Ante 250 empresarios, el ministro de Economía Sergio Massa ratificó esta semana el cumplimiento de las pautas del FMI en un evento organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp).
Mientras la atención popular se centraba en el Mundial y en los preparativos del partido con México, el dirigente del Frente Renovador sostuvo que “vamos a cumplir con las metas del programa tanto en materia de déficit como de acumulación de reservas”. En términos más precisos, señaló que “vamos a terminar el año cumpliendo el (objetivo de) 2,5% de déficit fiscal”.
¿De qué manera? No lo explicitó, pero es por medio del ajuste en jubilaciones, prestaciones como la Asignación Universal por Hijo, vivienda, educación, salud y obra pública, lo que ya mereció el elogio de la titular del Fondo, Kristalina Georgieva.
Paralelamente, la ministra de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos, adelantaba que el gobierno quiere que la actualización del monto de los planes sociales deje de estar atada a la evolución del salario mínimo, estableciendo su incremento por separado. Una vía para reducir aún más el ingreso real de los sectores más empobrecidos.
También en el Cicyp, Massa se despachó con el anuncio de un nuevo blanqueo de capitales, que premiará a los fugadores de divisas al exterior con beneficios impositivos. Y se apresta a convalidar un nuevo dólar soja que favorecerá a las patronales rurales, todo bajo el mantra de engrosar las reservas.
En tiempos de crisis, se ajusta aún más las clavijas sobre las masas, mientras los grandes empresarios siguen obteniendo privilegios.
El “superministro” Massa, cabe recordar, cuenta con el apoyo de las distintas alas Frente de Todos, incluyendo el kirchnerismo.
Massa balbuceó en el Cicyp que “si no bajamos la inflación, la incertidumbre no va a cesar”, pero no hizo ningún anuncio serio para frenarla. El aumento de precios, que en octubre registró un incremento de 88% interanual, es un mazazo sobre los ingresos populares.
Mientras la burocracia sindical se dedica a asistir a los actos del oficialismo, sectores del movimiento obrero como el sindicato del neumático (Sutna) y los residentes y concurrentes porteños marcan el camino, con procesos de lucha que arrancaron una recomposición salarial. En tanto, 2.500 delegados protagonizaron el fin de semana pasado un gran congreso nacional del Polo Obrero. Es necesario llevar a la victoria cada lucha parcial y poner en pie un paro nacional.
Otra de las novedades de la semana es que el gobierno estudia el despliegue de más gendarmes en el Gran Buenos Aires, en línea con el reclamo que hiciera la vice Cristina Kirchner en su discurso del sábado 19 en el Estadio Único de La Plata. Según el diario La Nación, CFK recogió un planteo que ya venían haciendo por lo bajo los barones del Conurbano.
La mayor presencia de la Gendarmería no resolverá el problema de la inseguridad, cuya base es la asociación del delito con el propio aparato de seguridad del Estado. Es, además, una fuerza que ha estado involucrada en el espionaje contra los movimientos populares (Proyecto X) y la muerte de Santiago Maldonado.
La propuesta de CFK mereció la aprobación del ministro de seguridad bonaerense, el represor Sergio Berni (ahora denunciado por enriquecimiento ilícito), quien la calificó como “música para sus oídos”. Atiborrar las ciudades con gendarmes es también el planteo de la dirigente de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich.
“El desafío es superar este peronismo que le hace la tarea sucia a una derecha que fracasó con Macri, que está fragmentada, pero que impone la agenda de cabo a rabo”, subraya Néstor Pitrola en el editorial del jueves de Prensa Obrera.
Fuera los políticos capitalistas. Por un movimiento popular con banderas socialistas.
Gustavo Montenegro
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