martes, 29 de mayo de 2007

Muere Eva Forest, escritora, voz contra la tortura, mujer solidaria.



Eva Forest nació en Barcelona en 1928, en el seno de una familia anarquista. Su padre, pintor, consideraba la escuela una institución represiva, por lo que, mientras vivió, la libró de la educación reglada. Murió en 1936, coincidiendo con el inicio de la Guerra. Fue ingresada en una guardería de ayuda a los niños de España creada con ayuda suiza y solía contar que estuvo a punto de ser evacuada a Rusia, aunque, en el último momento, su madre la sacó del camión que la llevaba a embarcar.

Después de la Guerra pisó por primera vez una escuela, cursó el bachillerato en Barcelona y, luego, fue a Madrid a estudiar Medicina. Compaginaba las clases con un trabajo en el Departamento de Psiquiatría del Hospital Provincial, con López Ibor.

En aquel tiempo conoció a personas como Luis Martín Santos y Carlos Castilla del Pino. Los sábados acudían a la Universidad Libre de Gambrinus, una tertulia que, según confesó siempre Forest, fue muy importante para su formación. En realidad, aquella primera parte de la década de los cincuenta experimentó un proceso de toma de conciencia social que se reflejará en una actitud vital de compromiso ético y político que la acompañará el resto de su vida.

En 1955, cuando cursaba el último año de carrera, conoció al escritor Alfonso Sastre y, antes de que concluyera el año, se casó con él. En 1956, Sastre fue procesado por los tribunales franquistas y el matrimonio marchó a París, donde nació su primer hijo, Juan. En aquella época, Forest empezó a abandonar la Medicina y a interesarse por la Sociología, «una Sociología sui géneris», solía matizar.

Inspirada en los episodios represivos que en 1956 se vivieron en la Universidad de Madrid, escribió su primera novela: «Febrero». En 1962, de nuevo en el Estado español, fue detenida en una manifestación de mujeres en apoyo a las huelgas de los mineros de Asturias. Al negarse a pagar la multa, ingresó en prisión durante un mes con su hija Evita, recién nacida.

Vietnam, Cuba...

En 1966 viajó por primera vez a Cuba y, tras recopilar información durante cuatro meses en una granja de Sierra Maestra, escribió «Los nuevos cubanos», cuya publicación prohibió la censura. Este libro es reflejo de otra de las líneas maestras de su vida: la solidaridad internacional. De hecho, al año siguiente, creó en Madrid el Comité de Solidaridad con Vietnam.

Fue en el transcurso del Proceso de Burgos contra militantes de ETA cuando creó en Madrid el Comité de Solidaridad con Euskadi. Unos años después, en el 74, bajo el seudónimo Julen Agirre, publicó «Operación Ogro», sobre el atentado contra el almirante Carrero Blanco. El 24 de setiembre de aquel mismo año fue detenida acusada de colaboración con ETA y pasó casi tres años en prisión preventiva, en Yeserías. En prisión escribió «Diario y cartas desde la cárcel» y «Testimonios de lucha y de resistencia». También inició su extenso trabajo «Tortura y democracia», otra de las líneas de actividad que la caracterizaron hasta el final.

En 1977 salió de la cárcel y tuvo ocasión de reunirse con su marido y sus hijos, que en los últimos años habían vivido en Burdeos. Y el reencuentro familiar se produjo en Hondarribia, donde Forest ha vivido con Alfonso los últimos treinta años.

Impulsora del TAT

En 1979 impulsó la creación del TAT, Grupo contra la Tortura, y publicó un monográfico sobre el tema en «Punto y Hora», revista con la que colaboró asiduamente. En ella publicó, por ejemplo, un extenso trabajo sobre Noam Chomsky, fruto de sus conversaciones en EEUU con el pensador norteamericano. También un «folletón» por capítulos, «una especie de viñetas de cómic pero escritas», titulado «Onintze en el país de la democracia», protagonizado por una andereño detenida y torturada por la Guardia Civil. En la última Feria de Durango, presentó precisamente la reedición de ese trabajo. Lamentaba entonces, en declaraciones a GARA, que, pese al tiempo transcurrido, siguiera de plena actualidad.

Eva Forest, alineada con la izquierda abertzale, llegó a ser elegida senadora en representación de Herri Batasuna.

En 1990 fundó la editorial Hiru, con el doble objetivo de ir publicando la obra de Alfonso Sastre, ninguneado por el stablishment político-cultural, y otros textos interesantes, muchos de ellos de política y solidaridad internacional. El título de la colección en la que se han publicado muchos de estos textos, «Sediciones», es elocuente sobre su vocación.

