jueves, 27 de julio de 2023

Una ´alternancia´ sin brújula


De la crisis de poder no se salva nadie.

 El día de ayer tuvo lugar una trifulca entre los ‘cambiemitas’, que hoy ocupa los titulares de los diarios. El interés de la diatriba entre Bullrich y Larreta es que pone de manifiesto una fuerte inconsistencia del plan de gobierno de JxC, e incluso la viabilidad misma de un gobierno de esta corriente política. 
 El detonante de la controversia fue la declaración de Bullrich acerca de “blindar” una liberación del mercado de cambios y una mega devaluación del peso por medio de un empréstito internacional, posiblemente del FMI. Los larretistas se tiraron de inmediato a la yugular de la precandidata, recordando el destino que tuvo el “blindaje” que obtuvo De la Rúa en 2001, cuando intentó defender la convertibilidad con un conjunto de préstamos del FMI, organismos internacionales y bancos locales por 38 mil millones de dólares. El “fracaso” de la operación consistió en que financió una fuga de 50 mil millones de dólares con la ayuda de otra operación conocida como “megacanje”. El gobierno de De la Rúa fue una coalición de peronistas de izquierda y futuros kirchneristas, como Chacho Álvarez, Filmus, Garré, Felleti y otros, con futuros macristas, como Gerardo Morales, Sturzenegger, Patricia Bullrich y el propio Rodríguez Larreta. 

El amor antes de la ‘grieta’. 

 En la pelea nadie aludió a otro “blindaje”, el de Macri, en julio de 2018, por 52 mil millones de dólares del FMI, que sirvió, de nuevo, para financiar otra mega fuga de capitales. Para Larreta, estos antecedentes aconsejan no liberar el mercado de cambios y sí mantener el cepo y las retenciones a la exportación, para poder producir una devaluación controlada y regulada de la moneda nacional. En diversas declaraciones, el FMI se ha inclinado por esta última variante. El ‘inconveniente’ de este planteo es que mantendría diversos tipos de cambio y forzaría al Banco Central a operar sobre los mercados paralelos, que es lo que ha venido ocurriendo hasta ahora con resultados desastrosos para el llamado “equilibrio macroeconómico”. Los economistas de Larreta sostienen que la prioridad es podar los gastos sociales, achicar el déficit fiscal a costa de los trabajadores y sacar las leyes de reforma laboral, previsional e impositiva, o sea liquidar los derechos sociales y recargar el IVA –el impuesto que pagan los consumidores. No le será fácil –a la resistencia de los trabajadores se sumarán las divergencias en la burguesía por el mantenimiento del cepo al comercio internacional y a la remisión de dividendos e intereses de los capitales extranjeros. Pero fundamentalmente no resuelve la crisis de financiamiento de la economía y los capitales de Argentina.
 La controversia “cambiemita” consiste entre el ‘estallido’, de un lado, y la profundización del impasse, del otro. La deuda de 45 mil millones con el FMI bloquea la posibilidad de obtener financiamiento adicional. Un saldo favorable del comercio exterior, que aun es un interrogante por la caída de los precios de exportación y la suba de los de importación, será consumido por el pago de intereses de la deuda internacional en su conjunto, como ya ocurrió en 2021 y 2022. El mercado de financiamiento local, del orden de los 130 mil millones de dólares, que se ajusta por dólar o inflación, está agotado –habrá que reprogramar los pagos. Finalmente están las Leliq, que insumen billones de pesos en intereses al Banco Central. Esta hipoteca no tenía semejante magnitud cuando De la Rúa se largó al “blindaje” o cuando Macri reventó todos los topes de endeudamiento en 2018. El Estado nacional debe más de 400 mil millones de dólares (en divisas y moneda local), una cifra que crece a 600 mil millones cuado se computan las deudas de organismos descentralizados, provincias, el Banco Central y las compañías privadas.
 El empréstito internacional para financiar la devaluación fue durante cierto tiempo un objetivo obsesivo de Sergio Massa y su colateral kirchnerista. De acuerdo a la información periodística lo buscó con los fondos de inversión de Qatar, a cambio de concesiones territoriales en la Patagonia; Bullrich fue señalada muchas veces por el mismo propósito: las tierras del sur a cambio de un préstamo de los Estados petroleros. La cuestión ronda el interés del conjunto de la burguesía –no sólo la “cambiemita”. El impasse pone en ridículo la dolarización que propugna Javier Milei, para un país sin resevas internacionales y sin la posibilidad cierta de un empréstito internacional que se sume a la superelevada deuda nacional de Argentina. 
 Después del fracaso de la experiencia macrista se ha secado, al menos por un tiempo, la posibilidad de financiar la devaluación con el aporte de las tenencias privadas en el exterior, que se cifra en alrededor de 400 mil millones de dólares. Como ocurre con la disposición de los cubanos en Miami a arriesgar capitales en la Isla, los capitales argentinos fuera del país querrán ver para creer. Esto supone el éxito de la liquidación del derecho laboral y previsional y una devaluación previa. La crisis de financiamiento es mundial –con 200 billones de dólares de deuda de los países emergentes y una deuda internacional de conjunto que se acerca a los mil billones de dólares. La financiación de la guerra de la OTAN consume gran parte de los presupuestos públicos de los Estados desarrollados.
 La polémica Bullrich-Larreta deja ver que la crisis de gobernabilidad proseguirá más allá de las elecciones. Pone de manifiesto una divergencia vertebral en la clase capitalista, incluso internacional. La gobernabilidad, de todos modos, tiene que enfrentar con antelación la crisis de las relaciones del gobierno con el FMI. Massa se verá obligado a declarar una mora en el pago de los vencimientos de fin de mes con el FMI o pedir el socorro del Banco Popular de China. Los bolsistas internacionales están expectantes con los resultados de las PASO, porque un desaire electoral a la Unión de los Patriotas adelantaría los vencimientos políticos de la coalición oficial. 

 Jorge Altamira 
 27/07/2023

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