En el acto que encabezó en el Estadio Único de La Plata, Cristina Fernández pidió un reforzamiento de la presencia de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA) en el conurbano bonaerense. Quienes esperaban encontrarse a la vice ofreciendo un discurso impregnado de “justicia social”, se toparon con una defensa y promoción de la militarización de los barrios.
El tópico seguridad fue uno de los tantos que abordó CFK en su alocución. Cristina afirmó que, en el seno de las fuerzas de seguridad, se está desarrollando un proceso de autonomización que las estaría emancipando del “poder civil”. Aníbal Fernández no tardó mucho en cruzarla, indicando que no existe tal autonomización, puesto que él dio la orden para reprimir a los mapuches con tropas federales.
Cristina reivindicó el “Operativo Centinela”, implementado bajo su segundo gobierno, con el cual se desplegaron miles de gendarmes en la provincia de Buenos Aires, y llamó a que vuelva a aplicarse. De lo que se olvida la vice es que la GNA se encuentra actualmente instalada en los barrios, trabajando mancomunadamente con la policía. CFK está pidiendo, en realidad, un reforzamiento del carácter represivo del Estado, algo que no debería sorprender a nadie.
El kirchnerismo, que suele autodefinirse como defensor a ultranza de los derechos humanos, ha sido siempre un promotor de la represión policial, y la Gendarmería fue (y es) una de sus fuerzas preferidas para ello. Los gobiernos nacional y provincial de Néstor Kirchner hicieron de esto último una política de Estado, que Cristina defendió. Con el Plan Centinela, se profundizó esta orientación; unos 6.000 gendarmes desembarcaron en los barrios del conurbano y de CABA. El balance es lapidario, el delito continuó creciendo y la pobreza de los trabajadores también.
La GNA siempre fue utilizada por el kirchnerismo para atacar las luchas obreras y defender los negocios capitalistas. El gobierno santacruceño de Néstor Kirchner, a fines de 1998, reprimió mediante el uso de esa fuerza a la Coordinadora de desocupados de Caleta, que estaba compuesta, por ejemplo, por trabajadores petroleros despedidos producto de la política privatista de Carlos Menem, al cual el matrimonio Kirchner apoyó fervientemente.
El mismo Kirchner, en 2005, reprimió con la Gendarmería a trabajadores estatales y municipales santacruceños que reclamaban por aumentos salariales. En 2008, Néstor llamaría “cobardes patoteros” a los docentes que en Santa Cruz protestaban contra el ajuste, y les mandó a la Gendarmería para que escarmienten.
Cristina, desde su lugar como presidenta, en 2014, reprimió brutalmente a los trabajadores de Lear, con el uso de la GNA, a la vez que la utilizó para realizar tareas de inteligencia en el marco del “Proyecto X”, para lo que también contó con la participación del genocida César Milani y de la exministra de Seguridad Nilda Garré.
Patricia Bullrich, la jefa del PRO, parece haber aprendido a tener mano dura gracias a las lecciones que brindaran los nacionales y populares. Ella utilizó a la GNA para defender los intereses de los grandes terratenientes del país; por ejemplo, en 2017 llevó adelante una cacería contra la comunidad mapuche de Pu Lof Cushamen, que terminó con la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado.
Por otro lado, en esa misma línea derechista, Cristina dijo que no hay orden que garantice más la seguridad que el hecho de que “la familia argentina vuelva a comer en su casa y no en un comedor”, estigmatizando a los pobres, diciéndoles delincuentes. Es un gran acto de hipocresía decir que la inseguridad es un producto de la pobreza… que ella misma genera con el programa de ajuste que está aplicando su gobierno. A la vez, buscó reforzar la idea de que el gatillo fácil es una consecuencia del “exceso” de ciertos efectivos policiales, deslindando de su responsabilidad a los personeros del Estado.
El gatillo fácil, por el contrario, es promovido desde el propio poder político, así como la inseguridad es un producto del entrelazamiento del Estado con el delito. Sergio Berni, el ministro de Seguridad bonaerense bancado por Cristina y Axel Kicillof, ha llegado a decir que “no le asusta” discutir la pena de muerte. Las fuerzas de seguridad son educadas en el desprecio contra los trabajadores, en una disciplina de hierro para defender al capital.
El gatillo fácil es la expresión más extrema de una política de regimentación de la juventud, alimentada por una arenga represiva (que también encuentra su divulgación en personajes como Espert, Milei, Bullrich, etcétera).
Asimismo, Argentina no podría haberse convertido nunca en una suerte de paraíso narco sin la complicidad de los capitalistas y su Estado, que deja que ingrese la droga a través de los puertos privados, para alimentar negocios turbios en las barriadas a costa de la destrucción material y espiritual de la juventud. Las fuerzas de seguridad, por su parte, defienden los superbeneficios que obtiene el capital con el narcotráfico.
Nazareno Kotzev
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