El acto en Pilar junto a Abel Furlán, nuevo secretario general de la UOM, fue la oportunidad para que Cristina Kirchner hiciera su primera aparición pública tras el frustrado intento de magnicidio que sufriera semanas atrás. El lema del acto -“No hay solución gremial sin solución política”- adelanta que la burocracia sindical K seguirá en sus cuarteles de invierno, como toda la burocracia de la CGT, y mientras tanto ayudará en la cuesta arriba del kirchnerismo mediante la rosca política.
Según la Vice, “me quieren de acusada, no de víctima”. “La Justicia no va a investigar nada”, agregó. CFK busca a los autores políticos del atentado en el grupo Revolución Federal y en el macrismo, mientras rechaza cualquie responsabilidad de la custodia policial de su persona y de los servicios de inteligencia del Estado. Pero si necesitó sólo dos meses para descubrir el complot para asesinarla, la pregunta vuelve a a ser por qué no lo advirtió primero la AFI, que es la oficina de espías de su gobierno. La sospecha de que Gerrdo Millman, un socio de Patricia Bullrich, podría estar vinculado con el atentado, nos devuelve al mismo punto de partida, porque Millman ha estado vinculado con la misma oficina de espías, bajo el gobierno anterior. En ausencia de una política electoral, la Vice busca construir un relato persecutorio en que el Estado que ella codirige estaría ausente…
“Tenemos que estar todos juntos” respondió cuando el aparato del actual secretario Furlán propinó una chiflatina al anterior secretario de la UOM y la CGT, Antonio Caló. CFK quiere sumar a su campaña electoral, cuando la inflación se acerca al ciento por ciento en ascenso. Justificó, con tres años de demora, el acuerdo para que AF fuera presidente por el “contexto regional” (Trump, Bolsonaro). No se tomó el tiempo, sin embargo, de decir cuál contexto rige ahora para justificar una alianza con Massa para octubre próximo. Denuncia el acuerdo con AF como una improvisación, que quiere repetir con Massa. Dijo que le llevó “12 años de gobierno para sacar al país de la crisis más importante” de la historia, pero ahora necesitó apenas tres para empeorar la que dejó Macri.
Como si fuera una observadora y no protagonista, Cristina Fernández se mostró alarmada por los 17 puntos, que ilustró con un gráfico, de diferencia entre el salario y la productividad. La atribuyó a una “renta extraordinaria” que, sin embargo, no vio con el ‘dólar soja’ o con los bonos duales (dólar o inflación), ni con la decisión del Central de aumentar las tasas de interés de la deuda y emitir dinero cuando los acreedores quieran venderla. En síntesis, la gran oradora nacional y popular se convirtió en embustera.
Reclamó una suma fija como si fuera una dirigente de la Unidad Piquetera y no miembro del gobierno, y que el salario se ajuste por productividad, como si no consistiera precisamente en esto el trabajo precario, el sistema de primas y la superexplotación. Presentó la ´reforma laboral´ que exige la burguesía como una reivindicación que atribuyó a un interés de los trabajadores. Furlán, ex secretario de Campana, o sea Techint, sabe muy bien a quién beneficia la llamada remuneración por productividad.
Después de esta perorata vacía CFK reivindicó los “grandes esfuerzos” de Massa. Apoyó la denuncia de Massa contra los “planeros VIP”, en referencia a los subsidios presupuestarios que el capital recibe del gobierno de ella misma. Al plantear que “hay que rediscutir cada punto en el presupuesto”, deja entrever que habrá que violar su articulado, algo que se da por descontado que ocurrirá porque es un presupuesto falaz. En resumen, la jefa del movimiento dijo una cosa y todo lo contrario al mismo tiempo, nadando a favor de la corriente con viento en contra...
El “acuerdo democrático y consenso económico” sería necesario, según la vicepresidenta, para “salir de la economía bimonetaria”, justo cuando se derrumban todas las monedas en el mundo debido a una revalorización del dólar forzada por el banco central norteamericano. Este dislate debe habérselo soplado Kicillof. El abandono del bimonetarismo presupone el fin de la dominación del dólar, y esto último será la expresión de un derrumbe financiero internacional. Para colmo de dislates, la Vice dijo, después de lo anterior, que “Hay que aceptar las condiciones del FMI”, o sea el bimonetarismo –el respaldo del peso con una gran reserva de dólares. En estos días CFK volvió a juntarse con Chevron, para que exporte gas y petróleo a precio dólar y con el contrapago en dólar. El nacionalismo popular ha abandonado la reivindicación quijotesca de la moneda propia.
En definitiva, CFK inicia una campaña electoral políticamente incierta, con un guiño mentiroso a una audiencia formada por el aparato de la UOM y otro guiño tentativo, de resultado incierto, hacia el FMI.
Federico Fernández
07/11/2022
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