La Democracia Cristiana y el Partido Socialista lideraron en las últimas décadas los gobiernos de la ex Concertación, pero tuvieron una brutal derrota en la primera vuelta presidencial. La coalición de ambos partidos, el Nuevo Pacto Social, apenas consiguió el quinto lugar con un 11,6% de los votos. En cuanto a diputados, la DC consiguió la bancada más pequeña desde 1953. Al derrumbe electoral le ha seguido la división en su cúpula y la deserción en la militancia. En consecuencia, los demócratacristianos podrían perder la legalidad electoral.
La Junta Nacional de la DC ha definido su voto a favor de Boric. La presidenta de la DC, Carolina Goic, informó a los medios que esta definición tenía por objetivo ‘darle gobernabilidad al país’, aunque descartó la posibilidad de sumarse a un futuro gobierno de Apruebo Dignidad. Más de 50 militantes declararon enseguida el apoyo a Kast. El resultado de esta ‘desobediencia’ terminó con una decena de expulsiones de dirigentes y militantes demócratacristianos.
También el empresariado chileno criticó a la DC por su apoyo a Boric. Andrónico Luksic, uno de los más grandes de Chile, y cuya familia ostenta una de las mayores fortunas del mundo, dijo que ‘jamás había imaginado que vería a la DC apoyando a un candidato de extrema izquierda’. Luksic representa a un sector importante de la burguesía nacional que ha financiado a la DC desde la Unidad Popular. Frente a la derrota de su propio candidato en el primer turno, el derechista moderado Sebastián Sichel, Luksic ha transferido el apoyo al pinochetista Kast, a quien no han dejado de advertir que un gobierno de ultraderecha provocaría el repudio del pueblo trabajador.
El descrédito de la DC y el PS y el surgimiento de fuerzas políticas ‘nuevas’, como Boric, expresa el rechazo hacia los partidos tradicionales que gobernaron durante los últimos treinta años; lo mismo ocurre con Kast, en referencia a los partidos tradicionales de la derecha. The Economist ha caracterizado que “Esta es la elección más polarizada desde el regreso de la democracia”; “Dos extremistas lideran las encuestas para las elecciones presidenciales de esta semana”. El régimen de transición post pinochetismo se ha desintegrado, pero no por ello ha concentrado el poder político en los ‘extremos’, que se repartieron entre ellos a sólo el 40% de los votos del electorado y el 25% si se considera la totalidad del padrón. La abstención fue del 35 por ciento.
Lo que caracteriza a esta elección es el fracaso de la llamada ‘extrema izquierda’ - Apruebo Dignidad – en canalizar el amplio márgen que conquistó en la elección de la Convención Constitucional. No hablemos de su incapacidad política para capitalizar la rebelión popular de octubre de 2019 o de ofrecer un rumbo político independiente a la Convención y una orientación revolucionaria a las masas. La ‘polarización’ es un espejismo creado por el sistema de balotaje y la quiebra de quienes dominaron el espacio político después de Pinochet. El bloque político del centro fue eficaz en quebrar las movilizaciones que buscaban el derrocamiento de la dictadura, en 1980/81, para imponer una etapa de pseudo democracia del capital financiero y minero.
En la campaña de la segunda vuelta, Kast, por su lado, y Boric, por el suyo, se han esforzado por el ‘acercamiento’. El fascista decidió tomarse la píldora de matrimonio igualitario, aunque no del derecho al aborto, y procura que se lo confunda con un feminista. Boric ha tomado el cuidado de no defender la causa mapuche, aseguró que protegería la ‘gobernabilidad’, ni siquiera atacó a Carabineros y la Policía, que Kast defendió con vehemencia en el último debate. Kast tuvo que renunciar a una reducción abrupta de impuestos, para no desfinanciar al estado, mientras que Boric ya no defiende el indulto para todos los presos políticos mapuches y de la rebelión popular, así como tampoco la eliminación de las AFP.
En medio de la fragmentación política general, la burguesía ha interpelado a ambos ‘polos’ contra una polarización. No hay una polarización porque no existe todavía un polo político de las masas, y porque la burguesía mundial prefiere al centro en descomposición a alternativas fascistas o incluso pseudo fascistas, o que no tienen capacidad para desarrollar una movilización reaccionaria de masas.
Acompañamos a los trabajadores de Chile que el próximo domingo van a votar al candidato y a la coalición política de conciliación de clases, contra el candidato fascista, con todos los señalamientos expuestos más arriba. Ninguno de los dos tiene respaldo parlamentario, lo cual prueba la condición minoritaria en que quedaron en la primera vuelta. El escenario trasandino se caracteriza por un impasse político, por crecientes contradicciones de clase y por un espíritu rebelde en las masas. La quiebra del centro político no tiene vuelta atrás, por mayores que sean los esfuerzos políticos que haga Boric. La cuestión de la polarización es la dirección revolucionaria de las masas.
Javiera Sarraz
14/12/2021
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