En 1998, realizó su primer viaje a Irak, tras el que publicó «Irak, ¿un desafío al nuevo orden mundial?». No sería el último. En realidad, la denuncia del imperio, siempre presente en su actividad al menos desde que fundó aquel Comité de Solidaridad con Vietman, ha sido una de sus principales líneas de actuación en los últimos años. Eso le llevó a participar en el Foro Social Europeo de Florencia, en las Jornadas sobre la Humanidad frente al Imperialismo de Cuba, el Encuentro Mundial en Defensa de la Humanidad de Venezuela o en el Tribunal Internacional Benito Juárez de México. «La extrañeza como arma de resistecia» fue el título de la conferencia que pronunció en julio del año pasado en el Segundo Foro Internacional de Filosofía de Caracas, y, en octubre, presentó una ponencia sobre la tortura en el Congreso en Defensa de la Humanidad de Roma.

Sus últimas apariciones públicas han tenido lugar el mes pasado, con ocasión de la semana de actividades que los ayuntamientos de Irun y Hondarribia dedicaron a la figura y a la obra de Alfonso Sastre, jornadas en las que ella misma participó, con una charla en la que habló del papel de Hiru. Estaba preocupada por la intervención quirúrgica a la que iba a ser sometida, pero hablaba de ella con la naturalidad y vitalidad que la caracterizaban. Desveló incluso que había escrito un libro documentando el proceso de su enfermedad.
Ese no será el único que Eva Forest deja inédito, pues hay otros, como «Huelga General», «Cuentos» o «El jardín», títulos que corresponden a su obra narrativa. En realidad, ella distinguía entre su obra narrativa y lo que llamaba «literatura de urgencia». A este «género» pertenecen, sin duda, sus trabajos más conocidos, como «Operación Ogro» (1974), «Onintze en el país de la democracia» (1985), «Tortura y Democracia» (1987), «Dispersión» (1993), «Proceso al jurado» (1997) o «Manual de solidarios» (1999).


«Tremendamente generosa y defensora de la dignidad»

«Era una mujer con una ideología muy concreta, pero, al mismo tiempo, tremendamente generosa, de modo que ayudaba a quien lo necesitaba sin entrar a juzgar a las personas, intentando entenderlas. Allí estábamos las políticas -de distintas tendencias- y las sociales, pero ella intentaba no hacer distingos a la hora de ayudar. Organizaba las lecturas de Brecht, Sartre o Weiss, y lo hacía para todas, tanto presas políticas como sociales». Estas palabras las pronunció ayer, en cuanto conoció la triste noticia, Rosa Estela, quien fue detenida, al igual que Fito Rodriguez, en 1976, «después de la Fuga de Segovia».

Estela ingresó en Yeserías y fue precisamente Eva Forest -en prisión desde 1974- la primera persona que la acogió. «La recuerdo -rememora- intentando documentar la realidad, entenderla. Solidaria, defensora de la dignidad humana».

Fito Rodriguez, quien como Estela siguió manteniendo tras la excarcelación una relación muy estrecha con Eva Forest y Alfonso Sastre, dijo ayer de ella: «Ha sido una compañera de lucha, fuera de lo corriente ética, estéticamente y en todos los sentidos. Yo creo que una de las cosas que la han caracterizado es su defensa del movimiento popular y su desconfianza de los aparatos. Otra -continúa-, su visión, cuando advertía que el hecho de que hubiese muerto Franco y se hubiese establecido un régimen formalmente democrático no haría que problemas como la tortura desaparecieran».

Estas no son más que las primeras impresiones ante una muerte que dejará huella y que, sin duda, provocará a partir de hoy numerosas reacciones.

GARA, 20/05/07

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Una joven inmortal

Hay dos motivos por los que resulta muy difícil creer –y tanto más difícil cuanto más real e irremediable es el hecho- que Eva Forest haya muerto: el primero es que era inmortal, el segundo es que era demasiado joven. Que una joven inmortal muera, mientras tantos despojos corrompidos alientan contra el mundo, mientras los muertos matan y gobiernan y sobreviven a su conciencia, quizás no es indicio suficiente para probar una conspiración pero sí para iluminar del modo más doloroso cuánto la necesitábamos y cuánto la vamos a echar de menos. Era tan inmortal que ningún torturador habría podido ofenderla; era tan joven que ningún rebelde habría podido adelantarla.

