Ciertamente que Mauricio Macri ha hecho lo imposible para ser consecuente con Cambiemos, el nombre del partido que lo llevó el 10 de diciembre de 2015 a la presidencia de Argentina, pero el famoso “cambio” ha sido solo en detrimento de la mayoría de la población.
Recordemos que aun sin haber jurado el cargo, Macri empezó a sacar la uñas en contra de la integración latinoamericana y a favor de las mismas leyes que a finales de los años noventas y principios del 2000, pusieron en grave crisis económica al pueblo argentino.
No por milagro sino por la acertada política económica llevada adelante por Néstor Kirchner a partir de 2003 y continuada por Cristina Fernández de Kirchner, esa nación sudamericana había logrado revertir aquella situación, provocada por la aplicación de medidas neoliberales, apoyadas por organismos financieros internacionales, países occidentales dirigidos desde Washington.
Esa recuperación permitió al gobierno de Cristina Fernández, concluir un acuerdo con el Club de Paris para saldar el adeudo de 9 700 millones de dólares que se mantenía desde la debacle económica ocurrida a principios de la década del 2000.
El convenio estaba libre de condicionamientos pues se pactó con soberanía e independencia sin la intervención ni supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que en gobiernos anteriores como el de Carlos Menem, Fernando de la Rúa y otros, se habían refinanciado sobre la base de ajustes a los gastos en los fondos sociales.
En esta ocasión el FMI exigió a Macri la venta de activos del Estado, la flexibilización salarial y el abaratamiento de los despidos para poder otorgarle los 50 000 millones de dólares de préstamos. Datos oficiales confirman que el 15,3 % del presupuesto estatal fue destinado, entre enero y julio de 2018, a cancelar intereses de la deuda a diferencia del 7 % que se entregaba en 2015. Esto es similar a la carga que existía en 2001 pues en los últimos tres años el pago de intereses aumentó 121 %.
Fiel a la ideología de Cambiemos, Macri eliminó de un plumazo los numerosos beneficios sociales que los argentinos habían alcanzado durante los gobiernos de los Kirchner, e inmediatamente comenzó a decretar tarifazos que han provocado una constante inflación y la consecuente disminución del poder adquisitivo de los pobladores.
Con las medidas neoliberales se duplicaron los precios del transporte público automotor y en 68 % el metro urbano; el costo de la luz subió en 500 %; el agua y gas en más de 300 %; la atención médica y de las medicinas en 50 %, y la gasolina, 30 %.
El cambio ha sido funesto para muchos ciudadanos pues si en 2013, se había logrado rebajar la cantidad de pobres a solo el 6,5 % y los que estaban en estado de indigencia, 1,7 %, para finales de 2018 según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) la cifra se eleva a 29 % y 8,8 % respectivamente.
Aunque los índices son difíciles de medir con exactitud debido a que la administración no ofrece datos fidedignos, otro informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) asegura que la medición de la pobreza alcanzó al 33,6 % de la población urbana y al 41 % de la rural durante el tercer trimestre del pasado año.
El documento de la UCA señala que el 48,1 % de los menores del país sudamericano son pobres, mientras que los niveles de indigencia y de hambruna alcanzan al 10,2 % de los niños.
El gobierno apostó por un modelo exportador y dependiente de las importaciones y eliminó muchas restricciones a las exportaciones para fomentarlas. La medida implica pérdida de la soberanía al pasar por la apertura indiscriminada de bienes de consumo que ha ido desplazando al mercado interno y las ventas de pequeñas y medianas empresas debido a la pérdida de empleos y del poder adquisitivo de la población.
Uno de sus enunciados durante la campaña electoral se basaba en que rebajaría la inflación y recientemente al gobierno no le quedó otro remedio que reconocer que ese negativo índice se elevó al 47,6 %, el mayor en 27 años.
En 2014 el cambio oficial del peso argentino era de 14 por un dólar y ahora, motivado por esa hiperinflación y despidos masivos, se encuentra a 40 pesos por dólar.
El programa pre electoral de Cambiemos divulgaba que la producción industrial, comercial y agrícola se acelerarían desde su llegada al poder pero del dicho al hecho existe un enorme tramo.
Un reciente sondeo realizado por una agencia de noticias entre varios analistas locales y extranjeros arrojó un retroceso en casi todos los segmentos de la economía que se habría contraído en 2018 en 6,1 %. Los sectores más afectados fueron la industria, comercio, construcción, agricultura y servicios.
Para seguir los postulados exigidos por el FMI, el presidente anunció esta semana que se eliminará la Secretaría de Deportes, sector que será encabezado por una Agencia que no tendrá las facultades ni el capital de la anterior.
Cambiemos, a tres años de gobernación, se ha convertido para los argentinos en un desastre económico y social del que esperan salir más temprano que tarde.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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