El proceso que terminó decantando en la elección del brasilero Ilan Goldfajn como nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) tuvo varios claroscuros, entre ellos el apoyo que dio a su candidatura el líder del PT, Lula da Silva.
El BID, creado en 1959, en medio de la Guerra Fría, es uno de los bancos de desarrollo más importantes del globo y el mayor proveedor de fondos para el financiamiento de obras de infraestructura en América Latina. El dinero de los créditos que se conceden a los distintos países proviene en gran medida de Estados Unidos, que ha colocado al organismo bajo su tutela. Estos préstamos, cuyo otorgamiento está condicionado a la implementación de determinadas políticas, son una vía para el reforzamiento de la injerencia del capital financiero en las economías de la región.
Goldfajn, un hombre del FMI, reemplazará al expresidente del organismo, el trumpista Mauricio Claver-Carone. Estuvo a cargo del Banco Central de Brasil bajo el gobierno del golpista Michel Temer, entre 2016 y 2019. Desde ese lugar ha defendido la aplicación de una rigurosa política de control fiscal, que se combinó con otros embates antiobreros de la época, como la reforma laboral que habilitó jornadas de 12 horas de trabajo y aumentó la precarización de la clase obrera carioca. Goldfajn es un promotor del ajuste fondomonetarista.
El novel presidente del BID ha estado oficiando como auditor regional del FMI. Es el funcionario del gobierno norteamericano y del Fondo con el que Massa vino negociando los términos del acuerdo que posee el organismo con Argentina. Habrá que ver quién será elegido para ocupar ese lugar, una empresa que está a cargo de Kristalina Georgieva, la mandamás del FMI.
La candidatura de Goldfajn fue promovida por el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Se impuso con el 80% de los votos y tuvo la banca de Estados Unidos y de Argentina, entre otros. La posición de Lula demostró, nuevamente, que en su radar no figura chocar con el imperialismo, ni revertir los ataques implementados en los últimos años contra las masas trabajadoras, precisamente porque regresará al poder con el apoyo del gran capital y de Washington.
Es necesario que los trabajadores brasileros (y de todo el continente) adopten las banderas de la independencia política.
Nazareno Kotzev
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