No hablaré de todo lo que personalmente debo a Eva sino de lo bien que supo escoger todas sus batallas. Alguien dirá que Eva Forest sólo apoyó causas perdidas; sólo apoyó más bien las que merecen ganar y las que, por tanto, es arriesgado apoyar. Hace año y medio, en un texto sobre los intelectuales y el compromiso, Eva explicaba lo que ocurre cuando uno toma conciencia de los torcidos entuertos de este mundo, esa terrible transparencia de la que no hay ya retorno posible y cuyo fogonazo obliga a asumir después la responsabilidad sobre los propios actos y, por supuesto, sobre los propios silencios. Cuando se sabe, cuando se está en la posición del saber, ya no se puede ser neutral sin ensuciar aún más el fango; ya no se puede ser inocente sin dañar aún más a los que no son culpables. Creo que a Eva le daba mucho miedo el silencio; nació con la conciencia puesta y comprendió enseguida que no había mayor intervención, ni más violenta, que la de reprimir una protesta y permitir que las cosas sigan su invariable compás de injusticias y exterminios. En un mundo en el que los muertos entierran a los vivos, los que callan ofician de sepultureros; los que se rebelan mueren siempre demasiado jóvenes para llegar a tiempo a todas las liberaciones. Eran muchos los lugares: Euskal Herria, Cuba, Venezuela, Palestina, al final de su vida ese Iraq cuyo dolor compartíamos y sobre el que escribió y editó libros propios y ajenos, atada como estaba, fuera de esos matices que empañan la visión, a la suerte de las víctimas del imperialismo en todos los rincones del planeta. Sólo los niños sufren tan intensamente el dolor ajeno; sólo los sabios lo comprenden tan bien; sólo los valientes se rebelan contra sus causas. Todas estas virtudes se reúnen raramente en un solo cuerpo; pero basta desgraciadamente una sola muerte para llevárselas todas de una sola vez.

En un reciente homenaje a otro gran luchador comunista, Eva Forest escribió, como adelantando todo lo que hay que decir sobre ella: “Recoger los sueños de nuestros muertos y convertirlos en arma creadora que perfora imposibles y horada utopías en busca de nuevos caminos que aceleren el proceso de humanización, ¿no es ya el mejor homenaje?”. Eva Forest ha muerto a los 78 años con toda la vida por delante; ha muerto, mejor dicho, con varias vidas por delante y el único homenaje que nos pide, el único que podemos ofrecerle, es el de vivirlas a partir de ahora en su lugar. No hay un paraíso –ni siquiera un infierno- donde vayan los “rojos” a conversar y voltear revoluciones derrotadas. Tenemos que seguir viviendo, conversando y rebelándonos con Eva en este mundo, ése que ella amó hasta el extremo de hacernos creer que nunca iba a abandonarlo y ese también que combatió hasta el punto de conservar las fuerzas de la juventud hasta la última batalla. La última y la única que perdió.

Santiago Alba, 21/05/07


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Eva Forest: Símbolo del compromiso intelectual e internacionalista

Si algo ha caracterizado la vida de Eva Forest, si algo le ha convertido en símbolo para todos y todas, tanto dentro como fuera de Euskal Herria, ha sido, sin duda alguna, su eterna e infatigable lucha en defensa de los oprimidos y en contra de los explotadores. Una actitud consecuente hasta el último día de su larga vida, que la ha situado fuera de todas las esferas de poder y de las prebendas que de él emanan.

Perseguida, torturada, encarcelada, exiliada, marginada de todos los circuitos oficiales, Eva Forest ha demostrado con su vida y en la práctica cuál debe de ser el trabajo de un intelectual ante un mundo cada día más violento, más injusto, más desequilibrado. Su compromiso humano, político y social ha puesto en evidencia a todas aquellas «personalidades de prestigio internacional» que no hacen otra cosa que servir al poder justificando todos sus desmanes.

Pero al mismo tiempo, su enorme figura intelectual no le ha supuesto jamás problema alguno a Eva Forest a la hora de acercarse a los más humildes, a los más necesitados, a los que más sufren... Siempre ha sabido no sólo acercarse a ellos, entenderlos, sino que ha sabido vivir con ellos los verdaderos dramas personales y colectivos, reaccionando muchas veces con furor y pasión ante la injusticia. Cualquier persona que ha podido asistir a sus conferencias sobre Irak, Cuba, Venezuela o Euskal Herria, puede dar fe de ello.

LA PALABRA, la palabra, en forma oral o escrita, ha sido el instrumento principal de lucha de Eva Forest, su palabra, así como la palabra de todos aquellos condenados al silencio. La palabra, ese medio subversivo atacado sistemáticamente en todo el mundo por el poder. Charlas, conferencias, artículos, libros, escritos, los suyos y los de los enmudecidos, constituyen el legado de la larga batalla de Eva Forest. Un legado y una lección que nunca olvidaremos.

No queremos terminar esta nota, sin dirigirnos antes a su familia y especialmente a su compañero, Alfonso Sastre, unidos ambos en el amor y en la lucha. Habéis perdido uno de los pilares fundamentales de vuestra gran familia, seguro, pero queremos manifestaros que Eva Forest seguirá estando entre nosotros porque será una referencia permanente para todas las personas que aquí, en Euskal Herria, y fuera de aquí seguimos luchando por otro mundo. ¡Hasta la victoria, siempre!

