El operativo clamor para que Cristina sea candidata en el 2023 viene teñido de un corrimiento a la derecha y apoyo al plan fondomonetarista de Sergio Massa. Por lo pronto, entraron en pausa todos los pronósticos y corrillos oficiosos que daban a Berni por “renunciado” y a Julio Alak, titular del Ministerio de Justicia de la provincia de Buenos Aires, como su reemplazante de apuro.
Alak, lisonjeado por Alberto Fernández en un acto donde se reencontraron el gobernador y el presidente, negó que estuviese previsto unificar su ministerio con el de Seguridad y rescató la “importante tarea” del represor de Guernica y jefe de hecho de la Bonaerense. Si Berni termina yéndose será como producto de una negociación con el kirchnerismo y en desmedro de Kicillof. Tratándose de un incondicional de Cristina Kirchner, las declaraciones de Alak tienen el sello de la vicepresidenta, que fue la banca de Berni en el gabinete provincial desde su designación en diciembre del 2019 .
La especie echada a rodar que le atribuye al gobernador no querer entregarle su ministro al “corpo” Lanata -después del programa donde se expusieron la veintena de propiedades subvaluadas y no declaradas al fisco que fue acumulando el millonario Sergio Berni- es una justificación en modo K (“no hacerle el juego a Clarín y la derecha”) y fundamentalmente una coartada para que Berni siga en el gobierno de Kicillof.
¿Berni no se va?
El facho de Berni juega con el poder de fuego de la maldita policía, un cuerpo armado de 100.000 efectivos, pero también con la data y los conocimientos íntimos que tiene de los negocios de la familia Kirchner desde los tiempos de Santa Cruz. El carpetazo está siempre presente y pende sobre Cristina que enfrenta la causa Vialidad por corrupción, y un pedido de pena de 12 años de prisión efectiva.
Midiendo el revuelo provocado, la “sobrevivencia” del confeso derechista confirma hasta qué punto el gobernador Kicillof es bernidependiente y resiste el despido de su ministro. Axel Kicillof ve en la ofensiva contra Berni un tiro por elevación contra su intento de reelección, y una jugada de los intendentes en alianza con La Cámpora para impulsar un candidato a gobernador de su riñón, como podría serlo Martín Insaurralde.
Cristina y Berni
La apelación a que Cristina decida el futuro de Berni devolvió gentilezas y terminó comprometiendo directamente a la “jefa” en el salvataje del capo mafia de la Bonaerense. Las intrigas palaciegas y los embates de Máximo Kirchner y el “Cuervo” Larroque contra el ministro represor son un recurso tardío, y sin entusiasmo, para frenar la “autonomía” de Sergio Berni, quien no pierde la oportunidad para recordar a viva voz que el kirchnerismo lo defraudó.
Es además una jugada de Máximo y La Cámpora para restablecer la alianza quebrada con los intendentes y el PJ bonaerense frente a una elección incierta. Fue con la venia de Cristina que Sergio Berni hizo de La Bonaerense un ariete del kirchnerismo para disciplinar a los barones del PJ bonaerense, arrebatándoles incluso el manejo de la Policía Comunal y los fondos para “seguridad”. Esta funcionalidad, que explotó el kirchnerismo y La Cámpora, entró en crisis agravando la fragmentación del peronismo.
El responsable político del secuestro policial de Facundo Astudillo Castro no se privó de “empatizar” con el gatillo fácil de la Bullrich y con el liberfacho de Milei. Tampoco de festejar el discurso de la vicepresidenta en el Día del Militante como “música para los oídos”, apuntando contra Aníbal Fernández, ministro de Seguridad de Alberto, como responsable de la Gendarmería Nacional que no se envía a la provincia. Aún en desgracia, Sergio Berni sigue siéndole útil a Cristina para impostar una oposición trucha “desde adentro” al gobierno nacional de Alberto Fernández, que integra la vicepresidenta como parte y fundadora.
Al Fondo y a la derecha
El ministro de Kicillof captó lo esencial del discurso de Cristina el pasado 17 de noviembre. Sea con la Bonaerense, la Gendarmería o ambas fuerzas represivas en acción, el blanco no está en el delito y la inseguridad ciudadana sino en las protestas, los piquetes obreros y las ocupaciones de tierras en un conurbano hambreado. Berni, Kicillof , Máximo y Cristina saben, al igual que todo el PJ bonaerense, que la provincia de Buenos Aires es un polvorín y que el ajuste atiza el fuego de las movilizaciones populares.
