Alan Woods
La decisión de las autoridades norteamericanas de liberar al terrorista Luis Posada Carriles, deja al descubierto ante los ojos del mundo la actitud hipócrita del gobierno de EEUU ante el terrorismo.
Posada es el autor del atentado de 1976 que derribó un avión de Cubana de Aviación en la costa de Barbados y que costó la vida a 73 personas inocentes.
Liberando a este criminal, las autoridades estadounidenses han admitido que apoyan el terrorismo cuando este favorece los intereses del imperialismo norteamericano. La llamada guerra contra el terrorismo de Bush se revela como un engaño vergonzoso. En una editorial de Los Ángeles Times del 20 de abril, se condenaba la decisión:
“Con la decisión equivocada de liberar bajo fianza al terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles, el 5º Tribunal de Apelaciones de Nueva Orleans ha hecho más que liberar a un viejo que se enfrenta a la acusación de violar las leyes de inmigración. Ha dejado al descubierto a Washington y para que sean legítimas las acusaciones de hipocresía en la guerra contra el terrorismo.
“Permitiendo la libertad de Posadas antes de su juicio de 11 de mayo, el tribunal ha liberado a alguien con evidente riesgo de fuga que ya escapó de una prisión venezolana, un hombre que está orgulloso de poner bombas mortales en hoteles de La Habana hace diez años y supuesto cerebro de un atentado en un avión cubano en el que murieron 73 personas”.
Como Osama bin Laden, Noriega y otros criminales y terroristas, Posada llevó a cabo sus actividades asesinas en los servicios de la CIA, particularmente durante la época en que Bush padre era el director general de la agencia.
Actualmente, organizaciones terroristas están realizando sus actividades en suelo de EEUU con total impunidad bajo la protección de la CIA. Todos los intentos de desenmascarar y detener estas actividades terroristas son saboteados por las autoridades norteamericanas. Lo vimos con el arresto y detención ilegal de los cinco cubanos que estaban intentando impedir las actividades de los terroristas desde suelo norteamericano, y ahora lo vemos de nuevo con la liberación del terrorista Posada.
Posada, que escapó de una prisión venezolana en 2005, tiene una larga historia de implicación en actividades terroristas. Aparte del bombardeo del vuelo cubano 455, participó en la invasión de Bahía Cochinos, en el escándalo Irán-contra, en los atentados contra turistas en 1997 en La Habana, y según algunos, en el asesinato del presidente Kenney.
Carriles públicamente se enorgullece de las bombas en los hoteles de La Habana. Admite haber intentado asesinar en 2000 a Fidel Castro con explosivos C-4 colocados en un estadio lleno de estudiantes en Panamá. Sus empleados han confesado el ataque de 1976, y documentos del FBI y la CIA desclasificados han demostrado que él asistió a las reuniones preparatorias. Por lo tanto, no existe la más mínima duda sobre la culpabilidad de Posada.
La Agencia de Inmigración del Departamento de Seguridad Interior de EEUU, creada tras el 9 de septiembre, cuenta con poderes muy amplios y draconianos. No vacilan en utilizar estos poderes contra todos aquellos a los que considera enemigos del imperialismo. Con esto no vacilan en violar los derechos civiles de los ciudadanos corrientes estadounidenses. Y trata a los terroristas extranjeros “amigos” con la mayor delicadeza.
A pesar de la prueba irrefutable de su culpabilidad, Posada nunca ha sido acusado de crímenes de terrorismo en los tribunales norteamericanos. En su lugar, la agencia de inmigración le arrestó por cuestiones técnicas, por mentir a las autoridades de inmigración después de entrar sin autorización en el país en marzo de 2005 y celebrar una rueda de prensa anunciando su triunfal regreso. Tanto el Departamento de Aduanas como el de Inmigración, presionaron para que Posada fuera puesto entre rejas, pero el sistema judicial no ha mostrado el más mínimo interés en intentar acusarle de crímenes más serios. En respuesta, el abogado de Posada advirtió que si era acusado, su cliente revelaría su extensa colaboración con la CIA.
El embajador de Venezuela en EEUU, Bernardo Álvarez, escribía en The New York Times: “Posada no fue acusado del atentado de 1976, a pesar de que los documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia demostraban que su papel era mucho mayor de lo que se pensaba. En su lugar, se enfrenta a acusaciones de fraude de las leyes de inmigración, una farsa que podría equiparse sólo con acusar a Osama bin Laden de entrar y abandonar Pakistán sin visado. Por último, Posada fue liberado de prisión de el jueves, incluso aunque existía un riesgo obvio de fuga y que era un terrorista violento”.