Arnaldo Otegi, Marije Fullaondo - Mesa Nacional de Batasuna


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Homenaje de Euskal Herria a Eva Forest

Acabo de volver a casa después de asistir al homenaje a Eva Forest en Hendaya y de haber vivido uno de los días más intensos de mi vida.

Su pueblo, sus amigos y amigas, sus gentes, han organizado y nos han hecho participar en la despedida más viva y más entrañable que cabe imaginar: la que ella merece.

En el puerto de pescadores de Hendaya, al borde de la ría, frente al mar se levantaba un pequeño escenario, cuyo fondo estaba tapizado por las banderas de los pueblos cuya lucha antiimperialista Eva ha hecho suya: Cuba, Vietnam, Venezuela, Iraq, Bolivia, Yugoslavia, Colombia , y también la bandera roja y negra, anarquista, que marcó la lucha de su padre y que marcó los primeros pasos de la conciencia de clase de una comunista. A la izquierda aparecía una hermosísima foto reciente de Eva sonriente, tranquila y al mismo tiempo con esa luz profunda e inquieta en los ojos de quien sabe tanto, y tiene tanto por hacer.

Ha sido un día extraño de mayo, con la primavera estallando en el campo, pero nublado y fresco. El acto comenzó con las palabras en euskera de Ion Maia, bertsolari, autor de uno de los textos más hermosos que permiten comprender y vincular la lucha del pueblo vasco con la resistencia antifascista y la lucha revolucionaria de los pueblos del estado español http://ehak.blogspot.com/2005/04/tierras-vascas-abuelo.html

Llegaban en ese momento los nietos de Eva Forest y de Alfonso Sastre en una barquita, en la que ondeaba la ikurriña, con las cenizas de Eva desde Hondarribia, al otro lado de la ría, desde su casa. Les recibieron allí un grupo de jóvenes que al son de la música, ejecutaron una danza que transmitía la sensación de energía y de vitalidad; de recibimiento combatiente de los jóvenes, a una luchadora. El cortejo juvenil con la vasija de sus cenizas avanzó hacia el lugar del acto acompañado por los aplausos emocionados de los cientos de personas allí reunidas.

Con la sencillez de quien refleja la verdad, se recorrió la vida de una combatiente comunista que hizo suya la lucha antiimperialista de los pueblos , y como expresó Manolo Espinar, ella – que no era vasca – entendió que no era lícito solidarizarse con causas legítimas por las que se peleaba a miles de kilómetros sin hacerlo con la lucha del pueblo vasco por su identidad y sus derechos. Manolo destacó que Eva, ante los debates que tantas veces esterilizan y bloquean a la izquierda, siempre exigía y llevaba a cabo la acción solidaria con los que luchan.

Se habló de su gran apuesta, la editorial Hiru. Con palabras suyas, directas y entrañables, se calificó el enorme trabajo- una ruina en términos económicos – como apuesta por ofrecer herramientas de lucha, por aportar instrumentos teóricos y políticos contra la ignorancia y la confusión.

Un cantautor, siento no recordar el nombre, nos trajo las palabras y la música de Silvio Rodríguez de: "Te doy una canción ". Escuchar "miro un poco afuera y me detengo, la ciudad se derrumba y yo cantando... te doy una canción como un disparo, como un libro, una guerrilla, como doy el amor", cobraba realidad para Eva, para tantos y tantas que siguen luchando en las condiciones más duras, haciéndonos presente el enorme caudal de amor y de esperanza que late en la resistencia de los pueblos.

Alfonso Sastre, su compañero del alma, subió bien entero, con la fuerza estremecedora de quien sigue en la lucha, de quien ha compartido tantas batallas con ella y , que con ese precioso bagaje va a continuar, y nos recitó un poema que le hizo en su 79 cumpleaños, cuando ambos sabían que tenía un tumor cerebral maligno. Sus palabras, que tuvieron la gran virtud de hacerla reir – ojalá las pudiera transcribir – decían "mientras yo pensaba en Eva, ella estaba pensando en Iraq, en Chaves, en Evo Morales, en Fidel". Nos transmitió, palpitante, el testimonio y el llamamiento a seguir luchando de la Eva viva, con el requerimiento acuciante, insoslayable de quien nos interpela directamente, de quien ha empleado todas sus energías, toda su vida, en la lucha.

