jueves, 17 de febrero de 2011

El heredero de la derrota


El presidente estadounidense Eisenhower tuvo la idea de una invasión de contrarrevolucionarios de origen cubano contra la Isla, y Kennedy asumió la responsabilidad de hacerla

La primera movilización de combate del pueblo miliciano de Cuba se realizó en diciembre de 1960, ante las amenazas anunciadas de una invasión, previo al cambio de mandato presidencial de Eisenhower a Kennedy, que se produciría el 20 de enero de ese año.
Las dos primeras administraciones norteamericanas que iniciaron la guerra sucia contra la Revolución Cubana, fueron encabezadas precisamente por Dwight D. Eisenhower, «Ike», y Jonh Fitzgerald Kennedy.
Tanto el uno como el otro, apelaron enseguida a la hostilidad y a la agresión, e hicieron lo indecible por aniquilar a la Revolución Cubana y atentar contra la vida de Fidel.
La loca e inevitable aventura de invadir a Cuba por Playa Girón, concebida por el primero de ellos, fue heredada por el segundo, utilizando como instrumento ideal a la CIA.
El 17 de marzo de 1960, Eisenhower aprobó un Programa de acción encubierta contra el «régimen de Castro», que Kennedy asumió como suyo, al tiempo que le imprimía su sello.
Aquel encargó a la CIA el reclutamiento y entrenamiento de todo un ejército mercenario, y este llevó la operación a vías de hecho.
Primero Kennedy aprobó que se preparara una fuerza de 500 contrarrevolucionarios de origen cubano, reclutados en Miami, divididos en pequeños grupos para operaciones de infiltración y acciones irregulares, pero los fracasos sufridos hicieron cambiar la estrategia y crear un contingente organizado en una sola gran unidad de combate.
El 29 de noviembre de 1960, el presidente se volvió a reunir con la CIA y se mostró irritado por los fiascos de la Agencia, pero no objetó la instrumentación del nuevo cambio de concepto sobre el empleo de las fuerzas que se entrenaban ya en Guatemala, e incluso habló de aumentarla de 2 000 a 3 000 hombres.
Años después del chasco de Girón, Arthur Schlesinger, su asesor, expresaría: «La realidad fue que Fidel Castro resultó ser un enemigo mucho más formidable y estar al mando de un régimen mucho mejor organizado que lo que nadie ha supuesto».
Y el propio Comandante en Jefe lo había repetido muchas veces: «En el exilio, los mercenarios de toda laya se unirán, con la ayuda yanqui, con dinero yanqui y con armas yanquis, para tratar de derrotar a la Revolución».
Exactamente con la idea fija de derrocar a Fidel, Kennedy invitó al senador William Fulbrihgt, de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, a pasar con él las Pascuas de Resurrección en Palm Beach. El senador aprovechó la ocasión y preparó un Memorándum, ayudado por Pat Holt, miembro de su equipo de trabajo, y lo entregó al presidente al abordar el avión que los llevaría al sur, cerca de Cuba.
Expresaba: «La cuestión política de Estados Unidos respecto a Cuba supone escoger entre dos posibilidades prácticas: derrocar a Castro, o tolerar su régimen, combinado esto con un esfuerzo para aislarlo y separar al resto de América Latina de él. Puede añadirse una tercera posibilidad: modificar el régimen de Castro. Pero ha tenido muchas probabilidades de modificarlo y las ha rechazado, por lo que esto es más teórico que real».
Y añadía el senador: «No se puede contar con un colapso de su régimen o con su derrocamiento violento, sin la ayuda de fuerzas internas (…) Debe también afrontarse la perspectiva de que una invasión a Cuba por exiliados encontraría una formidable resistencia que los refugiados, por sí solos, no serían capaces de vencer. Entonces surgiría la cuestión de si Estados Unidos desearía dejar caer el intento (en caso de que Estados Unidos pudiera ocultar su papel) o si los Estados Unidos responderían con la progresiva asistencia necesaria para asegurar el éxito. Esto incluiría en última instancia el uso de las Fuerzas Armadas (…)».
Las ideas de Fulbrihgt suscitaron hondas preocupaciones en el nuevo presidente.
Theodore Sorensen, un asesor especial de Kennedy, en su biografía del mandatario, afirmó: «Kennedy temía ver envuelta a la mitad de su ejército de tierra en una lucha irregular en Cuba, mientras “los comunistas podían tomar la iniciativa en Berlín o en cualquier otro punto del globo que les conviniera”».

Fuente: («Si nos dejan vivos a cinco de nosotros, matamos a los jefes que nos embarcaron», Luis Báez, Bohemia, 14 de abril de 2006). Diario de Girón, Gabriel Molina, Editora Política, 1983. «La CIA preparó la aventura militar contra Cuba», Tomás Diez Acosta, Instituto de Historia, Trabajadores, 10 de abril de 2006.

Luis Hernández Serrano
serrano@juventudrebelde.cu

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