martes, 5 de febrero de 2019

Una niña embarazada es una niña violada

Los derechos del niñe surgieron durante el siglo XIX. Durante esa época, intelectuales se preocupaban por la situación de les niñes cuando estaban huérfanos o cuando sus familias eran muy pobres. El trabajo y la prostitución de niños y niñas eran comunes, más allá de esto, también estaban los que lucraban con el trabajo esclavo infantil; muchas veces a cambio de comida y vivienda. Aunque sin carácter vinculante, la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los Derechos del Niño fue el primer documento que trata la temática. En 1959, la Organización de las Naciones Unidas aprobó la declaración.
Según la declaración, les niñes –la declaración no contempla fetos– tienen derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo: todos los niños y niñas tienen derecho a vivir y a tener un desarrollo adecuado. A pesar de los esfuerzos para garantizar los derechos a la infancia y a una vida digna y libre de violencia, la sociedad aun valida y refuerza las violencias en contra de les niñes.
En una reciente nota publicada en el periódico argentino La Nación intitulada “Niñas madres con mayúscula”, la editorial del vehículo de comunicación platea que los embarazos de adolescentes –incluso las violadas– no son un problema. La nota exalta el supuesto instinto maternal de las niñas que decidieron seguir con el embarazo. Habla sobre el apoyo que la sociedad debe dar a estas niñas embarazadas y a sus hijes: “ante los hechos consumados, la ley ha de apoyarlas y ampararlas para que puedan transitar sus embarazos con el soporte que merecen”, infiere el texto.
Según un informe de diciembre de 2018, emitido por la UNICEF –Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en sus siglas en inglés–, el 48% de les niñes argentines viven en la pobreza y un 10% se encuentra en situación de indigencia.
La nota, que es un intento de rechazar a cualquier situación que lleve una persona a interrumpir voluntariamente su embarazo, presenta dos casos concretos de niñas –incluyendo a una que había sido violada a los 13 años– que decidieron seguir con su embarazo, las toma como un ejemplo a seguir: “el relato de estas realidades mueve a reflexionar sobre lo que es natural en la mujer, lo que le viene de su instinto de madre, lo que le nace de sus ovarios casi infantiles.”, afirma el artículo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) da cuenta que una a cada cinco niñas es abusada sexualmente y sólo el 10% de los casos son denunciados. Esto sucede principalmente por vergüenza, miedo y culpa. La naturalización del crimen debido al silencio por parte de la familia y el desprecio del Estado, con su casi nula preocupación en abrir canales de denuncia y acompañamiento a las víctimas, son agravados por la ignorancia y la desinformación.
La utilización de las niñas por parte del La Nación devela cómo piensan y actúan los/las encargados/as del negocio. Utilizando la publicación como panfleto contra la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, La Nación demuestra su repugnante ideología. La nota, sin firma, es una violencia adicional contra los cuerpos de las niñas y adolescentes, y, una evidencia más que los medios hegemónicos, lejos de cumplir con su función social, están al servicio de aquellos que les financian. Lo que decimos desde Virginia Bolten es: una niña embarazada es una niña violada.

Editorial Virginia Bolten

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