miércoles, 23 de enero de 2019

El Papa Francisco a la cabeza de una trama de encubrimientos



Nuevos testimonios sobre el caso del ex obispo de Orán

Las nuevas revelaciones sobre el caso del abusador Gustavo Oscar Zanchetta, ex obispo de la ciudad de Orán, han generado una conmoción internacional, al dejar en descubierto que el Papa Francisco garantiza un sistema de encubrimientos cuando se trata de denuncias de curas violadores.
Zanchetta fue denunciado en el 2015 y 2017 por tres vicarios de la diócesis de Orán, quienes se presentaron ante la nunciatura de Buenos Aires con un informe que daba cuenta de las felonías que cometía el por entonces Obispo.
Uno de los sacerdotes denunciantes, Juan José Manzano, declaró a la agencia Asociated Press que “en un primer informe en 2015 se remitieron fotos que se sacó el mismo obispo mientras estaba desnudo ‘en actitudes obscenas o fuera de lugar’”, considerando “que fue una ‘primera alerta’ que hicieron llegar a la Santa Sede a través de ‘obispos amigos’” (La Nación, 21/1). En diálogo con el diario El Tribuno (20/1), “Manzano aseguró que desde el 2015 se presentaron ante la Nunciatura diferentes elementos que daban cuenta de desmanejos económicos, abuso de poder y abusos sexuales. Indicó que, entre los documentos, había fotografías y cartas de seminaristas que habrían sido abusados”.
En aquel año el Papa Francisco se comunicó con Zanchetta para informarle de la denuncia en su contra. Así lo confirma Manzano, señalando que “quien recibió esas primeras denuncias, Vincenzo Turturro, secretario de la nunciatura, actuó ‘fabulosamente’ porque el Papa mandó a llamar al obispo”, quien se justificó “diciendo que le habían hackeado el celular, que había gente que sabiendo de su cercanía quería dañar la imagen del Papa y volvió muy mejorado”, con el compromiso de arreglar todo (ídem).
Por entonces Zanchetta era un hombre de Estado clave para el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey y los intendentes de la zona: su intervención fue determinante para desalentar las heroicas luchas de los obreros despedidos del Ingenio Tabacal, como así también para hacer caer en la resignación la enorme movilización de los trabajadores precarizados de frontera, conocidos como “bagalleros”.
Urtubey le destinaba a la curia salteña millonarios aportes económicos del Estado, como así también la sesión de derechos sobre tierras fiscales. Zanchetta fue nombrado por el gobierno administrador del Hogar Refugio de Mujeres Víctimas de Violencia de Género -con cobertura territorial de toda la diócesis norteña-, y recibió millonarias donaciones oficiales para el funcionamiento del Seminario fundado por él mismo en la ciudad de Orán. Con el correr de los meses todo esto, entre otras actividades, se derrumbaron. Tanto el Seminario como el Hogar de la Mujer cerraron por problemas de administración en medio de denuncias de todo tipo.
En el año 2017, señala Manzano, "la cosa estaba mucho más grave [con Zanchetta], no solo porque hubiera habido alguna cuestión de abuso sexual... lo que había era un in crescendo de medidas que conducían la diócesis al abismo" (La Nación, ídem). En ese entonces se elevó una segunda denuncia con información a la Nunciatura en Buenos Aires.
Tras estas segundas denuncias, Zanchetta fue llamado por el Papa a una audiencia en el propio Vaticano, y a su regreso renunció de la noche a la mañana a la Diócesis de Orán. En Diciembre de ese mismo año fue nombrado como “Asesor de la Administración de la Sede Apostólica” –APSA, la inmobiliaria del Vaticano, que administra más de cinco mil propiedades.
La curia salteña, con el Arzobispo Mario Cargnello a la cabeza, en aquel momento ensayó oficialmente varias respuestas ante la crisis, entre otras que Zanchetta se iba por razones de salud y que había sido llamado por el Papa para que lo ayude en su pontificado. Ahora Alessandro Gisiotti, vocero interino del Vaticano bajo investigación preliminar, señala por el contrario que el obispo “le había pedido al Papa que lo dejara salir de Orán porque tenía relaciones difíciles con sus sacerdotes y era ‘incapaz de gobernar el clero’”, al tiempo que niega que el Vaticano hubiese recibido denuncias de abuso sexual (La Nación, ídem).

Del operativo encubrimiento al exilio en el Vaticano.

Tras la salida de Zanchetta en agosto de 2017, el Vaticano comenzó a tejer un entramado represivo y encubridor. Al nombramiento de aquel en APSA se suma la remoción de sus tres cargos de los tres vicarios denunciantes, entre ellos el sacerdote Manzano, trasladados inesperadamente como curas de parroquias menores. El nuncio Emil Paul Tscherrig, quien elevó las denuncias, también fue desplazado de su cargo.
Recientemente y ante los hechos consumados en los medios de prensa de todo el mundo, el Vaticano tardíamente apartó del cargo de Asesor Administrador a Zanchetta, pero lo mantiene exiliado dentro de los muros de la Santa Sede para impedir que la justicia argentina actúe ante las graves denuncias de abuso y malversación.
La denuncia pública de los abusos –se habla de entre 9 y 10 víctimas- llevaron ahora al cierre del Seminario de Orán.
Desde el Partido Obrero llamamos a los familiares a movilizarse para pedir justicia y no permitir que estos hechos queden impunes. La justicia debe actuar de oficio y comenzar a tomar declaración testimonial a los sacerdotes denunciantes; Zanchetta debe ser extraditado a Salta y rendir cuentas. No se puede permitir la impunidad de los graves delitos en nombre de la fe de las personas o bajo la excusa que se lo resolverá con la “justicia” pontificia.
Para terminar con la impunidad hay que separar la Iglesia del Estado.

Samuel Huerga
Periodista y dirigente del PO de Orán

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