La semana comenzó con la conferencia de prensa de Alberto Fernández y el ministro Guzmán. Se había echado a correr la idea de que el gobierno iba a tomar medidas que implicaban una suerte de “relanzamiento”. En los corrillos se hablaba incluso de un cambio de gabinete , o de que Alberto tomaría las riendas del gobierno desplazando al kirchnerismo. Nada de eso pasó, como bien lo describe Gabriel Solano en el editorial de este jueves.
Presidente y ministro anunciaron un miserable bono para un sector de los jubilados, de $12.000 por única vez, y otro de $18.000 en dos cuotas para monotributistas A y B, beneficiarios de planes sociales, trabajadoras de casas particulares e informales. Una especie de IFE super devaluado que cubre menos de la mitad de lo que cubría el otro. Por otro lado, con la política de bonos por única vez, que el gobierno presenta como una compensación de lo que se pierde por la inflación, quieren esconder que no hay ninguna decisión de una recomposición real de las jubilaciones, ni de los planes sociales tal como reclamaron las organizaciones sociales.
Así y todo es claro que este bono existe porque hubo una lucha muy fuerte, es decir, que ni voluntad de compensar lo perdido ni política de “distribución”: solo una echada de lastre ante las multitudinarias acciones de lucha del movimiento piquetero independiente. Desde la Unidad Piquetera alertaron sobre maniobras para que el bono no solo no llegue a todos los que lo necesitan, sino tampoco a quienes específicamente estaría dirigido.
El tema del ingreso de los trabajadores está en el centro de la situación. La inflación marcha viento en popa, las medidas para contener el alza de los precios de los alimentos fracasan sin que el gobierno actúe. Los datos sobre el valor de la canasta básica total y la canasta básica alimentaria confirma, el crecimiento de la pobreza que ya alcanza al 60% de los niños y de la indigencia; el salario mínimo y la jubilación mínima han quedado debajo de la línea de indigencia.
La inflación que todos dicen querer combatir es la forma de quitarle a los trabajadores una parte sustancial de los ingresos. Guzmán fue a la reunión del FMI a decir que había sobrecumplido las metas de reducción del déficit fiscal; y esto obedece, además de un recorte importante en los gastos, a una suba en la recaudación como consecuencia del impuesto que pagan los consumidores (IVA); ya que precios más altos aportan mayores ingresos tributarios que salen del bolsillo del trabajador, ocupado o desocupado, formal o informal, bajo convenio o precarizado, jubilado, etc. Las metas del FMI se cumplen esquilmando a la población trabajadora.
Para disimularlo en la conferencia de prensa, Guzmán anunció que están discutiendo un impuesto a la “renta inesperada” para aplicar a aquellos que hayan obtenido una ganancia superior a la estimada por un hecho “inesperado”, como por ejemplo la guerra. El ministro de todas maneras no dio detalles muy precisos y colocó el contenido del proyecto a un debate amplio con los sectores que se verían afectados, luego de eso debiera pasar por el Congreso, donde todo indica no sería aprobado. Pero no se llegó a organizar las reuniones que ya quedó afuera el capital agrario, según el ministro de Agricultura y Ganadería, que es el que más se benefició con la “renta inesperada”. Lo han conseguido sin haber puesto en la calle lo que se anticipa como un raquítico tractorazo.
Este impuesto, igual que el proyecto del kirchnerismo en el Senado, están destinados a desaparecer antes que cobren vida; son parte las maniobras destinadas a atender al malhumor social por un lado pero fundamentalmente como parte de la crisis y división dentro de la coalición oficial.
Lo que sí no van a desaparecer son los aumentos de las tarifas. Ya han sido convocadas las audiencias para el gas, el agua y la electricidad, áreas donde dirigen funcionarios del kirchnerismo. ¿Los K resistirán los aumentos que pide Guzmán? Suena difícil. Hay una adaptación al ajuste fondomonetarista por parte del kirchnerismo, que ni desconoce la deuda, ni plantea romper con el organismo internacional, es decir, que no tiene plan B. Por empezar todos acompañaron a Alberto Fernández en Vaca Muerta anunciando la construcción de un gasoducto que permitiría no recurrir a la importación y por lo tanto ahorrar dólares (que irán al FMI). Sin embargo ese gasoducto fue anunciado reiteradas veces sin que la obra avance, ha habido una puja por quién lo construía, finalmente ha quedado en manos de Techint. De construirse tampoco resolverá la crisis energética, como explica Iván Hirsch en su artículo de este viernes.
Mientras el acuerdo con el FMI a cada paso se manifiesta como un fuerte factor de dislocamiento de la situación económica y política, los trabajadores están procesando la realidad que implica la caída de sus ingresos, la falta de servicios esenciales, la falta de trabajo, los aprietes patronales. El movimiento piquetero lo hace en forma notable y ocupa el centro de la escena con su plan de lucha, pero hay otros síntomas. Los trabajadores del Sutna salieron a un contundente paro, en el medio de la revisión del acuerdo salarial, que obligó al Ministerio de Trabajo a intervenir decretando la conciliación obligatoria. Los docentes de La Matanza hicieron una jornada de movilización de la mano del Suteba combativo contra el ajuste en la educación de gran impacto.
Para finalizar la semana este viernes los “controladores aéreos” han tenido elecciones en su gremio y le dieron en forma contundente el triunfo a la lista Multicolor, integrada por un activismo muy combativo, derrotando a las variantes de la burocracia que venían dirigiéndolo. ¡Bravo por ellos!
Con todas estas banderas haremos este primero de mayo actos en todo el país convocados por el FIT-U y con las luchas presentes. Para poner en pie una alternativa de los trabajadores, un gran movimiento popular con las banderas del socialismo.
Buen domingo.
Eduardo Salas
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