Los tomadores se empiezan a organizar ante el peligro cierto de perder sus viviendas
Los acreedores de los créditos UVA para la adquisición o refacción de vivienda han comenzado a organizarse bajo el reclamo al gobierno y a los bancos de un cambio en la forma en la que se actualizan las cuotas y el capital porque la inflación, a la cual están atados tanto unas como el otro, los está convirtiendo en virtualmente impagables.
Solo la inflación del 2018 ha hecho crecer las cuotas mensuales y el monto adeudado en casi un 50% (y alrededor del 100% desde que se implementó el sistema en el 2016). Esto con paritarias a la baja que han dejado la actualización salarial muy lejos de ese porcentaje.
Hace poco más de dos años, cuando comenzaron a otorgarse estos créditos, el gobierno y los medios adictos presentaron a este proceso expropiatorio de los ingresos de los tomadores como una panacea, porque la cuota inicial era menor al alquiler promedio y los requisitos eran accesibles hasta para un segmento de ingresos medios que contara con entradas mayores a los $30.000 mensuales.
El cuadro actual aparece reflejado en una nota del oficialista Clarín (7/12) que toma como ejemplo un departamento de 2 ambientes usado de 43 m2 en un barrio porteño medio. Destaca que las cuotas de un crédito UVA para poder adquirirlo hoy triplican el valor de un alquiler –rondan los $33.000- y que, para acceder al préstamo, se requiere tener un ingreso de, al menos, $130 mil al mes.
Como “el precio promedio (de los departamentos en la Ciudad de Buenos Aires) entre noviembre de 2016 e igual mes de 2018, creció un 28% en dólares” (IProfesional, 29/1), el monto del crédito necesario debe acompañar la devaluación (un 100% en el 2018), más este casi 30 por ciento.
Desde abril del 2016 hasta ahora se concedieron aproximadamente 106.000 créditos UVA, pero desde marzo del año pasado, cuando el monto total de estos préstamos alcanzó un pico de $14.000 millones, la cifra se derrumbó hasta llegar a apenas $2.840 millones en diciembre último -equivalente a menos de 400 créditos- según reconoció el propio secretario de Vivienda, Iván Kerr, quien destacó esa caída y aceptó que la crisis “ha puesto en jaque” a este sistema crediticio.
Negociado para los bancos
En estos poco más de dos años de vida del sistema, los montos de las cuotas y de la deuda se han duplicado pero, además, los bancos le añaden una tasa de interés, también creciente, que actualmente ronda entre el 6 y el 8 por ciento anual. La inflación, que lejos está de detenerse –en el relevamiento del Banco Central ya la ubican en el 30% para este año- puede colocar a los tomadores de los préstamos, como lo denuncian los “Tomadores de créditos UVA autoconvocados de Rosario” (Rosario 3, 4/2) ante la posibilidad cierta de perder sus viviendas por no poder afrontar las cuotas.
Esto cuando el déficit de vivienda entre los sectores populares alcanza a unos 3 millones de unidades. El gobierno macrista, que había prometido al asumir la construcción de un millón de viviendas, agravó el colosal déficit habitacional dejado por los gobiernos kirchneristas.
El sistema de los créditos UVA es, sí, un enorme negocio para los bancos acreedores ya que les permite recuperar el dinero prestado con una actualización garantizada frente a la inflación y con el añadido del 6 al 8 por ciento de interés anual. El propio economista macrista Martín Tetaz, reconoció, sin tapujos esta garantía y negoción para los bancos: “la contra de los UVA para los deudores es que no hay modo de licuarla; hay que pagar la misma cantidad de ladrillos que uno se comprometió, lo cual se garantiza actualizando los saldos por la inflación”.
Vivienda en riesgo
Ante la creciente dificultad de los tomadores de los créditos de hacer frente a los pagos, desde el gobierno plantean la alternativa prevista de ampliar el plazo de pago, lo que supone extenderlos a plazos que pueden exceder la vida laboral del tomador, pero ninguna reducción en la deuda. Además, solo es posible hacerlo una vez en los 25 o 30 años iniciales de plazo, es decir que no solo el plazo sería eterno, sino que se trataría de una aspirina que el derrotero inflacionario llevará igual hacia una nueva crisis de pago en el corto o mediano plazo.
El cuadro se presenta similar al de la circular 1050, instrumentada durante la dictadura por José Alfredo Martínez de Hoz, entonces titular del Banco Central, por la cual se otorgaban préstamos para vivienda indexados por la tasa media de interés del mercado, que estaba muy por encima de los aumentos de salarios e incluso de la inflación. El resultado fue que miles de deudores perdieron sus viviendas porque las cuotas resultaban impagables, los bancos se quedaron con ellas y, en muchos casos, los tenedores quedaron endeudados porque el monto de la deuda había crecido por encima del valor de la propiedad.
Nuestro planteo
Frente a esta enorme estafa proponemos que las cuotas de los UVA no superen el 10% de los ingresos familiares.
Hay que desarrollar un verdadero plan de viviendas populares, con fondos provenientes de impuestos a las grandes fortunas. Concentración de esos recursos en una banca única bajo control obrero. Créditos para la población trabajadora y los sectores populares con cuotas equivalentes al 10% de los ingresos familiares.
Expropiación de las tierras ociosas para la construcción de viviendas populares y para atacar a fondo el enorme déficit de vivienda.
Nelson Marinelli
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