miércoles, 30 de noviembre de 2022

Venezuela: un giro acicateado por la guerra en Europa


La “mesa de diálogo” y la licencia para Chevron 

 El gobierno venezolano y la oposición que se agrupa en la Plataforma Unitaria retomaron el proceso de diálogo en México, que se había interrumpido hace poco más de un año, tras la extradición desde Cabo Verde a los Estados Unidos de Alex Saab, un hombre del régimen de Nicolás Maduro. 
 Las conversaciones cuentan con el impulso de Washington y el apoyo de la Unión Europea, Reino Unido y Canadá. Noruega ejerce de facilitador, Rusia y los Países Bajos de acompañantes. 
 El primer acuerdo alcanzado en la capital azteca establece la conformación de un fondo por 3 mil millones de dólares, administrado por la ONU, que estará destinado a la reconstrucción del sistema eléctrico y otras obras de infraestructura. Ese dinero, que pertenecía a Caracas, fue bloqueado por los yanquis como parte del paquete de sanciones instrumentado en la era Trump.
 A la vez, el gobierno estadounidense ha liberado una licencia (por seis meses) para que Chevron pueda retomar la producción de petróleo en tierras venezolanas, en una serie de proyectos en los que se encuentra asociada a la estatal Pdvsa. De todos modos, solo podrá exportar el crudo a Estados Unidos, y no está autorizada a pagar regalías e impuestos al gobierno venezolano. 
 El giro estadounidense es sobre todo fruto del estallido de la guerra en Ucrania, que condujo a un aumento en los precios energéticos a nivel global y una crisis en los suministros. Ya en el mes de marzo, empezaron las negociaciones entre Washington y Caracas.
 Por lo demás, las petroleras occidentales venían presionando a sus respectivos gobiernos para que revisaran su política hacia la nación caribeña. “Además de Chevron, otras multinacionales energéticas como las europeas Eni y Repsol hacen lobby para obtener concesiones similares en gas y petróleo. Se especula con insistencia en torno al interés de otras multinacionales estadounidenses y francesas”, destaca un artículo de El País (reproducido por La Nación, 27/11).
 Es importante señalar que el régimen venezolano se encuentra en un proceso de reprivatización petrolera que apetece a las firmas occidentales. Y lo que no aprovechen estas últimas lo harán Rusia y China, como ya viene ocurriendo desde la imposición del bloqueo. 
 Washington se ve forzado también a cambiar de táctica debido al fracaso de la tentativa golpista de Juan Guaidó. Ya en los comicios regionales de fines de 2021, un ala de la oposición capitaneada por Henrique Capriles decidió concurrir a las urnas, ante la pérdida de consistencia del gobierno paralelo. 
 La presión del imperialismo se concentra ahora en arrancar mayores concesiones a Caracas en la mesa de negociaciones. El grueso de las sanciones económicas aún sigue en pie. En el aspecto político, Washington y la UE quieren una elección presidencial controlada por la comunidad internacional, que eventualmente pueda abrir paso a un recambio político.
 Los gobiernos “nacionales y populares” de Colombia y Argentina se han plegado al operativo de Joe Biden y el francés Emmanuel Macron, colaborando informalmente con el restablecimiento de los nexos. 

 El mapa político 

El proceso de diálogo cuenta con el aval de la mayor parte de la derecha venezolana, incluyendo a Guaidó. Solo un sector minoritario, encabezado por María Corina Machado, salió a cuestionarlo.
 La oposición está tratando de superar su fragmentación, con la mira puesta en los próximos comicios presidenciales. Negocia una elección primaria para definir el futuro candidato en la que ya hay varios anotados. La fecha tentativa es mediados del año próximo. De todos modos, la discordia estalló por estos días debido a que algunas fuerzas se oponen a la continuidad de Guaidó como presidente interino, señalando que el cargo ya no tiene ningún sentido, en tanto que aquél defiende su permanencia y la de la Asamblea Nacional paralela. 
 El gobierno venezolano, por su parte, examina la posibilidad de adelantar la elección presidencial para frustrar la consumación de una gran alianza opositora. 
 Caracas llega a esta nueva etapa de diálogo en medio de un fenomenal ajuste, con recortes en los subsidios a la gasolina, el gasto público y la eliminación de los controles de precios. La devaluación imparable del bolívar ha destruido los salarios e impera una dualidad monetaria, con un porcentaje similar de transacciones en dólares y moneda local. El bolívar, ultra depreciado, se usa para las compras chicas.
 Maduro alienta también una normalización de los vínculos con Colombia. Le propuso al colombiano Gustavo Petro el armado de una “zona económica especial” en la frontera. La vice venezolana, Delcy Rodríguez, participó de un foro conjunto de la Fenaco y Fedecámaras (centrales patronales de los dos países) en que expuso oportunidades de negocios (El Pitazo, 24/11).
 En el reciente XXII encuentro de partidos comunistas desarrollado en La Habana, el secretario general del PCV, Héctor Rodríguez, que forma parte de una alianza política que rompió con el gobierno venezolano, criticó a Maduro por el ajuste “neoliberal” y denunció la persecución de los luchadores populares. El límite de este conglomerado opositor es que no propone una perspectiva socialista sino un retorno al chavismo. El cubano Miguel Díaz-Canel, de todos modos, pareció salir al cruce de los comunistas venezolanos en su discurso, al ratificar su total apoyo a Caracas. 
 La situación venezolana plantea la necesidad de un programa de medidas urgentes para defender las condiciones básicas de vida, partiendo de la indexación de salarios y jubilaciones de acuerdo a la inflación. Libertad a los trabajadores presos por luchar.
 Abajo las sanciones económicas del imperialismo. Por el desarrollo de una alternativa política de los trabajadores, independiente del gobierno y de la oposición proimperialista. 

 Gustavo Montenegro

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