Al final, el largo cortejo de los que allí estábamos, acompañó la vasija con sus cenizas, que fueron vertidas al mar, en la ría que une Hondarribia, su casa, y Hendaya, en medio de los territorios que constituyen Euskal Herria. Con el corazón en la garganta, mientras las cenizas de Eva se esparcían en el mar sonó un hermoso cántico en euskera que yo no conozco, y después con suavidad y con firmeza, bajo las nubes y con el viento del norte soplando con fuerza, cantamos la Internacional y el Eusko Gudariak.

Al terminar, en una carpa de la sociedad gastronómica de Hendaya bebimos vino y comimos pinchos, hablamos con los amigos y amigas, abrazamos con toda el alma a Alfonso y a sus hijos, supimos que Hiru sigue adelante y sentimos con toda la fuerza de lo que es verdad que Eva sigue viva porque su muerte se inscribe en la lucha de su pueblo, de todos los pueblos del mundo, y que por ello, Eva Forest, como los y las grandes combatientes, sigue viva.

En su honor, transcribo un texto de los autores uruguayos Carlos Mª Gutierrez y Guerra que dice:

Mi tumba no anden buscando
Porque no la encontrarán.
Mis manos son las que van
En otras manos tirando,
Mi voz la que va gritando,
Mi sueño el que sigue entero,
Y sepan que sólo muero
Si ustedes van aflojando,
Porque el que murió peleando
Vive en cada compañero.


Madrid, 27 de mayo de 2007

Ángeles Maestro


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La muerte del pensamiento
Eva Forest. In memoriam


Hoy me he despertado con la noticia de la muerte de Eva Forest y mi humor se ha tornado un poco más negro. ¿Qué vamos a hacer ahora, si cuando más necesitamos de su ejemplo Eva se nos va? Justo ahora cuando el fascismo, que ella combatió toda su vida, parece resurgir como una hidra de mil rostros: rostro francés, español, polaco o yanqui. ¿Cómo distinguiremos el trigo de la paja si los maestros nos dejan? Ahora Eva ¿Quién tomará el relevo de tu lucidez? ¿Quién denunciará ahora la impostura? Te debemos volver a pensar por nosotros mismos, en tu memoria. Volveremos a pensarlo todo, siempre. El pensamiento no morirá. Pese a sus enterradores con rostro de Bugs Bunny, pese a la política de lo posible, pese al anunciado fin de la historia, pese a quien pese, Eva, el pensamiento no ha de morir.

En memoria de tu eterna juventud mataremos la ortodoxia, curaremos nuestra esclerosis, nos operaremos las cataratas y veremos el mundo sin el velo de la hipocresía, de la ignorancia orgullosa, sin el velo verde del dólar.

Y libraremos una vez más la batalla de las ideas, combatiremos las medias verdades de los políticos mentirosos con verdades como puños, puños cerrados en alto, tomaremos aliento rojo y seguiremos tu senda.

Aprenderemos a decir no a las sirenas de puño y rosa, nos libraremos de los pesados yugos del poder y esquivaremos las flechas amarillas. En tu memoria, Eva, nadaremos contra la corriente, aun a riesgo de ahogarnos en la locura. Mejor locos que mediocres le gritaremos al compañero de trabajo adocenado, al pariente derechoso, al burócrata inamovible.

En los pliegues de la ciudad de plástico construiremos los hornos de la nueva historia, de la mujer nueva..., forjaremos al rojo nuestra negación para que no la quiebren con ácidos sulfurosos y cieno transgénico. No transigiremos, no seremos tolerantes, ni posibilistas. Diremos no al capitalismo. Como tu hacías.

Combatiremos el malestar que nos aqueja con la palabra mágica y la acción que vivifica, sin cremas y maquillajes, sin plásticos dorados. Con el canto común y la risa compartida reconstruiremos la casa de todos.

Y será la gitana roja del Jaitzkibel quien avente tus cenizas, que serán veneno en el aire para los poderosos, y estrellas del sur para quien conozca su trayectoria.

Juan Ibarrondo - Eutsi.org


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Por muchas razones


Te escribo una especie de carta de urgencia porque, qué quieres que te diga, se me hace difícil escribir de ti y sobre ti y porque, además, la última vez que hablamos quedó en el aire una conversación pendiente, así que prefiero despedirme de ti como si estuvieras aquí, todavía al lado, como has estado siempre. La verdad es que siempre quedaba algo pendiente contigo. No podía ser de otra forma; el mismo caldero en ebullición que conocí hace veinticinco años ha mantenido el calor al rojo vivo hasta los últimos días de este mes de mayo en que, tú lo sabes bien, lloraremos tu ausencia.

Optimista y vital, eternamente joven, ni siquiera los años han conseguido difuminar de tu rostro esa expresión de niña ingenua. De niña bien, como tú dices entre sonoras carcajadas, al recordar alguna anécdota de tu primer paso por comisaría.

