sábado, 4 de agosto de 2018
El Estado asesinó a nuestros compañeros
“No fue un accidente, fue un crimen”. Las voces de todos, maestros y maestras, como una sola voz, repetían ese diagnóstico tan cierto como atroz. El sentimiento de que podía haber sido cualquiera de nosotros oprimía como una piedra el pecho de cada uno.
Eran apenas las 8 de la mañana de ese jueves 2 de agosto, cuando la ciudad de Moreno se vio conmocionada por la explosión ocurrida en la escuela primaria n°49, del Barrio San Carlos.
Le podría haber pasado a cualquiera pero les pasó a Sandra y a Rubén. Eran dos compañeros conocidos por su compromiso con la escuela. Llegaron temprano para preparar el desayuno de los pibes. Abrieron la oficina –una habitación sin ventanas– y al prender la luz, se produjo el desastre. No fue una garrafa, fue una cañería mal hecha. Desde hacía dos años que reclamaban por el olor a gas. Seis expedientes presentaron los directivos ante el consejo escolar. La inspectora del distrito presionaba para que las clases no se suspendieran, pero todos los días en alguna escuela de la provincia los chicos pierden clase porque no hay condiciones. Porque no hay agua, porque no hay gas, porque se caen los techos o porque hay paredes electrificadas.
¿Y qué nos contestan cuando reclamamos? Pregúntenos a nosotros, que laburamos todos los días en estas condiciones. Pregúntenles a los compañeros de la escuela 504, que denuncian que se les cae encima la mampostería del techo, pero les contestan que no se preocupen, que total no se va a morir nadie porque es Durlock. Pregúntenles a los maestros y maestras de la escuela 66, donde funcionan una primaria y una secundaria, que tuvieron que cortar la calle para que les dieran bola, después de cansarse de mandar notas porque los pozos ciegos rebalsan y los patios se llenan de mierda. A los de la Molina Campos, que conviven con paredes electrificadas. A los de la escuela 44, que estamos con el gas cortado con temperaturas bajo cero. Así se trabaja en las escuelas de Moreno y de toda la provincia. Con pozos rebalsados, enchufes colgando, paredes electrificadas, techos que se caen y fugas de gas. Con directivos y docentes baldeando patios y haciendo arreglos.
Vidal y Sánchez Zinny tienen la cara muy dura cuando se trata de atacar a la docencia. Tienen responsabilidades políticas criminales sobre lo que pasó. Fue un crimen, no un accidente. El consejo escolar de Moreno está intervenido por el gobierno de la provincia pero eso no resolvió ningún problema. Ellos son responsables de negarse a declarar la emergencia en materia de infraestructura edilicia en toda la provincia. Son responsables de haber disuelto la Unidad Ejecutora de la Provincia y despedir a sus 380 trabajadores, a cargo de la planificación y refacción de las escuelas. En cambio, el director de Infraestructura Escolar se dedicaba a dibujar el presupuesto para embolsar sobreprecios millonarios.
Podría haber sido cualquiera de nosotros, que empapelamos el consejo escolar con reclamos. No de hoy, sino antes también. Así es.
Las escuelas se cerraron antes de que se decretara el paro. “Escuela de duelo”, se repetía. Enseguida fuimos miles que marchamos. Con bronca. Con dolor.
No fue un accidente, fue un crimen. Que paguen los que tienen que pagar.
Lorena y Rocío
Tribuna Docente Moreno
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario