miércoles, 20 de noviembre de 2013
CFK: Comienza el fin de una etapa
Los cambios de la presidenta Cristina Fernández en el gabinete nacional marcan el comienzo del fin de una etapa. La estrategia, ¿recurrir a la vieja política?
Parece ser un primer síntoma visible del impacto de los resultados electorales del 27 de octubre pasado, donde el gobierno nacional recibió un derechazo de la mano de Sergio Massa. Principalmente con votos del conurbano bonaerense, tierra pejotista con historia de punteros y de barones de la política clientelar organizados distritalmente.
Los cambios en el gabinete pueden leerse en este sentido. Por un lado un reacomodamiento de La Cámpora, teniendo que en cuenta que uno de los que salió de un cargo importante fue Juan Manuel Abal Medina, entregando la coordinación política del gobierno nacional al gobernador del Chaco, Jorge Capitanich. Este movimiento parece un desplazamiento táctico, como respuesta a la victoria del reagrupamiento del Frente Renovador, espacio que apunta a convocar a algunos (o varios) intendentes de la provincia de Buenos Aires.
Liga vs barones
Es decir, que ante una posible avanzada política desde los “barones del conurbano”, el gobierno se prepara para una contraofensiva organizada desde la jefatura de gabinete a través de su propia “Liga de Gobernadores”. Demás está decir que este entretejido político está por fuera del alcance de maniobras de La Cámpora. Hacía falta recurrir a un formato más tradicional para este tipo de confrontación que se da en términos más clásicos, en el nivel de las disputas históricas del PJ. Los respaldos de Daniel Scioli, Ignacio De Mendiguren (UIA), Jorge Macri y otros, dejan observar que este cambio por derecha viene a echar mano sobre el espacio político que creció en el último tiempo y que significa cierto nivel de negociación que repercuta en políticas que busquen contener demandas de estos sectores.
En concreto, en este caso, un espacio de vital importancia que deja la principal organización del gobierno en manos de la recomposición por derecha de los sectores del gobierno nacional.
En el caso del Ministerio de Economía y el Banco Central, hay que observar que la situación económica se agravó notablemente en los últimos años. La línea descendente de la economía marca, casi sin temor a equivocarnos, la finalización de un ciclo de ganancias del gobierno que recompuso notablemente la institucionalidad descalificada en el 2001 pero que también incorporó medidas progresistas hacia los sectores populares y de los trabajadores.
La realidad es que la baja de los precios de los comodities (materias primas como los productos del campo como la soja, o los minerales), ingreso que permitió poseer un activo con el cual desarrollar políticas de gobierno durante casi todo este tiempo de mandatos, también se viene terminando. Paralelamente, si tenemos en cuenta que de cara al 2015 se deben afrontar importantes pagos de compromisos con organismos internacionales, como por ejemplo los vencimientos de bonos de deuda externa que se deben encarar con los fondos de las reservas del Banco Central, tenemos que decir que éstas se encuentran en franca baja. Actualmente son de 32.600 millones de pesos, ya que en el último año se gastaron de las reservas federales casi un total de 10.690 millones, lo cual demuestra que el problema cambiario, la fuga de divisas y el compromiso con los pagos internacionales también impactaron contra el gobierno, sobre todo por la generación de una marcada inflación que afecta a la mayoría, pero particularmente a los sectores más pobres, base de sustentación electoral del gobierno y ahora en disputa en los primeros cordones del Gran Buenos Aires con el massismo.
La querida y vieja política
Es decir que si en lo político La Cámpora le cede el lugar a la Liga de Gobernadores, en el plano económico Kicillof consolida el control del poder del gobierno en manos de esta fracción superoficialista. Envían a Lorenzino a negociar planes de pagos al exterior, y buscan controlar la caja del Banco Central en su alocada carrera hacia abajo para garantizar llegar al 2015.
En los cambios sobre Agricultura, el currículum del ex jefe del INTA muestra un perfil sumamente técnico. De todos modos, hay que recordar que un punto flojo de la confrontación política del gobierno en su avance como proyecto nacional, fueron siempre los sectores de la patronal del campo. Un revés electoral como el sufrido hace menos de un mes, siempre hace poner un ojo sobre esta confrontación histórica. Sobre todo teniendo en cuenta que puede haber cierto nivel de estancamiento en los precios internacionales de la soja y para esto se hace necesario un nivel de negociación más laxo que el que tradicionalmente se viene sosteniendo hacia ese sector.
Es decir, que el gobierno nacional, luego de las elecciones y sin posibilidades (hasta ahora) de recambio, empieza a dejar de centrar su soporte político sobre una sola persona, en este caso la presidenta, y abre el gobierno en una táctica más de carácter al estilo PJ: la coordinación política en manos de los gobernadores kirchneristas, la economía en manos de La Cámpora y la relación con el conflictivo sector agropecuario en manos de quien lleve adelante un programa de negociación más flexible -de cara a dar respuesta a las patronales del campo- ante la baja de los precios internacionales de la soja.
El giro a la derecha, evidentemente, no es responsabilidad de los votantes. La derechización viene de la mano de una tendencia internacional demarcada por el agotamiento de los beneficios otorgados por los precios mundiales de las materia primas, que activaron un muy importante ingreso de divisas durante años y que ahora muestra su línea de declive. Esto sin duda tiene impacto político y tanto el gobierno como la oposición por derecha se preparan para la disputa en medio de la crisis que se viene.
El pueblo, que ya no es un mero espectador distraído, mostró disconformidad con el gobierno votando otras opciones, que en su mayoría son de derecha, pero también apostó a las listas de la izquierda. La militancia oficialista tiene ahora que comerse más sapos que de costumbre, como la foto que denunció el encuentro entre Sergio Massa y Martín Insaurralde en el Tigre, y también estos cambios casi inesperados. Estos hechos nos muestran que es imprescindible agotar los esfuerzos en generar unidad política como respuesta popular al escenario de crisis actual y su agudización futura.
Orlando Agüero.
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