miércoles, 8 de agosto de 2018

Baronetto responde al diario La Nación

En una carta dirigida a Julio Saguier, vicepresidente de la empresa, Luis Miguel Baronetto refuta los argumentos de un editorial que no solo impugna el proceso de beatificación de Enrique Angelelli anunciado por el Vaticano sino que cuestiona la sentencia condenatoria dictada por la justicia federal argentina y ratificada por la CSJN. Desde la Iglesia católica el Obispo Marcelo Colombo cuestionó en duros términos la polémica opinión.
Luis Miguel Baronetto, querellante en la causa por el asesinato de Monseñor Enrique Angelelli y presidente del Centro Tiempo Latinoamericano, rebate los argumentos del editorial publicado el pasado 30 de julio, por el periódico La Nación. El artículo afirma desde el título que se trata de “Una beatificación de tono político-ideológico” porque interpreta que “de ninguna manera –el obispo- constituye el modelo de ejemplaridad cristiana que la Iglesia exige para iniciar un proceso de canonización”. Critica, claramente, el proceso de beatificación llevado adelante por la justicia canónica del Vaticano.
No obstante, gran parte del texto está dedicada a poner en cuestión la sentencia condenatoria dictada, en 2014, por el Tribunal Oral Federal en lo criminal de la Rioja y ratificada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN). Coherente con la línea editorial – tribuna de doctrina-, apela a la teoría de los dos demonios y al negacionismo para denostar ambos procesos. Particularmente, pone el foco en las pruebas que la justicia federal desmontó durante el juicio por crímenes de lesa humanidad que juzgó y condenó a los responsables del asesinato del pastor.
Baronetto responde en 10 puntos lo que considera un “cúmulo de errores” referidos a los hechos ya probados durante el juicio realizado en la ciudad de La Rioja, luego de 38 años de impunidad. La causa caratulada como “Menéndez, Luciano Benjamín, Estrella, Luis Fernando, Videla, Jorge Rafael, y Romero, Juan Carlos; acusados de homicidio agravado p/el concurso de dos o más personas en concurso real con asociación ilícita”, había sido elevada a juicio en 2012. El punto 11 lo dedica al tema de la canonización.
El también biógrafo del sacerdote señala que lo hace en defensa del derecho a la información de los/as lectores/as del diario y por respeto a la memoria del obispo. La carta llegó a destino. Habrá que ver si es tomada en cuenta y en consecuencia hacerla visible como réplica.

Las Pruebas de la condena

Aquí la transcripción del punteo que contradice una tras otra las afirmaciones publicadas que generan confusión.

1- El médico Cappeletti, que atendió a P. Arturo Pinto al llegar al hospital de Chamical, declaró: que Pinto no podía hablar por la fractura del maxilar inferior y la inflamación de la lengua. Pese a ello los policías sumariantes le hicieron firmar un breve escrito fraguado en la madrugada del 5 de agosto de 1976 en el mismo hospital.

2- Tampoco pudo declarar después, porque tal como surge de las constancias, el sumario policial se archivó el 31 de agosto de 1976, cuando Pinto aún no había regresado de su internación y recuperación en Córdoba.

3- La primera reapertura de la causa se produjo en septiembre de 1983, a raíz de declaraciones del Obispo de Neuquén Mons. Jaime De Nevares, en el marco de los homenajes a Mons. Angelelli, también presididos por los obispos Jorge Novak, Miguel Hesayne y Marcelo Mendiharat.

4- Apenas el Juez de Instrucción Aldo Morales resolvió el 19 de junio de 1986 que la muerte de Mons. Angelelli había sido “un homicidio fríamente premeditado y esperado por la víctima”, el Coronel Eduardo de Casas miembro de inteligencia del ejército, desarrolló un rápida tarea contactando al entonces obispo de La Rioja Bernardo Witte, a quien le presentó un supuesto testigo: Raúl Alberto Nacuzzi, que nunca declaró ante la justicia. Y según manifestó su segunda esposa (el 9 de mayo de 2014) en la audiencia del juicio, mantenía relaciones con los militares del Batallón de Ingenieros de la Rioja, concurría al mismo y era visitado en su casa, ocasiones en que la esposa, según declaró bajo juramento, debía retirarse de su vivienda.

5- Este Coronel De Casas, interventor de la policía federal de La Rioja, logró que el obispo Witte certificara una manifestación privadade Raúl Nacuzzi, la que fue depositada en la escribanía de Ilda Rearte de Mercado, quien cuando se produjo la segunda reapertura de la causa en el 2006, la aportó al Juzgado Federal de La Rioja.

6- Copia de esa manifestación de Nacuzzi y un “peritaje extrajudicial” efectuado por el Cnel. Maximiano Payba, se acumularon en actuaciones secretas de los servicios de inteligencia, que incluyeron informes sobre recordaciones y homenajes al obispo Angelelli hasta los años noventa. Estas actuaciones llegaron al Tribunal en el 2014 por dos vías: por un lado las incorporó el entonces también acusado por el crimen ex Gral. Jorge Rafael Videla, quien además dijo al juez que dichas copias le habían sido proporcionadas por su colaborador Cnel. Eduardo de Casas. La copia mecanografiada del peritaje del Cnel. Payba, estaba titulada en forma manuscrita diciendo que había sido realizada “a pedido del obispo Witte”. La otra copia, que llegó con la documentación aportada por el Conferencia Episcopal Argentina, no tenía título manuscrito alguno.
Y cuando el Tte. Cnel. Payba declaró por videoconferencia en el juicio dijo que la había realizado a pedido del área de inteligenciadel Estado Mayor del Ejército. Esta maniobra para desviar la investigación concluyó cuando la Cámara Federal de Córdoba aplicó las leyes de obediencia debida y punto final a los entonces acusados, sobreseyendo provisionalmente la causa.

