Okupas cuenta la historia de Ricardo (Rodrigo de la Serna), un joven de clase media que vive con su abuela. Es un “ni-ni”: no estudia ni trabaja. Su prima, Clara, le propone que se instale en una vieja casona en el barrio de Congreso que había sido instrusada y luego desalojada. Su tarea consiste en cuidar que nadie vuelva a ocuparla. Finalmente, cuando la situación comienza a complicarse, Ricardo convoca a su amigo el Pollo (Diego Alonso Gómez) para que lo ayude en su misión. Walter (Ariel Staltari), y un muchacho bondadoso apodado el Chiqui (Franco Tirri), completan la banda de “okupas”. El cuarteto sellará una gran amistad.
La serie escrita y dirigda por Bruno Stagnaro instaló una nueva forma de narrar en la TV el derrumbe social de los años 90, siguiendo de forma descarnada a sus protagonistas en un periplo de violencia, drogas, delincuencia y sexo. La miniserie fue emitida originalmente en el año 2000 por la televisión pública y producida por Ideas del Sur (la productora de Tinelli). Cuenta con 11 capítulos que no tienen continuación. Fue un éxito de audiencia, crítica y premios.
Su realizador, Stagnaro, ya era reconocido por haber co-dirigido la película “Pizza, Birra, Faso” (1998), con Israel Adrian Caetano. Aquella apelaba a un realismo casi documental para contar las desventuras de dos jóvenes marginales que se inician en el delito. El film es considerado uno de los mayores exponentes del Nuevo Cine Argentino, una etiqueta aplicada a otros directores de la misma generación, como Martin Rejman (“Rapado”) o Raúl Perrone (“Labios de Churrasco”), Pablo Trapero (“Mundo Grúa”) y Lisandro Alonso (“La Libertad”).
Okupas describe, sin amarillismo ni condescendencia, la Argentina arrasada de los años 90 por los gobiernos de Menem y la Alianza, desde el punto de vista de la juventud y la clase trabajadora, hundidas en sus condiciones de existencia. Los escenarios donde transcurre Okupas -Congreso, Quilmes, el Docke-, son desolados e impregnados de violencia y marginalidad. Un año después de la última emisión de la miniserie, el país se vería sacudido por el Argentinazo, la rebelión popular que daba cuenta que la lucha de las masas explotadas podía tomar en sus manos la decisión de arrancar del poder a un gobierno hambreador y represor. Okupas tiene el mérito, entonces, de situarnos en un plano de tensión social que haría eclosión meses más tarde.
La trama de la serie transcurre por caminos que no son necesariamente los esperados. Cada emisión sorprendía a los espectadores por su intensidad y originalidad y el rumbo que adoptaba de un capítulo a otro. Finalmente se convirtió en objeto de culto durante dos décadas. Sus episodios pueden hallarse, más o menos dispersos, en Youtube, subidos por aficionados que grabaron las emisiones originales en tapes VHS, con una calidad de imagen y sonido poco menos que penosa. La versión que estrenará Netflix, prometen, llegará en máxima calidad, con imagen y audio restaurados. Y tiene un plus: por cuestiones de derechos de autor, muchas de las canciones que se usaron originalmente en la miniserie -una gran banda de sonido- no pudieron ser reutilizadas. Es así que Santiago Motorizado, líder de la banda El Mató a un Policía Motorizado y fan de la serie, compuso 50 tracks originales, que incluyen rock, cumbia, folclore y tango y regrabó algunas canciones de su propio grupo para reponer la banda sonora.
“Okupas” inauguró una seguidilla de series televisiva que abordaban realidades marginales, como “Tumberos” y “Sol Negro”, en clave de cine de género. También se la puede considerar como el antecedente inevitable de series más recientes -y exitosas- como “El Marginal” y “Un gallo para Esculapio”.
Su director, Stagnaro, dijo sobre ese legado, en una entrevista, en 2020, que “(Okupas) involucró indagar en un lenguaje que todavía no estaba presente en la tele pero que después, como todo en la tele, fue canibalizado, estandarizado y transformado en un mero producto. En su momento aportó bastante aire, pero en ese punto no siento que haya marcado un gran hito, porque en definitiva lo que sucedió es que la misma maquinaria televisiva terminó fagocitando la posibilidad de explorar lenguajes nuevos”.
En una Argentina donde la desocupación, el trabajo en negro, la pobreza y la marginalidad vuelven a hacer estragos, Okupas vuelve para revalidar su completa vigencia. Como dijo el propio Stagnaro, “lamentablemente sigue siendo absolutamente actual”.
Solo la organización independiente del estado, esa que parió el Argentinazo, puede darnos una alternativa para construir otro mañana.
Matias Melta
18/07/2021
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