Te van a recordar, Eva. Te vamos a recordar. Por muchas razones. Tu trayectoria, en esta era nefasta de compadreos sucios, cesiones y traiciones, ha sido la del compromiso permanente, a pesar de que tú y los tuyos habéis vivido muchas veces en el borde de un caos, sostenido con hilos muy finos. Sostenido, ciertamente, a base de esa máxima que tan bien conoces de que lo importante es hacer lo correcto.

Ignoro cuántas personas torturadas habrás tenido enfrente, escuchándolas, tranquilizándolas, haciéndoles describir ese horror que se aloja en la piel y en los huesos para conseguir exorcizar el demonio de la tortura; ese demonio al que te has enfrentado dejando tu vida en la incansable denuncia. Cientos, quizá miles a lo largo de estos años.

Se puede decir mucho sobre ti pero como esta carta es de urgencia, únicamente voy a referirme a esa constante que siempre he apreciado en ti; algo que siempre me ha impresionado y que ha sido -cómo decirlo- la relación de amor con todo lo que has acometido. Lo hacías así al denunciar la tortura allá donde podías; lo has hecho con este pueblo que te acogió y al que tanto has dado a cambio; con tus autores y tus libros, a quienes has mimado delicadamente; con tu querida Cuba y su revolución; con tu admirada Venezuela en esta gran esperanza que tanto has animado.

Con todo, Eva, con tantas y tantas vueltas que te ha dado la vida, con tanta obra realizada, has de saber que tu mejor obra has sido tú misma. Consecuente y solidaria.

Mertxe Aizpurua


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Los sueños que no nos podrán robar
Junio 2006 - Intervención de Eva Forest en el homenaje a Juanjo Crespo en el 25 aniversario de su muerte tras noventa y siete días de huelga de hambre en la zona minera de Las Carreras, Bizkaia


Nos hemos reunido hoy aquí para recordar a Kepa ausente desde hace 25 años. No es la primera vez que nos juntamos en asamblea para conmemorar su muerte y la muerte de otros luchadores que lo dieron todo, hasta lavida tan preciada, en pro de una causa justa. Son muchos los que como él, en Euskal Herria, a lo largo de estos años de "democracia", han muerto defendiendo derechos y libertades fundamentales que nos negaban: unos acribillados por las balas, otros hechos mil pedazos por una explosión, otros en las modernas cárceles de alta seguridad o torturados en el fondo de mazmorras de la Policía y cuarteles de la Guardia Civil. Todos están presentes cada vez que, como ahora, recordamos a uno, porque todos confluyeron en un mismo y grandioso proyecto de liberar a sus pueblos.

Pero no hemos venido a llorar su ausencia sino para agradecerles el legado que nos dejaron al irse y la fuerza en forma de conciencia que nos transmitieron; para mostrar que esta lucha que viene de tan lejos y apunta a horizontes imprevisibles, continua y avanza. Estamos en una llamada democracia,en la que cada vez es más peligroso homenajear a los muertos e incluso mentar sus nombres. Y hace pocos días han procesado a Arnaldo Otegi por homenajear a Argala. No les gustan los actos reivindicativos y populares como este, les dan miedo. De ahí que, como manifestación previa a este acto, queramos reafirmarnos en que éste es un homenaje popular al que tenemos derecho.

Y vaticinar por ello que encuentros populares como éste los habrá cada vez más y con mayor frecuencia porqueen esta sociedad asfixiante y opresiva necesitamos espacios públicos en los que debatir nuestros problemas y tomar decisiones propias. Conquistar la calle, convertir las plazas en foros que hagan posible la asamblea, dejar oír en ella el grito que reclama, o la propuesta que construye, o la ironía que critica y pone en evidencia lo grotesco del sistema, es una manera de caminar pacíficamente hacia la deseada democracia de la que tanto hablan los gobiernos y a la que tanto temen cuando se vuelve participativa.

Me decía en Bagdad, una amiga iraquí, pocas semanas antes de la criminal agresión:"Ellos -se refería al imperialismo de los EE.UU. ybritánico-, ellos no sólo quieren el petróleo, quieren también robarnos los sueños, pero esto no lo conseguirán nunca."Y tenía razón porque así ha sido. Les han destruido las ciudades, masacrado los pueblos,derruido las casas, torturado a sus gentes, asesinado a los niños; familias enteras han sido dispersadas y han tenido que huir abandonando sus tierras; les han saqueado los museos, robado sus tesoros, quemado las bibliotecas. Pero los sueños de independencia y libertad siguen intactos, volando por encima de tanto genocidio y ellos son los que en parte nutren la heroica resistencia de este pueblo indomable.

