En las elecciones presidenciales del 21 de noviembre pasado, José Antonio Kast (Partido Republicano), candidato del Frente Social Cristiano, se alzó con la victoria en primera vuelta con el 27,9% de los votos, frente al 25,8% obtenido por Gabriel Boric (Frente Amplio) de Apruebo Dignidad, que quedó en segundo lugar. El abstencionismo obtuvo el primer lugar con un 53%. La segunda vuelta, donde se definirá quién gobernará Chile en los próximos años, entre el candidato de la ultraderecha y el de la centroizquierda, se llevará a cabo el próximo 19 de diciembre. Los partidos políticos que gobernaron el país los últimos treinta años quedaron fuera de carrera, aunque conservan poderío en ambas cámaras del Congreso y ya han operado los realineamientos con las candidaturas que siguen en competencia.
El triunfo de Kast, aunque acotado, fue un cimbronazo para la mayoría del pueblo chileno, ya que significa un repunte de la derecha, en su versión más extrema, que tras el estallido de 2019 acumuló sucesivas y profundas derrotas políticas, en particular en el terreno electoral. Es cierto, sin embargo, que logró mantenerse en el poder, pero ello se debe en mayor medida a los favores de la “oposición” cómplice que se empeñó en sostener al presidente Sebastián Piñera, más que a sus propios méritos.
El significado del voto contra Kast
Reivindicando el legado de la dictadura militar, Kast representa el pinochetismo puro y duro en toda la línea porque, antes que nada, es la tentativa de resolver en términos represivos la crisis del régimen político abierta con la rebelión popular de octubre de 2019 y así salvaguardar los intereses de la burguesía puestos en peligro por el pueblo chileno movilizado masivamente. Es decir, nos enfrentamos a un endurecimiento de las ya tremendas políticas represivas en las que se respaldó el gobierno de Piñera en los últimos dos años.
La reivindicación de carabineros procesados por violaciones a los derechos humanos durante la revuelta; el reforzamiento de la militarización que actualmente sufren pobladores de las regiones de la Araucanía y Bio Bío (funcional a los intereses de las grandes forestales apropiadoras del territorio mapuche); la expresa intención de mantener presos a cientos de luchadorxs y, en contrapartida, la liberación de militares condenados por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura de Pinochet; la criminalización y expulsión de inmigrantes; el desconocimiento a los derechos conquistados por las mujeres y disidencias trabajadoras, la defensa irrestricta de la estafa de las AFP, así como de la educación privada y confesional y del sistema de salud privatizado, son sólo algunas de las banderas programáticas con que se presentó el candidato en estas elecciones.
Como se ve, el programa de gobierno de este sector fascistoide es un catálogo de ataques furibundos a la clase trabajadora, a las naciones originarias y en particular al pueblo mapuche, a las mujeres y disidencias sexo-genéricas, a la comunidad migrante, por lo que se impone la necesidad de frenar su llegada al gobierno desplegando toda la experiencia y capacidad organizativa que el pueblo chileno acumula en años de lucha contra el régimen negador de derechos elementales y, en el plano electoral, valerse del voto a Boric, sin que ello implique depositar ninguna expectativa en su eventual gobierno.
Una derrota electoral de Kast abre un terreno que trasciende la política “en la medida de lo posible” de la versión 2.1 de la Concertación que representa la coalición centroizquierdista de Apruebo Dignidad, mejorando las condiciones para luchar por las demandas de las familias trabajadoras que siguen sin respuesta alguna.
La amenaza real a las libertades democráticas y condiciones de vida mínimas que representa un triunfo de Kast puso en alerta a importantes sectores populares y activistas, que demostraron una notable capacidad de reacción: el movimiento de mujeres, a través de asambleas masivas, definió movilizar fuertemente el 25 de noviembre contra el avance de la derecha protofascista y votar contra Kast; trabajadores del cobre otro tanto, amenazando con huelgas frente a los planes anunciados por Kast de avanzar en la privatización de Codelco en caso de llegar a la Moneda; los trabajadores portuarios, el Colegio de Profesores, organizaciones de lucha en defensa del medio ambiente y del agua, asambleas territoriales, etc., se han pronunciado por un voto contra la ultraderecha.
Ninguna confianza en Boric
La lucha por frenar el avance de Kast valiéndose de la única herramienta que hay en el plano electoral, esto es, votando por Boric, no implica ninguna solidaridad política con este sector de la centroizquierda que ha puesto todos sus recursos al servicio de sostener a Piñera en el gobierno, como parte fundamental del pacto del 15 de noviembre, negociado con los partidos del orden de los 30 años mientras se descargaba una brutal represión contra las masas chilenas movilizadas.
El llamado a votar contra Kast es desde un planteo programático antagónico al levantado por Apruebo Dignidad que, dicho sea de paso, ha sido manifiestamente derechizado en los días posteriores a la primera vuelta presidencial para congraciarse -aún más- con la burguesía. Levantamos el pliego de reivindicaciones insignias de la rebelión popular: salarios y jubilaciones que alcancen para vivir sin necesidad de endeudarse; derecho a la vivienda; expropiación sin pago a las AFP, por un sistema previsional público en base a aportes patronales gestionado por las y los trabajadores; acceso universal al derecho a la salud y la educación; por el aborto legal y educación sexual integral laica y científica; desmilitarización del Wallmapu y devolución de las tierras ancestrales a las comunidades originarias, expropiadas de manera ilegítima; desmantelamiento del aparato represivo; libertad a lxs presxs por luchar; justicia y reparación a todas las víctimas de la represión estatal; nacionalización de las mineras, el sistema bancario y los servicios públicos; no al pago de la deuda externa.
Contra el avance de la ultraderecha nos organizamos. Abajo el régimen explotador de los 30 años.
Olivia Campos
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