domingo, 5 de agosto de 2018

Contra la avanzada oscurantista y para conquistar el aborto legal, tomar las calles el 8A



Esta semana pudimos ser testigos de una fuerte ofensiva de los sectores que se oponen a la legalización del aborto. La única respuesta es llenar las calles y demostrar la fuerza del movimiento de mujeres.

El martes, como si fuera una “corrida de votos”, en el lapso de unas horas tres senadores hicieron pública su posición en contra del proyecto aprobado en Diputados.
Una maniobra que resultó inocultable y cuyo objetivo era instalar la idea de que los votos celestes comenzaban a inclinar el “poroteo” hacia un lugar sin retorno.
Previo a esto, los sectores anti derechos hicieron diferentes actos, entre ellos llevar al feto gigante de plástico hasta la Quinta Presidencial de Olivos. La idea era reforzar empíricamente el mensaje para Macri. Por su parte, las iglesias evangélicas tampoco se quedaron atrás, por eso el día 4 de agosto proponen reunirse en el Obelisco.
Pero estos sectores no son los únicos, compiten por el protagonismo anti derechos con varios políticos. Tal es el caso de Jorge “Coqui” Capitanich. El exjefe de Gabinete de Cristina Kirchner, mantiene la postura que impuso su jefa política y que impidió que durante 12 años este debate llegara al Congreso.
Así se lo pudo ver en Chaco, provincia que gobierna, sentado junto a pastores evangélicos expresando estar “a favor de la vida”. Este es el slogan que encontraron, los llamados pro-vida, para no tener que decir sin filtro que están de acuerdo con los abortos clandestinos.
Ayer, por responsabilidad de su gobierno, la provincia de Tucumán fue incluida en esa dudosa categoría. Bajo un operativo policial, la Legislatura la declaró como una provincia “provida”. La resolución votada por 39 legisladores, con solo 4 en contra, se basa en un proyecto presentado por Sandra Mendoza y Enrique Orellana, ambos oficialistas del gobierno de Juan Luis Manzur.
Recordemos que Manzur, fue ministro de Salud durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que se opone ferviertemente a la legalización del aborto.
Podemos sumar a esta ofensiva, claramente urdida por los sectores políticos más rancios en complicidad con la jerarquía eclesiástica, al senador Juan Carlos Romero, quien hace apenas unas horas hizo público su voto en contra de la interrupción voluntaria del embarazo. Algo que no es una sorpresa, teniendo en cuenta que Romero representa a Salta, una de las provincias donde cuentan fuerte peso sectores retrógrados y confesionales.
Ante este panorama es más que evidente que a partir de la media sanción que el proyecto obtuvo en Diputados, la postura de la iglesia católica con el Papa Francisco a la cabeza, como de los gobernadores y los senadores fue arremeter a cómo dé lugar para impedir que el proyecto se transforme en ley.
Por eso en los últimos días se hizo tan evidente el entramado de maniobras que estos sectores fueron tejiendo para instalar la idea de que no existe la posibilidad de legalizar el aborto.
Es cierto el poder económico y político que tiene la iglesia y la presión que esta institución oscurantista está ejerciendo sobre los legisladores y gobernadores. Pero ante esta avanzada, el movimiento de mujeres no puede dudar, la respuesta tiene que ser categórica.
Nos enfrentamos a una institución que en nuestro país todavía conserva mucho poder, por eso tanto el oficialismo como los que se consideran opositores se niegan a enfrentarla.
En este sentido cobra más importancia exigir la separación de la Iglesia y el Estado. No es posible que se siga financiando y destinando partidas para sueldos de obispos, curas y monjas o subsidios para colegios religiosos.
Entonces tenemos que ser muy claros, la única forma para enfrentarnos a esta institución y todo su poderío y cambiar lo que nos muestran como un destino sellado es que seamos cientos de miles de mujeres en las calles. Solo con la fuerza del movimiento de mujeres movilizado es posible poner un freno a la avanzada medieval que quiere impedir que podamos decidir sobre nuestro propio cuerpo.
Porque no queremos seguir muriendo en abortos clandestinos, porque queremos elegir ser madres o no, y fundamentalmente porque necesitamos decidir sobre nuestro propio cuerpo es que este 8 de Agosto tenemos que estar en las calles y #QUESEALEY.

Julia Lorenzo

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