domingo, 16 de enero de 2011
¿Derechos empresariales o libertad de expresión?
La geometría ocasional en el diseño de una página web, posibilita a veces lecturas reveladoras. La pro-norteamericana Penúltimos díasofrecía en la mañana un collage interesante. En su columna principal, la cada vez menos leída Yoani Sánchez establecía dos matrices de suma importancia: en primer lugar, la defensa de los derechos empresariales frente al libre consumo (y la libre expresión) -regla de oro de la sociedad capitalista por la que aboga–, centrada en las ganancias de los productores trasnacionales de discos y de películas y no en la de los músicos o artistas en general, y aún menos en la de sus compatriotas vendedores o consumidores; por la otra, la envenenada exhortación para que se utilice la red de ventas de discos y películas piratas en Cuba para la distribución de propaganda contrarrevolucionaria.
Hay que decir que la piratería digital de audiovisuales es algo tan común en el mundo, tan inevitable, que el texto de Yoani asume la explicación más reaccionaria y en el contexto cubano, revela una extraña molestia por la ruptura que implica del bloqueo estadounidense contra su pueblo.
La mayoría de esos discos y películas piratas que los cuentapropistas venden hoy en las calles de La Habana no pueden ser adquiridos por las empresas estatales en virtud de esas medidas extraterritoriales -las películas no pertenecen a los países que la producen, sino a las trasnacionales que las distribuyen, mayoritariamente norteamericanas–, por lo que su defensa del copyright, es también la defensa del bloqueo contra sus compatriotas.
Yoani se revela en su esencia capitalista: en una posible disputa entre el copyright (léase, los derechos de la gran empresa) y la libre expresión, ella votaría a favor del primero. La libre expresión por la que aboga, la única que le importa, es la que tendrían las trasnacionales para subvertir -con propaganda contrarrevolucionaria–, la imposibilidad de explotar a sus anchas el mercado cubano, y no la de su pueblo para disfrutar y conocer otras culturas.
Volvamos a los mensajes de PD. En la columna de la derecha, aparecía un video singular de América Tevé, un canal de Miami, en torno a la valla que la organización Alianza Martiana puso en una calle de esa ciudad, exigiendo la libertad de los Cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos. La valla -según la promoción que se hace a sí mismo el capitalismo–, es un ejemplo de “libertad de expresión”: si usted tiene con qué pagar, supuestamente puede decir lo que quiera. Aquí no se ha violado copyright alguno. Pero las imágenes del video trasmitían otro mensaje. Enardecidos contrarrevolucionarios lanzaban piedras contra la valla y enarbolaban un cartel que decía: “Luis Posada Carriles, un patriota luchador por la libertad de Cuba”.
Cualquier lector, medianamente informado, sabe que se trata del autor confeso de la voladura de un avión comercial cubano en pleno vuelo y de una serie de atentados a hoteles habaneros, entre otros actos criminales. Una señora entrevistada por la televisora, repetía la consigna del cartel. Entiéndase: los manifestantes defendían al terrorista libre que los antiterroristas encarcelados intentaron frenar. El canal mostraba la respuesta firmada de la empresa que es dueña del terreno, Magic City Casino, desentendiéndose del contenido de la valla y trasfiriendo la responsabilidad a otra empresa, Clear Channel, que es dueña de la valla. El reportaje no decía más. Pero ya sabemos el final de la historia, la conversación transcurrió entre dueños -los que quisieron expresar su opinión y pagaron para ello quedan excluidos–, y no hablo únicamente de los mencionados, si consideramos que el gobierno estadounidense representa los intereses de todos los (grandes) dueños de ese país. El resultado: en menos de veinticuatro horas la valla fue desmontada. Tampoco tuvo suerte el video de América Tevé: en horas de la tarde ya había sido sustituido en PD.
Pero una palabra sigue dándome vueltas en la cabeza: copyright. ¿Por qué Yoani enarbola ahora esa palabrita? Como si fuera un rompecabezas, las piezas cobran sentido cuando se colocan en el lugar exacto. Y ese lugar es una ciudad: El Paso. Y un hecho: el juicio de Posada Carriles, paradójicamente juzgado no como terrorista, sino como mentiroso, pero al fin y al cabo juzgado.
Hace apenas unos días, el canal de videos en YouTube de Cubadebate -con más de 400 videos y 1.600.000 descargas–, fue cancelado por Google. La razón esgrimida, era la protección del copyright de un video casero sobre ese juicio que transcurre en El Paso. Cubadebate lógicamente ha protestado, porque Google habitualmente no respeta el copyright de miles de videos musicales que exhibe en su red. ¿De dónde sino salen los que los cuentapropistas habaneros venden en las calles? De YouTube, claro. Pero los dueños pueden hacer lo que les plazca -para eso lo son–, y los demás mortales deben acatar las normas impuestas.
La palabrita entonces anda dando vueltas, y con ella el derecho de los dueños, de todos los grandes dueños, y del que se asume como dueño del Planeta. Yoani sale presurosa a defenderlo. La particularidad del hecho es que el supuesto autor de la demanda sobre el video casero no es una trasnacional, ¿por qué Google persigue y cancela todo canal que ose exhibirlo?, ¿qué interés ha dictado ese rastreo incesante y esa obsesiva censura? Un no invisible hilo une estas historias: el juicio de Posada Carriles, terrorista de la CIA, que guarda muchos secretos comprometedores.
El articulillo de Yoani, Penúltimos días, el demontaje apresurado de la valla sobre los Cinco en Miami, la censura del canal de videos de Cubadebate, todos son episodios de la guerra de desinformación contra Cuba, pero expresan el miedo que los dueños mayores y menores sienten ante el viejo Posada y sus saberes. Posada, que no puede ser condenado como terrorista, y tampoco debe andar libremente por la ciudad. En fin, que solo hay que saber ver y leer: Yoani no cree en la libertad de información y de expresión, si esta no se ajusta a la defensa de los intereses del Poder. Y ha sabido sacarle una jugosa tajada en premios a sus mentores.
Enrique Ubieta Gómez
La isla desconocida
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