Robar los sueños que alimentan la riqueza imaginaria de los pueblos que desean ser libres es uno de los objetivos del gran enemigo de la humanidad: el imperialismo en sus múltiples y siempre feroces formas. Y preservar estos valiosísimos y bellos sueños para que nadie los robe y los destruya es tarea de los que quedan y siguen en el empeño de cambiar el mundo yhacerlo más habitable. Soñar es imprescindible para un revolucionario: Convertirla poderosa fuerza de los sueños en instrumento liberador es, en cierto modo, adaptar a este momento histórico el ejemplo del Che, cuando escribió que no le importaba su muerte siempre que alguien recogiera su arma para proseguir el combate. Recoger los sueños de nuestros muertos y convertirlos en arma creadora que perfora imposibles y horada utopías en busca de nuevos caminos que aceleren el proceso de humanización, ¿no es ya el mejor homenaje?

Todos los revolucionarios que murieronen el camino llevaban consigo un cargamento de sueños que no les pudieron robar nunca. Esos sueños perviven en nosotros, son como la energía que nunca se pierde y continuamente se transforma, ellos se multiplican en las mentes y dan moral para seguir. Sueños que nos ayudan y son parte de nuestra pequeña resistencia cotidiana, o de la grande y muy heroica de cientos de presos que en las cárceles españolas de la dispersión sostienen con firmeza su dignidad frente al enemigo que trata de aniquilarlos. De la resistencia de tantos y tantos presos que se consumen en espantosas mazmorras del mundo capitalista: en Los EE,UU., en Guantánamo, en Afganistán; en jaulas clandestinas y agujeros ocultos en los más insólitos rincones de países que se dicen democráticos.

También Kepa, a su manera, nos legó parte de sus sueños que ya hoy son historia. Y sobre esta historia me gustaría reflexionar un poco.

Han pasado 25 años de aquella muerte,y uno contempla el tiempo transcurrido con extrañeza. Se diría ayer, pero también se diría que hace un siglo. Qué raro es reconstruir el pasado y cuántas trampas nos tiende la memoria. ¿Qué estaba ocurriendo entonces? ¿Qué estaba yo haciendo en aquellos momentos? ¿O qué no hacía pudiéndolo hacer? Algunos, la mayoría de los que ahora me escucháis, no estabais tan siquiera en el mundo, no habíais nacido aún. Otros sí y fuimos testigos.

Quiénes tienen menos de 35 años, ¿qué saben de aquella huelga de hambre? ¿Qué saben de Kepa y su resistencia? Saben lo que les han contado. ¿Y qué les habrán contado? ¿La verdad? La verdad tiene múltiples facetas que dependen del ángulo desde el que se mira. Y luego está la manipulación, la mentira, losintereses de los que dominan;elPoder escribe siempre la Historia que le conviene y esa Historia es la que se propaga y circula, la que se hace visible y por lo general permanece. De ahí la importancia de manteneros alerta y vigilantes, para no dejar que datos fundamentales caigan en el olvido. Vosotros sois una fuente de información para los investigadores del futuro: estáis todavía en los aledaños del acontecimiento. Habéis conocido a los testigos, oído su relato y conocéis la verdad. Y ello os responsabiliza a no guardad silencio. A dejar constancia de alguna manera.

Los que tenemos más de 35 años -algunos bastantes más-,de cierta manera fuimos testigos y podemos dar fe de lo que vimos, de lo que oímos, de lo que ocurrió en el momento. A nosotros no nos pueden engañar. Tenemos la vivencia, conservamos el impacto, la consternación de la noticia, las múltiples emociones: la rabia de tanta impotencia, la cólera de tanta injusticia. Todo esto repercute en la sensibilidad del pueblo y es muy importante narrarlo y transmitirlo: dejar constancia del hecho,dar fe de cómo ocurrió, dejar testimonio del impacto social. Que no se pierda. Es una forma un tanto subjetiva pero vital para la reconstrucción de la Historia. El relato del que ha sido testigo está cargado de emoción reveladora de la cotidiana realidad. Las vivencias forman parte importante de nuestra vida y son un estímulo para la imaginación del que recoge el relato que, aunque no haya vivido los hechos, puede reconstruirlos a su manera.

Pero los testigos van desapareciendo y hay que darse prisa. Recoger sus relatos es urgente.

.El haber sido testigo comporta mayor responsabilidad aún. No es justo que se lleve a la tumba algo que pertenece a la colectividad. Y si yo he venido esta tarde aquí es para aportar mi pequeña pero intensísima vivencia de aquellos días de hace 25 años. Para contaros lo que escribí en mi diario y lo que significó aquella muerte.

Yo no conocía a Kepa. Me enteré mucho después de que era comunista. Conservo la foto en algún archivo pero no necesito recurrir a ella. La tengo clavada en la memoria, en blanco y negro, tal y como la sacaron los periódicos. Un hombre con el cuerpo consumido. Lleva más de noventa días en huelga de hambre y su agonía lenta le mantiene aún con vida. Está postrado en la cama, parece febril, y desde sus enormes ojos muy abiertos mira.

