Las capitales occidentales recibieron el resultado “con alivio”, de acuerdo a la prensa, porque una victoria de Le Pen habría significado un golpe a la OTAN en la guerra contra Rusia. La derecha francesa, como la menos extremista de Alemania, había trazado una línea de integración económica de Rusia a los intereses de la UE, mediante el intercambio de minerales y combustibles, por un lado, y ciertas categorías tecnológicas, con productos e inversiones industriales de Europa. El fracaso de este planteo ha puesto en un banquillo incómodo a Ángela Merkel, quien ocupó el gobierno de su país durante 16 años. Le Pen tuvo que retroceder de su alianza con Putin como consecuencia de la guerra, pero no dejó de plantear la “federalización” de la Unión Europea y la supremacía de los parlamentos nacionales. En oposición a Macron, defiende la protección del mercado interno por medio de barreras proteccionistas. En el plano mismo de la guerra, promueve un acuerdo con Rusia, lo que supone la partición de Ucrania, en oposición a Biden y el Pentágono, dispuestos a llevar la guerra a Moscú. El 42% del electorado avaló la disidencia con Estados Unidos en el tema más sensible del momento presente. Este choque político se encuentra más agravado en Alemania, con una fuerte presión de la Unión Industrial germana por mantener los acuerdos de gas con Rusia, incluso por tiempo indeterminado, aun cuando significan alimentar el tesoro de guerra de Putin.
La aplicación del sistema de doble vuelta electoral en las parlamentarias ha afectado siempre a la derecha, porque la oposición se une para neutralizar las ventajas que obtiene en el primer turno en varios departamentos. Dentro de dos meses, el escenario será bien distinto, dando la oportunidad al tercero en la elección presidencial, el candidato de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, un ex trotskista devenido en defensor de la “soberanía nacional” francesa, como lo hacía su ex mentor político, el fallecido Pierre Lambert. También van a levantar cabeza los muy decaídos partidos socialista y gaullista, que no tienen política y han perdido los votos pero sí aparatos, y que tendrán que devolver los subsidios del estado porque no han alcanzado, este domingo, el mínimo de votos. En la campaña electoral que acaba de concluir, Le Pen se manifestó dispuesta a formar un gobierno de “unidad nacional”, que se entendió dirigido a Mélenchon. Como el conjunto del izquierdismo internacional, Mélenchon alardea una defensa de Ucrania, de un lado para mirar la guerra desde la altura de un muro -ni OTAN ni Rusia-, y para combatir cualquier posición a favor de la unidad de los trabajadores de los países de la OTAN, de Ucrania y de Rusia, para luchar como clase contra la guerra imperialista.
Las parlamentarias van a ser el escenario de una reconfiguración de alianzas para la primera vuelta y enseguida para la segunda. La “extrema izquierda”, como se la conoce en Francia, buscará poner candidatos en un frente oportunista con Mélenchon, el soberanista, o se el defensor del imperialismo francés en esta guerra imperialista, que no cesa de extenderse – territorial, económica y políticamente. Conclusión: la enorme progresión electoral de Le Pen muestra que la guerra y todas las consecuencias de ellas, ensanchan las ‘grietas’ de la OTAN, mientras ponen al régimen de Putin ante el escenario de un derrumbe político.
Jorge Altamira
24/04/2022
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