Existen opiniones y preocupaciones sobre la ideología que inspira al Ministro de Economía. A ciertos sectores de las clases dominantes les preocupa su formación y estudio sobre dos referentes teóricos de la economía política.
Uno es el inglés John Maynard Keynes, inspirador de la corriente principal en la disciplina científica por medio siglo, entre 1930 y 1980, y nuevamente en el debate ante la intervención estatal para el salvataje del capitalismo en crisis, incluso por mentores de la corriente neoliberal.
El otro es Karl Marx, un clásico de la teoría de la revolución, crítico del capitalismo y propulsor de la eliminación de la explotación del hombre por el hombre.
La tesis arraigada entre las clases dominantes y sus teóricos es que el Estado no debe intervenir en la economía, máxima originaria en el pensamiento de los clásicos, desde Adam Smith en adelante y continuado con los neo-clásicos desde Menger, Marshall y los seguidores hasta la aparición de Lord Keynes.
En el marco del capitalismo, el keynesianismo quedó a la izquierda del neoliberalismo, sin analizar que fueron corrientes principales en dos momentos históricos diferentes. El keynesianismo fue hegemónico entre 1945 y 1975/80, los treinta gloriosos años de expansión capitalista; mientras que los neoliberales, ensayaron sus políticas bajo el terrorismo de Estado en Sudamérica y generalizaron globalmente su hegemonía en los años 80 y 90, bajo la restauración conservadora de Thatcher y Reagan.
Por su parte, las diferentes corrientes de pensamiento que sucedieron a Marx, fueron críticas de keynesianos y neoliberales. Es cierto que algunos intentaron la fusión teórica de ambas paradigmas, resultando un híbrido siempre hegemonizado por la orientación favorable al orden capitalista.
Se puede conocer a fondo las tesis de cada una de las corrientes teóricos presentes en nuestro tiempo, pero a la hora de la “política económica”, es decir, el pensamiento puesto en “curso deliberado de acción de gobierno” lo que interesa es el rumbo favorable a la ruptura de las relaciones capitalistas de producción o a su consolidación. Ese es el parámetro para medir y evaluar la ideología puesta en acción.
¿Cuál es la respuesta ante la inflación actual? Una cosa será defender el ingreso de los trabajadores y otros sectores populares. Una muy distinta favorecer la rentabilidad empresaria limitando la demanda de ajuste de ingresos en convenciones colectivas.
¿Qué se dice sobre el modelo productivo y de desarrollo actual? Una respuesta puede ser la crítica a la dominación transnacional que emerge de la dependencia del paquete tecnológico en manos de empresas extranjeras de la alimentación y la biotecnología para el caso de la soja y otras producciones del agro; o la dependencia del inversor externo en la mega minería a cielo abierto; o la organización de la industria como armaduría más que como fábricas que difunden empleo y producción de partes a pymes y promoción del mercado interno; o continuidad de la extranjerización de la banca, entre otros asuntos centrales. Otra respuesta transita por la consolidación de la estructura económica social emergente de las modificaciones institucionales gestadas en el menemismo y vigentes aún (autorización a los transgénicos, modificación del código minero, firmas de tratados bilaterales de inversión y sumisión a tribunales externos, especialmente el CIADI).
La praxis define si la orientación se vuelca sobre uno u otro pensamiento, adicionando que sustentar políticas coherentes con Marx requiere de un sujeto colectivo consciente y un programa anticapitalista, muy lejos de los propósitos del gobierno argentino.
Julio C. Gambina. Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Profesor Titular de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
No hay comentarios:
Publicar un comentario