En un acto junto a Kicillof, en Lomas de Zamora, dos semanas atrás, Cristina Fernández convocó a la oposición a “resolver el problema de la deuda”, “piensen como piensen”. Conocida por su autosuficiencia y denunciada por sus adversarios de querer copar el poder politico, la vice de la Nación convoca al otro lado de la grieta, a sabiendas que la posición del JxC no tiene otra posición que la del FMI. La tarea de reunir a “quienes piensen como piensen”, para “resolver el problema”, le corresponderá al Congreso tras el 10 de diciembre. Si votas a uno de los lados de la grieta, lo estarás haciendo, seguramente sin saberlo, por el FMI. O sea por los salarios y jubilaciones inferiores a la canasta de pobreza e incluso a la canasta de indigencia.
El ministro de producción de la provincia de Buenos Aires, Augusto Costa, no solamente confirmó que se prepara para firmar un acuerdo con el FMI y los bonistas luego de las legislativas, sino que anunció hasta una “vuelta a los mercados” y al “endeudamiento” (Clarín, 24/7). Del palo de Kicillof, Costa ofrece a los acreedores un nuevo ciclo de endeudamiento, si aceptan alargar los plazos del pago de la deuda, sin quita sobre ella y una menor en materia de tasas de interés. Esto supone acabar con cepos y dirigismo económico, o sea, lo que hizo Macri en 2016. A la luz de los dichos de Costa, el kirchnerismo habría renunciado a su divergencia de mínima con el macrismo: captar inversiones internacionales para inversiones ajustadas a un plan de Estado. Costa no descartó la posibilidad de que tras las elecciones y el acuerdo con el FMI votado en el Congreso, se liberen las restricciones cambiarias. Es lo que reclaman las compañías extranjeras para girar las utilidades al exterior y las nacionales para pagar la deuda que han contratado en los mercados internacionales. Costa, con Kicillof, acaban de consumar esta política con los acreedores de la provincia de Buenos Aires, a quienes reconocieron, sin quita, la totalidad de la deuda, a pagar en cuotas.
Martín Guzmán, el ministro de Economía, se ha comprometido a convocar al próximo Congreso a sesiones extraordinarias para votar el acuerdo con el FMI. Además de una reducción del gasto fiscal a costa de salarios y jubilaciones, el acuerdo trae aparejadas reformas “estructurales” en materia laboral y previsional; despido gratis y jubilaciones condicionadas al llamado equilibrio fiscal. El director de Argentina en el FMI Sergio Chodos, que reporta a Cristina Fernández, indicó que “El acuerdo con el FMI se va construyendo en etapas. Como el acuerdo va a necesitar un nivel de debate y revisión interna y externa, va a pasar por el Congreso de la Nación” (iProfesional, 20/7). Ningún pre-candidato de la grieta ha protestado contra esta usurpación de su futuro mandato. Chodos habló por todos ellos.
Bancarrota
Tras el pago atrasado de los vencimientos con el Club de París, el mes que viene, el gobierno proyecta el acuerdo con el FMI para después de noviembre.
El total del préstamo otorgado por el FMI -durante la gestión Macri- es de u$s57.000 millones, del cual se utilizaron hasta ahora u$s45.000. La mayor parte, si no la totalidad, financió una masiva fuga de capitales, sin poder evitar la mega devaluación del peso, lo cual ‘perjudicó’ a inversores importantes. Las reservas internacionales liquidas llegan actualmente a unos u$s7.000 millones. El gobierno apela un Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF) a un plazo mayor a 10 años de plazo, lo cual contraviene los estatutos del Fondo; el cristinista Moreau aventuró 20 años.
Facilitar el pago de la deuda, estirando los plazos, aumentaría de inmediato la cotización de los nuevos bonos negociados con los acreedores privados, hace cerca de un año. Claro que a condición de que siga la política de ajuste, lo cual significa, para el capital, mostrar un “plan de negocios” capaz de reunir los fondos para pagar los intereses de la deuda y, si fuera el caso, refinanciar en forma permanente el capital. Con este paquete bajo el brazo, Argentina pasaría de “Cristina eterna” a “Deudora eterna”. En lugar del bono a cien años que emitió el nefasto Caputo, por una deuda módica, tendremos uno a treinta o cuarenta años, pero por 400 mil millones de dólares. La precandidata de los Fernández, Tolosa Paz, llamó a todo esto “equilibrar la macro”. Cuando el lector escuche esta expresión, sabrá desde ahora que el significado de ella es eternizar la deuda pública externa e interna.
Hay que hacer notar que el capital internacional y el FMI suponen que el mundo ha ingresado en un período de tasas bajas por un tiempo indefinido, lo cual abarata el endeudamiento y quiebra los límites que se consideraban indispensables hasta hace poco. Han armado, de este modo, un “esquema Ponzi” a escala internacional, que consiste en pagar deuda con más deuda. Cuando el ‘esquema’ se venga abajo, porque la economía capitalista funciona siguiendo las líneas del serrucho o, dicho de otro modo, por ciclos, la suba de la tasa de interés provocará un literal derrumbe de la cotización de bonos y el colapso del Ponzi. La inflación norteamericana, que algunos subestiman como ocasional, podría ser un detonante ‘eficaz’. Los Fernández ya no tienen edad para ser calificados como “aprendices de brujos”, pero actúan como brujos diplomados.
Pobreza
El déficit fiscal del primer semestre fue del 0,5% del PBI, lo que significa un recorte brutal -el más importante en años. Esto es la consecuencia de haber eliminado todas las ayudas del año pasado (IFE, ATP) y haber recortado en salud, educación y planes sociales. El Gobierno que planteaba “apalancar el consumo”, redujo el gasto estatal y los salarios, o sea, ese consumo, aunque alargó los plazos para consumir contrayendo deudas. Conseguir el “equilibrio macro” significa destruir el equilibrio micro de los trabajadores.
Emiliano Monge y Jorge Altamira
26/07/2021
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