7- Dieciséis años después, en 2006, tras producirse por segunda vez la reapertura de la causa al anularse las leyes referidas; y al resolver el Episcopado Argentino, encabezado por el Cardenal Bergoglio, la creación de una Comisión Ad Hoc para dilucidar la verdad sobre la muerte de Mons. Angelelli, se inició la segunda etapa del plan de ocultamiento – como lo calificó el Tribunal juzgador -, esta vez encabezado por el general Jorge Eduardo Apa, jefe de inteligencia “Subversiva Terrorista” del Estado Mayor del Ejército. Su objetivo principal estuvo dirigido a ofrecer sus “informaciones” a los obispos, especialmente a Mons. Carmelo Giaquinta y Mons. Roberto Rodríguez (entonces obispo de La Rioja) de la Comisión Ad Hoc, con quienes lograron reunirse en el Cenáculo “La Montonera”. A la máxima jerarquía el Gral. Apa escribió: “…La iglesia sería víctima de una maniobra perversa”…al instrumentar “la muerte de Angelelli como martirio…”.

8- En relación al “otro vehículo”, las primeras menciones fueron las aportadas por el personal del hospital de Chamical que atendió al sobreviviente Pinto y en su estado de shock balbuceó su existencia. En el expediente se encuentra reiterada por Nicolás Fernetti y Fernando Perotta, dos de las personas que llegaron al lugar pocos minutos después; y las declaraciones de los sacerdotes Gervasio Mecca y Esteban Inestal, quienes recordaron que en 1977 al dirigirse a Chamical, al pasar por el lugar del hecho, el P. Pinto les refirió la presencia de un auto blanco, con alitas en las puntas, tipo Peugeot.
Arturo Pinto, acompañante del obispo en su último viaje, fue el único testigo presencial que pudo declarar por primera vez ante la Justicia en 1984. Allí contó la maniobra del auto blanco que provocó el vuelco de la camioneta del obispo Angelelli ocasionando su muerte inmediata. Esta declaración fue reiterada en términos similares en varias oportunidades tanto en las etapas instructorias como en el juicio.
El chapista Nelson Ibañez, declaró que la camioneta era de color blanco hielo y tenía una mancha como hubiese sido rozada por un auto color blanco tiza. Es absolutamente falso que “otros testigos declararon no haber visto otro vehículo en el lugar”. Si, en cambio el oficial Pio Tanquía, que encabezó la primera comitiva policial que llegó al lugar del hecho. El policía dijo que vio un auto blanco, que le pareció un Peugeot 504, a poca distancia entre unos árboles al costado de la ruta. Y lo vio en dos oportunidades, al llegar al lugar y poco después cuando regresó al puesto policial de Punta de Los Llanos.

9- Dentro de las falsedades contenidas en los informes de inteligencia aportados a la causa judicial por el Archivo de la Comisión de la Memoria de La Plata, abundan escritos que endilgan vinculaciones del obispo Angelelli con la “subversión”, sin que en caso alguno esté respaldado en prueba objetiva y documentada. Pero fueron justamente esos informes maliciosos los que abonaron las mentes asesinas de los militares que ordenaron ejecutar el crimen. Sólo con aviesa intención se puede apelar a una foto recortada, que originalmente fue publicada con epígrafe e información sobre las refacciones de una sala de primeros auxilios en el barrio “4 de junio” de la periferia riojana en 1973, por jóvenes peronistas.

10- Son falsas también, y temerarias, las afirmaciones acerca de sus homilías. En ninguno de los cuatro tomos que publican todas sus homilías se encuentran palabras que no sean convocatorias a bregar por la justicia y por la paz. Y específicamente la denuncia de todas las formas de “cómo se mata la vida”, en su carta pastoral de Cuaresma de 1976.

11- Conociendo en profundidad el proceso judicial y la responsabilidad con que se actuó en la causa canónica, alentamos que el testimonio ejemplar del obispo católico Enrique Angelelli, nos contagie de su compromiso con la verdad, la justicia y la paz.

Profetas del odio

Sobre este punto el Obispo Marcelo Colombo también manifestó su desacuerdo a través de la Agencia Informativa de la Iglesia Católica (AICA). En uno de los párrafos reprocha la posición del diario que “menosprecia el rigor jurídico de la justicia humana que en sucesivas intervenciones, primero en La Rioja a partir de la actuación ejemplar del doctor Aldo Morales y años después de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos, en la justicia federal, tuvieron a su cargo el estudio de las circunstancias y los autores del atentado que terminó con la vida de monseñor Angelelli”.
Durante la misa celebrada el sábado 4 de agosto, a 42 años del asesinato del obispo, y en memoria del laico Wenceslao Pedernera y de los curas Gabriel Longueville y Carlos de Dios Muria, también víctimas de la dictadura cívico militar, les habló a los fieles acerca de “los profetas del odio que en su omnipotencia se sienten dueños de este país, cuando creíamos que la democracia era fuerte para que no volvieran a insinuarse los ideólogos de la seguridad nacional”.

Katy García
Agencia Prensared

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