos y el programa de la clase obrera tenga una expresión política, sea un punto de referencia y se meta en la crisis con independencia de las fuerzas patronales en pugna. 
 A su vez, la campaña electoral para una fuerza de la clase obrera y de la izquierda, y la defensa de un programa de salida de los trabajadores, debe estar al servicio del impulso de las luchas, del agrupamiento de la vanguardia bajo una perspectiva clasista, socialista, lo que indica claramente una independencia política fundamentalmente del peronismo en todas sus variantes. Por eso mientras el Frente de Izquierda conforma sus listas en todo el país, mientras alista a sus candidatos, estamos organizando y apoyando las luchas en curso y marchamos hacia el plenario del sindicalismo combativo, del movimiento piquetero de lucha, de las organizaciones de jubilados –que día a día suma nuevas adhesiones– que se realizará el próximo sábado 16 en la Facultad de Sociales de la UBA. Allí el activismo que pelea en las calles forjará un programa, establecerá las condiciones para recuperar los sindicatos de manos de la burocracia y definirá un plan de acción en la perspectiva de la huelga general para derrotar a Milei y los gobernadores del ajuste. 

 Eduardo Salas

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