lunes, 24 de enero de 2011

Baby Doc o el retorno de un carnicero


Haití es un cúmulo de desgracias. Alguien diría fatalidades. La primera República negra del mundo ha visto desde su nacimiento cómo sus enemigos han tratado de estrangularla. Desde Napoleón Bonaparte hasta la injustificable presencia militar de la MINUSTAH, una nación que, paradójicamente, ha contado y cuenta con algunos de los intelectuales más lúcidos de América Latina, tiene el triste deshonor de ser uno de los países más empobrecidos del planeta, amén de un historial político teñido de sangre y atrocidades. La tasa de analfabetismo es escandalosamente elevada, y la extrema deficiencia sanitaria, a pesar de la colaboración médica cubana, constituye más leña para el fuego que bajo diversas formas no parece querer apagarse sobre la tierra del vudú.
El seísmo del año anterior, cuyas causas no han sido aún esclarecidas, la permanente vigilancia de Estados Unidos y sus aliados junto con el gravísimo brote de cólera (cuya fuente pudiera ser alguna de las fuerzas ocupantes-invasoras) ofrecen al público internacional la visión apocalíptica de un Estado que, superficialmente, parece incapaz de autoorganizarse, condenado de por vida al caos.
Pero es que a Haití no le dejan levantar cabeza. Su situación geográfica, su proximidad a un bastión del socialismo, su integración en el ALBA, la despiadada presión ejercida por las grandes instituciones financieras internacionales, etc., condicionan una existencia que, a poco que se rebele, recibe azotes aún más inhumanos que los que se llevaban los antepasados de casi el 100% de sus desventurados habitantes, exiliados y emigrados.
Dice casi toda la prensa extranjera que, por muchos de estos factores, la juventud haitiana o una buena parte de la misma no contempla con malos ojos el regreso del ex dictador Jean-Claude Duvalier, quien chorrea secreciones de saurio y hace llamamientos a la "reconciliación" nacional.
La desmemoria es muy mala; simpatizar con un pasado que se desconoce y ni siquiera se ha vivido es el caldo de cultivo para no exigir decencia colectivamente y para permitir que otro genocida muera tranquilamente en su alcoba sin haberle rendido cuentas a nadie por sus desmanes más inaceptables. Los jóvenes haitianos han podido ser seducidos por el discurso paternal y falso del mulato elitista que mancha el nombre de Luther King en el colmo de la desaprensión. El diario Público en su edición dominical en papel señala que todo apunta a que las verdaderas intenciones de la vuelta del hijo y sucesor de Papa Doc son los deseos de recuperar la fortuna retenida por las autoridades de la Federación Suiza, unos cuatro millones de euros.
Voy a reexaminar sucintamente la vida y los "milagros" del protagonista de este artículo.
Nació Bebé Doc el 3 de julio de 1951 en Puerto Príncipe y fue el Presidente de Haití desde 1971 hasta su derrocamiento por un masivo levantamiento popular en 1986. El personaje sucedió a su padre, François Duvalier, cuando éste murió en 1971.
Tras asumir el poder, Jean-Claude introdujo algunas reformas simplemente cosméticas en el régimen de su papá y delegó mucha autoridad en sus consejeros, aunque miles de haitianos fueron asesinados o torturados y cientos de millares huyeron al campo. El muy canalla llevó una vida frívola y plagada de vicios. Con el sudor y la sangre del grueso de su pueblo amasó un caudal nada despreciable, en parte originado en su implicación en el narcotráfico. Este tarambana, además, no dudó en lucrarse con la venta de órganos y miembros de sus numerosas víctimas. No sé quién se atreve a negar que éste es el pésimo ejemplo de terrorismo de Estado.
Sus relaciones con EEUU fueron excelentes después de su ascenso al poder, pero experimentaron un deterioro bajo la Administración de Jimmy Carter, para después ser retomadas en los tiempos de Reagan debido al fortísimo anticomunismo del "Baby", posición heredada de su progenitor.
Transcurrido un cuarto de siglo desde su autoimpuesto exilio, Duvalier hijo reapareció en Haití hace escasos días, el 16 de Enero. En seguida fue arrestado por la policía haitiana, bajo acusaciones de enriquecimiento ilícito y de corrupción durante su mandato presidencial. Esto tenía lugar durante los pasados 17 y 18 de este mes. El por poco sexagenario será procesado en la propia capital nacional.
A partir de ahora se espera que se le imputen cargos como criminal contra la humanidad, ya que de lo contrario el odio acumulado contra él a lo largo de años no vería recompensada la larga espera.
¿Les molestará mucho a los gobiernos proimperialistas cuántas barbaridades van a ser aireadas en el procedimiento que se incoe? Me inclino a creer que en la sombra tendrán al tirano por un "dictador bueno y útil". De cara al público serán parcos en palabras y evitarán hacer declaraciones comprometedoras.
Otra vez las audiencias habrán de saber elegir sus filias y sus fobias, para que la rastrera prensa comercial (hechas pocas salvedades), el lobby mediático, no nos entregue entre borras de algodón una historia empapada de truculencias y complicidades afrentosas.
La Justicia es ciega, pero despierta. Particularmente la de los pueblos insaciables de ella.

Rafael Pessini

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