Remo Erdosain (protagonista de Los siete locos y El lanzallamas) no soporta ser un mero engranaje más de la sociedad industrial. No soporta ser otro número de un ejército de hombres anónimos. Es consciente de este profundo malestar que lo atraviesa y la salida que encuentra es maximalista. Junto a otros confabuladores, dan forma a una organización que se plantea cambiar de tajo la estructura social. Ni más, ni menos.
Que quede claro: Erdosain es un miserable que ya ni siquiera puede desear. Es el empleado enojado pero cobarde, el mal esposo y peor amante. El que sabe el lugar intrascendente que ocupa en el mundo. Sin embargo, aun un sujeto como este tiene posibilidades de provocar el cambio social.
Es un protagonista posiblemente delirante. Sin embargo, podemos rastrear un profundo significado de época (fines de los años ’20 y principios de los ’30). Erdorsain está desbordado emocionalmente, pero su conducta responde a ciertos cambios en las formas pensar y entender el mundo. Estamos en un tiempo en el que, desde hace rato, ni Dios, ni los libros sagrados rigen la vida de los hombres.
Fruto de la modernidad, son los hombres los que desplazan a la religión y se colocan en el centro de la escena. Ya no necesitamos de explicaciones divinas. Amparados en la ciencia, los hombres mismos develan el mundo que tienen ante sus ojos. Se pueden anticipar fenómenos climáticos, se puede salvar o extender la vida como también se puede aniquilar a toda forma de vida.
Sin embargo, la ciencia no puede (y la religión sí) responder algunas preguntas básicas relativas a la muerte y, por lo tanto, al significado de la vida. Esto nos coloca en una paradójica situación, donde los increíbles avances tecnológicos se corresponden con un importante vació espiritual. Remo Erdosaín atraviesa esta curva.
Con la prepotencia de poder cambiar el mundo de la noche a la mañana, con la angustia de saberse sólo y desprotegido, Erdosain es una metáfora exacta de ese hombre moderno que es capaz de tener un celular con mil aplicaciones, un trabajo que detesta y un insoportable insomnio por las noches.
Hace unos años, en 2014, vimos en La TV Pública cómo la obra de Roberto Arlt era adaptada al formato televisivo y en numerosas salas de teatro se reprodujeron interpretaciones sobre sus textos. Fue el reconocimiento masivo y merecido para un autor duramente cuestionado por los circuitos de la alta literatura de su época que tuvo la habilidad y el talento de ver a los miserables en toda su gloria.
Santiago Lecuna – @santirayado
Notas - Periodismo Popular
No hay comentarios:
Publicar un comentario