martes, 5 de febrero de 2019

Las “35 medidas de la UIA”: salvataje de las patronales a expensas de los trabajadores



El derrumbe de la industria parece no tener freno.

Según la UIA, el año pasado la actividad del sector manufacturero cayó 3,4%, y un “9,8% interanual en diciembre”. Desde que asumió Macri y “sólo hasta octubre de 2018 se cerraron 2871 plantas”. Los pronósticos para este año son igualmente sombríos (“El primer trimestre está perdido”, sentenció el textil Jorge Sorabilla).
Esta debacle alimenta las críticas cada vez más fuertes de los industriales. Uno de los capos de la central fabril, Guillermo Moretti, pronunció hace un tiempito una frase lapidaria: “votar a Macri es suicidarse”.
El Gobierno, consciente de lo que implica un giro más explícito en las preferencias de algunos de los popes de la burguesía, salió a disputar esa base social a los Massa y Urtubey, insistiendo con una Reforma Laboral parcial y fotografiándose con Paolo Rocca - el patrón de los patrones de este país - en medio de su procesamiento por las coimas de la obra pública.
Sin embargo, la ofensiva actual, consistente en despidos masivos, cierres y la flexibilización “de facto” de los métodos de trabajo, lanzada por los industriales, demuestra que la mayoría de ellos no confía en la capacidad del gobierno para imponer cambios estructurales a las relaciones laborales de manera ordenada, como lo reclaman Melconian y otros.
Por otro lado, el abaratamiento de las indemnizaciones - fondo de cese laboral - y la extensión de las jornadas - banco de horas - que el ministro Dante Sica intenta introducir en varios convenios colectivos (Textiles, UOM, etc.) no compensa otras medidas odiosas para los empresarios, como la extensión de las retenciones a las exportaciones, la anulación de reintegros y el impedimento para ajustar balances por inflación, que el Gobierno dispuso el año pasado.
A esto se suma la determinación de recortar los subsidios al gas de Vaca Muerta, que había exigido el FMI para cumplir con la meta de déficit cero de este año.
La principal damnificada por esta quita es Tecpetrol, la empresa de Rocca; pero también cayó en la volteada YPF. El rediseño de las inversiones se trasladará sin dudas a los puestos de trabajo. Ahora, la burocracia petrolera de Guillermo Pereyra amenaza con dejar sin efecto los acuerdos anti-huelgas y flexibilizadores, que son el "modelo" que el Gobierno quiere generalizar.

Un programa de salvataje a las patronales

En el sector que agrupa a las pequeñas y medianas empresas, unas 56 mil firmas, fuertemente ligado al mercado interno, es donde la bancarrota se expresa más agudamente. Según el Centro de Economía Política “la caída de ventas durante el año fue del 34% en promedio” y es donde se registró “la mayor tasa de despidos”.
Hace unos días, la UIA entregó al secretario de Industria, Fernando Grasso, una propuesta de “35 medidas para promover la producción industrial de las PyMES. Entre otras perlitas, el documento denuncia que de los 22 mil millones de pesos de exenciones que preveía la Ley PyME, solo se ejecutó el 30%. Pide profundizar el saqueo a las cajas jubilatorias incrementando las inversiones del Fondo de Sustentabilidad en títulos y acciones, al mismo tiempo que reclama acelerar la rebaja de los aportes patronales.
Con respecto a la energía, no cuestiona la estructura parasitaria de tarifas sino que se limita a reclamar un régimen especial para las empresas.
El capítulo dedicado al mercado interno no hace referencia alguna a la destrucción de los salarios. En cambio, plantea extender los programas “Ahora 12” y otros similares, o sea, resucitar el consumo en base al sobreendeudamiento de las familias.
Tampoco analiza la confiscación que implica el IVA en el precio de los alimentos y otros bienes esenciales (hoy, de cada 10 pesos “consumidos” entre 3 y 8 van al fisco) sino que propone extender los beneficios tributarios que hoy pueden tomar las empresas a cuenta de Ganancias, a otros impuestos - el IVA entre ellos.
En síntesis, reclaman exenciones impositivas y subsidios de todo tipo; un refrito de medidas, ya recorridas, que apuntan a salvar a las patronales a expensas de una mayor exacción a los trabajadores, que por la vía de tarifazos e impuestazos deberán compensar los recortes a los empresarios.

Trabajadores y capitalistas

Según el INDEC en apenas un año los asalariados perdieron tres puntos de participación en el PBI. Mientras tanto, el “Excedente de Explotación Bruto” (un indicador de las ganancias empresarias) pasó del 36,9% en el primer trimestre de 2018 al 45,9% en el segundo.
Las “35 Medidas” de la UIA revelan, una vez más, la concepción que guía el accionar de las patronales y sus partidos: descargar los efectos de la crisis capitalista sobre las espaladas de los trabajadores; que son quienes la vienen pagando, con menos de puestos de trabajo, paritarias a la baja, el saqueo tarifario y la pérdida de derechos.

Un programa obrero frente a la crisis

Al programa de la UIA –de rescate del capital- le oponemos uno que parta de la protección del principal “activo” de la producción, que son los trabajadores.
En defensa de los puestos de trabajo, ocupar toda empresa que despida o cierre, imponer la prohibición por ley de despidos y el reparto de horas, sin afectar el salario.
Para recuperar el consumo, paritarias libres, ajustables por inflación, y salario mínimo equiparado al costo de la canasta familiar. Para asegurar la provisión de energía y terminar con los tarifazos, estatizar las empresas privatizadas y abrir sus libros contables a fin de conocer los verdaderos costos de producción y distribución.
La UIA reclama aumentar las barreras arancelarias contra las importaciones; lo que corresponde es nacionalizar el comercio exterior para hacer frente a la guerra comercial y establecer una política de intercambio basada en la defensa del interés de la mayoría. Para terminar con la sangría que impone el capital financiero, hay que nacionalizar la banca.
En lugar de eximir del pago de impuestos a los fondos de inversión y crear seguros de crédito para continuar con el endeudamiento externo, como propone el documento, hay que romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa para volcar el ahorro nacional a un plan de desarrollo industrial dirigido por los trabajadores.
Éste es el único programa realista frente al derrumbe industrial, cuyas consecuencias pagan los trabajadores ¡Que la crisis la paguen los capitalistas!

Miguel Bravetti

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