El gobierno norteamericano y sus agencias protegieron a este gánster durante meses después de su entrada ilegal en EEUU. Si se compara esta delicada preocupación por un conocido terrorista y asesino en masa con el tratamiento cruel que reciben los pobres mexicanos y otros inmigrantes, que son arrestados y deportados inmediatamente aunque no hayan cometidos esos crímenes ni dentro ni fuera de EEUU.
George W. Bush ha defendido enérgicamente que todo país tiene el deber de luchar contra el terrorismo internacional. Debemos recordar las palabras del presidente: “si cobijas a un terrorista, si apoyas a un terrorista, si alimentas a un terrorista, serás tan culpable como los terroristas”. Pero él ha cobijado y aún está cobijando, no sólo a uno, sino a numerosos terroristas y organizaciones terroristas. ¿Es que no hay límite para el descaro de George W. Bush y el imperialismo norteamericano?
Después de la captura de Posada, el gobierno del presidente Hugo Chávez exigió su extradición, ofreciendo 2.000 páginas de pruebas documentales que corroboraban sus pretensiones. Pero han pasado veintidós meses desde que Venezuela formalmente pidió su extradición y el Departamento de Estado ni si quiera ha tenido conocimiento de la llegada de la petición.
La administración Bush se ha negado a extraditar a Posada a Venezuela o Cuba, alegando que teme que sea torturado. En realidad, EEUU es el que está protegiendo la tortura de la forma más infame en la Bahía de Guantánamo, y ahora está intentando evitar el acceso de los abogados a los prisioneros que están siendo tratados en unas condiciones inhumanas sin juicio. La editorial de Los Ángeles Times ha señalado esta flagrante contradicción: “EEUU mantiene 385 terroristas sospechosos encarcelados en la Bahía de Guantánamo, muchos en aislamiento y todos sin seguir el procedimiento debido. Posada, un terrorista confeso, es enviado a casa con un brazalete en el tobillo”.
Incluso si EEUU no quiere que Posadas vaya a Venezuela o Cuba, no existía razón alguna para liberarle. El tribunal podía haberse negado a liberarse hasta el juicio, mientras el Departamento de Estado buscaba un tercer país que estuviera de acuerdo en aceptarle con acusaciones de terrorismo.
¿Cuál es la razón para la liberación de Posadas? La razón no tiene que ver con Posadas. Sabemos que entre ladrones no existe el honor y que George W. Bush estaría bastante dispuesto a sacrificar a Posada si eso le conviene. La verdadera razón es el miedo. Washington teme que si Posada Carriles es llevado a juicio, éste revelara todo lo que sabe sobre la implicación de la CIA en el terrorismo en Cuba, Nicaragua y Venezuela, y obviamente sabe mucho. Esto no se puede permitir. Por lo tanto, un conocido terrorista y un asesino en masa se le permite que camine en libertad.
Ahora todo el mundo es bien consciente del doble rasero de George W. Bush y el régimen de la Casa Blanca. Hablan de “defender la democracia” y “librar una guerra contra el terrorismo”, pero sus acciones están dictadas sólo por los desnudos intereses y el oportunismo político.
Hace cinco años, la administración Bush no ocultaba su entusiasmo por un golpe de estado que derrocaría al presidente de Venezuela elegido democráticamente, sustituyéndole por una junta militar que suspendió la Constitución, disolvió la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo. Desgraciadamente, el pueblo venezolano derrotó el golpe patrocinado por la CIA gracias a la acción de las masas. Pero Bush nunca ha abandonado sus planes de derrocar y/o asesinar al presidente Chávez, y apoya a grupos terroristas en Florida bajo la protección de los servicios de seguridad de EEUU.
De la misma manera, la CIA durante décadas ha intentado derrocar al gobierno de Cuba y ha intentando reiteradamente asesinar a Fidel Castro. Ha financiado y apoyado a organizaciones terroristas de extrema derecha con base en Miami y continua haciéndolo. Sólo recientemente se ha creado un departamento especial en Washington para organizar acciones destinadas a desestabilizar Cuba y devolver su control a EEUU tras la muerte de Fidel Castro.
¡Todo esto se hace en nombre de la “democracia”! Pero el apoyo de la administración Bush a la junta militar de Venezuela hace cinco años dejó al descubierto que su empeño de defender y promover la democracia en el mundo es una mentira. La liberación de Posada Carriles ahora desenmascara la “guerra contra el terrorismo” de Bush como el fraude que realmente es.
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