martes, 3 de mayo de 2022

La guerra a debate en el acto del 1º de Mayo


Posiciones antagónicas entre los partidos del FIT-U.

 La caracterización de la guerra en Ucrania, lo que se pone en juego en ella y cuál es la política revolucionaria en este conflicto de alcance histórico es probablemente la polémica más importante que se ha desatado al interior de la izquierda mundial en todo el último período. Como era de esperarse, la polémica ha tenido su expresión en el acto del 1º de Mayo organizado por los partidos del FIT-U. 
 Como ya hemos señalado anteriormente, Izquierda Socialista y el MST caracterizan que se trata de una guerra de liberación nacional, en donde Rusia sería el país opresor y Ucrania el país oprimido. Pasan por alto que Ucrania desde 2014 se ha transformado en una semicolonia del FMI y que hoy opera como la punta de lanza de la Otan en el este europeo. Se abstienen de analizar y señalar el papel concreto que está jugando la Otan, es decir, el imperialismo norteamericano y europeo, en la propia guerra. El PTS, por su parte, mantiene una posición diferente a la de IS y el MST. Sin embargo, adolece de una caracterización de fondo, lo que lo lleva a colocar a Rusia como el responsable primordial del presente conflicto. 
 Izquierda Socialista es quien más claramente se ha parado en el campo de la “resistencia ucraniana”. Schlotthauer anunció desde el escenario el viaje del dirigente de IS Juan Carlos Giordano a Ucrania, como parte de su apoyo físico y material a esa resistencia. A su vez, reclamó armas para el ejército y los milicianos ucranianos, y señaló que oponerse a eso es un acto “criminal” y es “declarar la derrota de la heroica resistencia”. Es claro, evidente e indiscutible que IS está parado en el mismo campo político que la Otan. ¿O no ha sido la Otan quien ha instruido y armado hasta los dientes al ejército ucraniano? Las potencias de la Otan ya han pasado a proveerle directamente armamento pesado al ejército ucraniano. EE.UU. y la UE no solo ejecutaron extraordinarias sanciones económicas contra Rusia, también le han otorgado miles de millones de dólares a Ucrania, y ahora Biden impulsa que el parlamento norteamericano apruebe una nueva ayuda de 33 mil millones de dólares. 
 Cuando Schlotthauer reclama “ni un pie de los ejércitos asesinos de la Otan en las tierras de Ucrania” queda en evidencia la inconsistencia de la posición de Izquierda Socialista. Gabriel Solano, del PO, le respondió muy claramente en el propio acto: “no mandan tropas propias (en referencia a la Otan) porque no quieren comerse el costo de que las bolsas negras con cadáveres de sus ejércitos vuelvan a sus países. Quieren usar al pueblo ucraniano como carne de cañón”. En síntesis, la Otan pone los recursos económicos y militares y el pueblo ucraniano pone los muertos.
 Para Bodart y el MST “una derrota (de Ucrania) fortalecería a ese imperialismo naciente que está detrás de Rusia y que junto con la Otan nos pueden llevar a una Tercera Guerra Mundial”. Pasó por alto, sin embargo, que un triunfo de Ucrania -como lo plantea el MST cuando declara su apoyo a la “resistencia ucraniana” incluso recaudando fondos en la Argentina para esa causa- equivaldría a un triunfo de la Otan y reforzaría al imperialismo norteamericano y europeo en todo el mundo y recrudecería el sometimiento del pueblo ucraniano por parte del imperialismo. 
Para peor, la victoria del imperialismo sería presentada al mundo entero como un triunfo de la “democracia” y la “liberación de Ucrania”. Una total impostura. Obviamente, tampoco sería progresiva una victoria de Rusia. Al contrario, sería completamente reaccionaria ya que, con esta invasión, Rusia no solo intenta detener la avanzada de la Otan sino que pretende colocar a Ucrania bajo su propia férula, en beneficio de la oligarquía capitalista rusa. 
 Partiendo de esta concepción Solano sintetizó la posición del PO: “nosotros no somos pacifistas, si esta fuese una guerra de opresión nacional estaríamos con el pueblo que se libera nacionalmente y llamaríamos a tomar las armas con él; si fuese una guerra civil estaríamos con los obreros contra la burguesía; pero acá hay una guerra imperialista y nuestra política es voltear a todos los gobiernos que llevan adelante esa guerra estableciendo gobiernos de trabajadores”. Como se ve, carece de seriedad la pretensión de Bodart de presentar las diferencias en Ucrania como simples “matices”. Lo cierto es que existen diferencias insalvables. Pues es evidente que, en esta guerra, IS y el MST tributan al objetivo estratégico del imperialismo yanqui y europeo. 
 Las intervenciones de Nicolás Del Caño y Myriam Bregman, finalmente, revelaron una caracterización limitada y defectuosa por parte del PTS. Es lo que explica el ordenamiento de sus consignas frente a la guerra, donde el rechazo a la Otan aparece siempre subordinado al rechazo a la invasión rusa. Porque aunque Del Caño haya denunciado el expansionismo de la Otan y el papel del FMI en Ucrania, no indaga en las causas de la presente guerra. Para Del Caño, la guerra parecería ser una consecuencia de “la política criminal de Putin, similar a la que desarrolló el zarismo hace un siglo y que después continuó Stalin”. En su análisis, el PTS no logra conectar el estallido de la guerra en Ucrania con el objetivo del imperialismo de proceder a la colonización económica y financiera del exespacio soviético. En consecuencia, no explica que esa tentativa colonizadora representa un esfuerzo del imperialismo por pilotear su propia crisis y decadencia histórica. No se trata de omisiones menores, pues es lo que ordena una caracterización de conjunto del escenario mundial y lo que explica la responsabilidad primordial de la Otan en la guerra de Ucrania. El cerco militar contra Rusia es, justamente, la extorsión del imperialismo para imponer ese copamiento económico del exespacio soviético. Y la reaccionaria invasión rusa es la respuesta a esa avanzada.
 Solano, en cambio, denunció que “el objetivo de la Otan es monopolizar el proceso de restauración capitalista en todos los ex Estados obreros”, incluyendo a China. De esta manera, el PO ha tratado de aportar claridad a la vanguardia en torno a qué es lo que está en juego en la guerra en Ucrania y en la crisis mundial. El desarrollo histórico ha confirmado una vieja caracterización de nuestra corriente: a saber, que el proceso de restauración capitalista en los ex estados obreros no podía consumarse en términos pacíficos sino que sólo tendría lugar como resultado de grandes choques entre las clases y los estados, dando lugar incluso a la guerra misma. 
 La guerra en Ucrania ha sacado a relucir, una vez más, la gigantesca presión e influencia que ejerce el imperialismo mundial sobre una parte considerable de la izquierda, incluso de aquella que se reclama revolucionaria. 

 Pablo Giachello

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