lunes, 24 de enero de 2011
Irlanda: otra ficha caída en el dominó europeo
Irlanda es el segundo país de la zona del euro –después de Grecia- que ha caído en bancarrota y deberá ser rescatado por el resto. Mientras que Grecia siempre fue considerado el “pariente pobre” de la Unión Europea, Irlanda era llamado hasta hace poco el “tigre celta”, debido a que, en los últimos años, el desarrollo dinámico de su economía fue considerado un ejemplo.
Sin embargo, los efectos de la crisis mundial, y la política de rescate bancario del gobierno, en la misma línea que el resto de Europa, terminaron provocando un enorme endeudamiento estatal impulsado por un insostenible déficit que alcanza actualmente al 32% del PBI.
En consecuencia, Irlanda pasó de ser la “estrella” europea a uno de los países en quiebra, que depende ahora del rescate internacional.
Para cumplir con los requisitos que el FMI y la Unión Europea le imponen a Irlanda como condición para acceder al rescate financiero de alrededor de 85 mil millones de euros, el premier irlandés, Brian Cowen -del partido liberal Fianna Fáil- anunció el 24 de noviembre un duro plan de austeridad para los próximos cuatro años. Las medidas significan recortes de gastos por 10.000 millones de euros y un aumento de la recaudación imposituva por 5.000 millones de euros. Incluyen una reducción de 3.000 millones de euros en el “estado de bienestar”, ahorros en el gasto público de 1.200 millones de euros, un aumento del IVA del 21 al 22% en 2013 y despidos de 24.700 trabajadores públicos. También habrá un nuevo esquema de jubilaciones para los empleados que ingresen al Estado de ahora en adelante. Pero no toca el impuesto a las ganancias empresarias que es de 12,5%, contra un promedio de 30% en el resto del bloque europeo.
El anuncio del plan fue recibido con protestas frente al hotel donde la misión del FMI diseña su “paquete de ayuda” para evitar la bancarrota de Irlanda. Dos días después, entre 50 y 100 mil trabajadores se manifestaron en contra de los “ajustes” y se esperan nuevas movilizaciones para el 7 de diciembre, cuando se trate oficialmente el presupuesto en el Parlamento.
El pedido de rescate, que desnudó la profunda crisis económica, generó una crisis política que obligó a Brian Cowen a anunciar que disolverá el Parlamento y convocará a elecciones para el mes de enero próximo, tal como habían reclamado sus socios en la coalición gobernante, el Partido Verde. Pero al mismo tiempo reclamó el apoyo a su plan de ajuste en la sesión parlamentaria del 7 de diciembre, en nombre de la “unidad nacional”. A pesar de que anunció que su partido se retiraba del gobierno, John Gormley, dirigente de los Verdes, accedió a apoyar al plan de Cowen. Es decir, para los “ecologistas” verdes la defensa de los intereses del estado capitalista se imponen a la necesidad política de despegarse del desprestigiado partido liberal con el cual compartían el gobierno. Una importante enseñanza para los que creen que siguiendo a los tibios progresistas “otro mundo es posible”.
Después de Irlanda, Portugal y España en la cuerda floja
Si bien para los trabajadores y el pueblo irlandés, las medidas anunciadas por el gobierno serán un duro golpe, para el conjunto de la Unión Europea, la preocupación está centrada, no tanto en la situación particular de Irlanda, sino más bien en el “efecto contagio” que este segundo rescate en seis meses puede provocar y de hecho ya está provocando. Los “mercados” -forma genérica, abstracta impersonal que se utiliza para designar a los especuladores de todo tipo y a las burguesías imperialistas mundiales- ya descuentan como prácticamente inevitable que a Irlanda le siga inmediatamente Portugal. Hasta allí la situación sería grave, pero momentáneamente controlable, en el sentido de que todavía se podría patear la pelota para adelante con la “ilusión” de que la situación mejore. Pero el problema es que al parecer la cosa no va a terminar ahí, y crecen las posibilidades de que la crisis de la deuda estatal termine hundiendo también a España.
Si hasta ahora se pensaba que España –la cuarta economía de la Unión Europea- es demasiado grande para caer, ahora la gran preocupación que reflejan los centros de poder europeos se expresa con la frase: “España es demasiado grande para ser rescatada”. Un pedido de ayuda por parte de España, agotaría las reservas de capital que el bloque europeo y el FMI lograron juntar para los salvatajes.
La declaración de la bancarrota del Estado español implicaría un gran riesgo para la continuidad de la Unión Europea, dado que su economía duplica a las de Grecia, Irlanda y Portugal juntas. Reflejando el nerviosismo que recorre Europa ante ese riesgo, el viernes 26/11 la Bolsa de Madrid cerró una semana negra con una pérdida de entre el 7% y el 12% en el último mes.
Por más esfuerzos que haga Zapatero para disimular la situación, España está en la cuerda floja, con un déficit superior al 11%, una perspectiva de crecimiento nulo y un altísimo desempleo del 20%, el mayor de la zona euro.
Según la agencia Reuters “España reza para que la reestructuración de sus bancos más débiles y de sus problemáticas cajas de ahorro, más un presupuesto austero en 2011 y recortes del déficit le ayuden a evitar una crisis como las de Irlanda o Grecia”. Ante el callejón sin salida de una crisis que no pueden controlar, y el temor a que la reacción de las masas se haga incontrolable, la burguesía europea espera “milagros”. Sin embargo, es bien sabido que los pararrayos se colocan más alto que la cruz en las iglesias. La guerra de devaluaciones monetarias relanzada a un nuevo nivel por EE-UU limita las posibilidades de una recuperación europea. Los planes de ajuste que reducen la actividad económica sostenida hasta ahora con los “estímulos” estatales, hacen incumplibles las metas de reducción de los déficits públicos. Los salvatajes son solo un capítulo agónico de un círculo vicioso que no tardará en cerrarse. Cuando esto ocurra la burguesía europea más fuerte abandonará los rezos y enfrentada a la cruda realidad tratará de salvarse apelando a todos los recursos que sean necesarios, contra los trabajadores de sus respectivos países, y probablemente rearmando nuevas alianzas contra las potencias imperialistas que amenazan sus “espacios vitales” en el mercado mundial.
Antonio Bormida. PRS
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