jueves, 9 de agosto de 2018
Los partidos del clero rechazan el aborto legal, una movilización gigantesca lo refrenda en las calles
Durante el día de hoy, los voceros y opinadores enemigos del aborto legal presentaron a la sesión del Senado –que terminó con el rechazo de la media sanción por 38 votos a 31– como una jornada signada “por un debate sano y abierto”. De este modo, quisieron embellecer la conspiración que precedió al pretendido “debate”, y que se urdió en las oficinas de los obispos y del propio Vaticano. Apenas se votó el proyecto en Diputados, arrancado por una gigantesca movilización popular, comenzó un encarnizado operativo contra la ley, que tuvo como protagonistas a la Iglesia y al núcleo duro de los principales partidos del régimen, tanto los de gobierno como de oposición. En medio del derrumbe económico y el ajuste, la Iglesia ofrecía sus oficios de “contención” social frente a la escalada fondomonetarista. A cambio, exigía frenar este derecho crucial de las mujeres trabajadoras. Pero este pacto terminó sacando a la luz algo que no es novedoso: el compromiso de hierro que une a los partidos del régimen con el clero. Bloque por bloque, se fue enhebrando la mayoría precaria –pero suficiente– para frustrar por ahora el derecho al aborto legal. La pretendida “apertura” de Macri al debate mostró su verdadero rostro en la figura de Michetti, fogonera de las movilizaciones y pronunciamientos antiabortistas –generosamente regadas con recursos económicos. En el radicalismo, donde suelen abundar las alusiones a la “democracia” y al “laicismo”, también abundaron los senadores que cerraron filas con el clero. Varios pejotistas, a su turno, rechazaron la ley por considerarla un “avasallamiento a las facultades de las provincias”. No se quejaron, en cambio, de los “pactos fiscales” a medida del FMI y del gobierno central, que liquidan los recursos de la educación o la salud públicas del interior para pagar la deuda externa.
Pero las brutales limitaciones de los partidos capitalistas se pusieron de manifiesto incluso entre quienes votaron a favor, sólo bajo la presión del enorme movimiento de lucha que arrancó este debate. El caso más claro es el de Cristina Fernández de Kirchner, quien justificó su ninguneo de 12 años al aborto legal con el argumento de que este reclamo… era “novedoso”. Más grave aún, la ex presidente llamó a buscar “alternativas” a la ley rechazada. En vez de convocar a la lucha por la victoria del aborto legal, pidió un compromiso con los antiderechos, un pacto que sólo podría prosperar a costa de cercenar sustancialmente la reivindicación del aborto legal.
Pero no fue el Senado mediocre y clerical el protagonista de la jornada de hoy: del otro lado del recinto, se desplegó una movilización gigantesca, que desafió a la lluvia y al frío y que superó a la ya extraordinaria gesta del 13J. Esa convocatoria se replicó en Córdoba, Rosario y todas las capitales y pueblos del país, sin excepción. La pretensión de mostrar una Plaza Congreso “dividida” por dos marchas similares terminó derrumbada por los propios datos oficiales: fuentes de la propia policía estimaban que la proporción entre la `marea verde´ y los celestes clericales era de 7 a 1.
El rechazo del Senado es el rechazo a una enorme conquista popular que fue reclamada por una prolongada y creciente movilización. Pero a la vez, acrecienta el abismo entre el pueblo explotado y los partidos del régimen. Sobre esta base, el enorme movimiento de lucha por el aborto debate los pasos a seguir. Ese movimiento extraerá todas las conclusiones políticas planteadas, y ampliará su campo de acción en estrecha relación con todos los agravios –despidos, precarización, tarifazos– que el mismo Estado y los mismos partidos clericales consuman cotidianamente contra los trabajadores.
Marcelo Ramal
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