A un derechista como Berni tampoco se le escapó la reivindicación expresa que hizo CFK de su alineamiento -hasta el final- con Juan Domingo Perón, creador de la Triple A y del aparato de represión criminal y antiobrero contra el activismo clasista y antiburocrático,
El “general” comandó personalmente la represión durante el tercer gobierno peronista. Los Kirchner no rompieron con el peronismo de la AAA ni siquiera con el advenimiento de Isabel, López Rega y el Operativo Independencia que abrió las puertas al golpe y dictadura de Videla.
Berni y la reelección de Kicillof
Kicillof ha optado por aferrarse a su ministro a sabiendas del poder de fuego que tiene Berni para tirarle la Bonaerense por la cabeza. Un problema con el que también tiene que lidiar el ministro de “Seguridad” para arbitrar en las disputas e internas policiales mafiosas del mayor cuerpo armado del país. La Bonaerense no es un cuerpo homogéneo sino una corporación asociada al delito organizado y las grandes bandas, donde las cúpulas de la policía se disputan a tiro limpio los vueltos y ganancias del narcotráfico, la trata y todo tipo de ilícitos.
La muerte del hincha de Gimnasia en medio de una represión feroz fue básicamente una “podrida” de la interna policial y una advertencia al propio Berni para “que se ubique”. Por extensión, sacudió a Kicillof, quien por enésima vez respaldó la continuidad del capo mafia en el gabinete provincial. Un eventual desplazamiento de Berni movería la estantería jerárquica de la Bonaerense y la trama delictiva que la rodea. En lo inmediato forzaría el desplazamiento del número 1 de la policía provincial -obligado a irse con Berni- agravando la guerra de patotas por el control de los territorios, negocios y el control de las comisarías.
Para Kicillof, si Berni se va o lo van avanzan sus adversarios en el gabinete provincial. Martín Insaurralde, jefe de gabinete impulsado por Cristina después de la derrota en las legislativas del año pasado, representa a la liga de gobernadores que no descarta sacarse de encima la reelección del Kici si este finalmente deja la provincia de Buenos Aires para compartir una fórmula presidencial con Sergio Massa en primer término y con él como vice.
Axel Kicillof desconfía del momento elegido para atizar el relevo de Berni por Alak. Todavía tiene que sortear el tratamiento y aprobación del presupuesto provincial 2023 que está negociando con Juntos por el Cambio. Una ley de leyes y fiscal que se presenta como la garantía de pago y de ajuste en beneficio del Comité de Acreedores de la fraudulenta deuda externa de la provincia de Buenos Aires. Un fracaso de Kicillof con el Presupuesto 2023 o el avance sobre su aliado Berni son golpes a su campaña reeleccionista.
Cuando el diario La Nación habla del proyecto de presupuesto de Kicillof y de su gobierno como una expansión explosiva del empleo público, omite señalar que el gasto fiscal fue destinado principalmente a costear la incorporación de 40.000 nuevos efectivos policiales que ingresaron como personal efectivo a la Bonaerense. La contrapartida son los contratos a término y precarios a cargo de la Dirección General de Escuelas, preámbulos de despidos en masa como ocurriese con los docentes del programa +ATR.
Ganar las calle para echar a Berni
Si Berni la pudre Kicillof tendrá que lidiar con la sucesión del “camarada” de la maldita policía y con los apetitos de las cúpulas de la Bonaerense. La movilización por el “¡Fuera Berni!” implica intervenir en esta crisis política golpeando al ministro derechista y a sus sostenes, empezando por Kicillof, el gobernador amigo de Baradel y las burocracias kirchneristas.
Fuera Berni es una respuesta también a Cristina que no termina de soltarle la mano a Berni y quiere militarizar -como la derecha- el Gran Buenos Aires y las zonas calientes de la provincia. Para la izquierda es un deber movilizarse para echar a Berni si quiere acaudillar la lucha contra la impunidad y la violencia estatal contra los trabajadores y la juventud.
¡Fuera Berni ya! ¡Desmantelamiento de la Bonaerense!
Daniel Rapanelli
No hay comentarios:
Publicar un comentario