No se sabe muy bien a dónde mira. Desde luego lejos; aunque se diría que tiene un cierto pudor de ser visto así y provocar vergüenza en quienes a su vez lo miran. No recrimina nada: mira sólo. Pero es una mirada potente, insostenible. De ella dijo Alfonso Sastre: "¿Quién podrá resistir esa mirada?" y el diario Egin puso la frase al pie de esta foto que, de mano en mano, daría la vuelta al mundo. Yviéndola yo, desde mi espanto biológico, recuerdo que sentí una gran turbación y un cierto temor ancestral de estar perdiendo cualidades de la especie humana. Algo muy profundo. "¿Cómo es posible que permitamos esto?".

Era la imagen de la dignidad. De alguien que ha llegado al colmo de resistir vejaciones y atropellos y, de pronto, se serena y muy tranquilo, a sabiendas del valor de su gesto,dice No. Un no rotundo, que va más allá de la tortura inmediata del entorno, que abarca todas las injusticias del mundo y protesta por ellas con tal firmeza que paraliza al agresor. Uno se imagina el momento en el que el preso inerme, maniatado en su cama,reducido a la inmovilidad absoluta,mira con sencilla dignidad al poderoso opresor y le reduce. El poder y la impotencia frente a frente revelando que, aún así,es posible vencer, anunciando que un día será posible el triunfo de la razón,que la fuerza de un ser humano cuando toma conciencia es muy grande yque la fuerza de muchos seres humanos tomando conciencia juntos es mucho más que una suma arrolladora. Noolvidaré nunca la gran fuerza que me transmitió.

Kepa diciendo no de aquella manera se ha convertido en barricada;ha hecho saltar moldes y eliminado fronteras y nos conecta con grandes momentos de la Historia. Ya no es Kepa,es el Che en Bolivia, es un ejército de guerrillero esparcidos por el mundo, es un miliciano en el frente de Teruel. Es el grito de ¡No pasarán! del pueblo republicano de Madrid, cercado yresistiendo al fascismo. Y es, sobre todo, un grito de esperanza, de que es posible mantener la dignidad y cambiar con ella el mundo, cuando un día miles y miles de seres humanos despierten de tanta anestesia en la que están sumidos y tengan necesidad dedecir no a tanta degradación y oprobio.

Esto ocurría en junio de 1981, veinticinco años atrás.

La Historia va lenta pese a que no paran de ocurrir cosas. Parece que nada avanza para quienes la vivimos día a día y con impaciencia. Pero está en marcha y nada indica que se vaya a detener. Para verlo es imprescindible mirar amplio ylejos: abarcar el panorama global que nos permita observar la interacción de los pueblos y de sus luchas. No estamos tan solos como parece; tratan de aislarnos, eso sí, de incomunicarnos, pero nosotros tenemos la solidaridad que nos une: otra de las grandes armas con las que debemos pertrecharnos. Están ocurriendo cosas muy importantes en el mundo aunque la gran información trate de silenciarlo, de tergiversarlo y de confundir. Ahí está Iraq con su resistencia defendiendo la dignidad de todos nosotros. Ahí está Venezuela y su gran movimiento popular, cada vez más rico en experiencia, en investigación social, buscando nuevas formas de organizarse, de revolucionar el viejo orden imperialista. Ahí está Bolivia, con la incorporación a la Historia de millones de indios que nunca contaron y que ahora empiezan a ser respetados como personas. Ahí están otros pueblos renaciendo ypor el extenso mapa se ven distintos focos de vida, pequeños aún, pero que anuncian esperanzadores acontecimientos. Y ahí está Cuba, como un faro luminosoque indica caminos y señala peligros, orientando a los pueblos de América. Cuba lanzando destellos de luz desde su cerco, bloqueada hace casi cincuenta años, resistiendo firme y construyendo a la vez un mundo mejor, demostrando que es posible resistir. También por aquí están ocurriendo cosas que presagian cambios y situacionesnuevas y esperanzadoras. No sabemos cuándo pero estamos seguros de que Euskal Herria será un día independiente y libre y que su pueblo, solidario y culto -quiero poner énfasis en lo de la cultura porque es una de las grandes armas contra la ignorancia a la que nos relega el enemigo- y que su pueblo, solidario y culto, alcanzará también el nivel humano que le corresponde.
Kepa y tantos y tantos compañeros que ya no están se han convertido sin tal vez saberlo en un legado fabuloso de energías, de conciencia crítica y de sueños. Y esta es una herencia que no podemos desperdiciar.









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