El ejercicio personalista del poder político ha sido un fenómeno histórico recurrente en nuestro continente. Baste recordar aquí, en el siglo XIX, los nombres de Juan Manuel Rosas, comandante General de la Provincia de Buenos Aires (Argentina), los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas en Venezuela, el Doctor José Rodríguez de Francia, “Dictador Supremo del Paraguay” y -en el siglo pasado- la nefasta y sangrienta estirpe de los Somoza en Nicaragua.
Colombia no ha sido la excepción. Como lo denunciara, hace más de cuatro décadas, el sociólogo y sacerdote Camilo Torres en su conocido “mensaje a la oligarquía” (1965), “Durante más de 150 años la casta económica, las pocas familias que tienen casi toda la riqueza colombiana ha usurpado el poder político en su propio provecho. Ha usado todas las artimañas y las trampas para conservar ese poder engañando al pueblo”.
Hoy, en pleno siglo XXI, la situación no parece haber cambiado sustancialmente, y la hegemonía política sigue siendo ostentada por unas pocas familias. Sólo que ahora los tradicionales clanes políticos (los López, Ospina, Gómez y Lleras entre otros), han sido sustituidos gradualmente por una nueva clase emergente, igual de corrupta a la anterior, estrechamente ligada a las mafias del narcotráfico y con claros vínculos con el paramilitarismo.
Con el apoyo y compromiso incondicional de las Fuerzas Militares y de Policía e incrustados en los partidos tradicionales, liberal y conservador –que tratan de disfrazar con nuevas nomenclaturas políticas- estas familias han venido consolidando el proyecto narcoparamilitar en las diferentes regiones del país. El reciente testimonio del jefe paramilitar Salvatore Mancuso, no es más que la confirmación de este “secreto a voces”.
LO SANTOS: UNA FAMILIA NON SANTA
Uno de estos clanes es la Familia Santos, que tiene bajo su control la Casa Editorial “El Tiempo”, único periódico de circulación diaria en el país, -dirigido en su momento por el expresidente Eduardo Santos- y que ejerce el poder en el actual gobierno, a través del vicepresidente Francisco Santos y de su primo el hoy ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, quien ocupó en el período anterior la cartera de hacienda.
Sobre el vicepresidente Santos, pesa la acusación de haberse reunido en varias ocasiones con los jefes de la Autodefensas (incluso en las oficinas misma de El Tiempo), entre ellos con Carlos Castaño a quien propuso la aplicación en Bogotá del modelo de las autodefensas de Córdoba, que anegó de sangre esta región de la costa Atlántica. No sorprende, de alguien que ordenó la ejecución de los hombres que le tuvieron retenido en 1990.
Ni que decir de su primo Juan Manuel Santos, que se entrevistó con el jefe paramilitar Carlos Castaño, para propiciar la caída del entonces presidente Ernesto Samper (1994-1998). Acto conspirativo, de similar gravedad, a la firma del “documento de Ralito” (2001), donde numerosos congresistas, alcaldes, gobernadores negociaron con estas bandas asesinas, en la perspectiva de lograr dividendos políticos. En una democracia real, la renuncia del ministro Santos sería inminente.
LA FAMILIA ARAUJO: NARCOPARAMILITARES AL “SON DEL VALLENATO”
Los Araujo, una de las familias que maneja los hilos de la política en El Cesar, está comprometida hasta los tuétanos con el proyecto paramilitar en la región. Uno de sus miembros, el Senador Álvaro Araujo, jefe del partido Alas-equipo Colombia y que llegó a ocupar dicha curul gracias al respaldo del “Bloque Norte” de las Autodefensas se encuentra recluido en la cárcel La Picota sindicado de secuestro extorsivo y concierto para delinquir agravado en asocio con organizaciones paramilitares.
Su hermana, Maria Consuelo Araujo, ex ministra de Cultura, e hija del exparlamentario del mismo nombre –hoy prófugo de la justicia - se vio presionada a renunciar al cargo de canciller de relaciones exteriores , como consecuencia del proceso que se le sigue a su padre y hermano por sus nexos con el paramilitarismo
Por su parte, su primo, el gobernador del César, Hernando Molina Araujo -cuyo tío político Edgardo Maya Villazón es el actual procurador de la Nación- no sólo llegó a ocupar esta posición gracias al apoyo político y financiero de los paramilitares, sino que está sindicado de ser el autor intelectual de una de las tantas masacres perpetradas por estas bandas criminales de cuyas estructuras hace parte.
A raíz de estos escándalos de la parapolítica, las familias Araujo y Santos han protagonizado públicos enfrentamientos. Y, hoy, el vicepresidente Francisco Santos, antaño huésped de los Araujo, en los Festivales de la “Leyenda Vallenata” ha sido calificado de Pilatos por presionar la renuncia de la excanciller María Consuelo Araujo, tal como lo reconoció en una reciente entrevista concedida a los medios televisivos.
URIBE Y SU CLAN FAMILIAR: PASADO Y PRESENTE NARCOPARAMILITAR
Pese a los desesperados esfuerzos por ocultar su pasado narcoparamilitar, son de todos conocidos los antecedentes que vinculan al presidente Álvaro Uribe Vélez -y su familia- con el Cartel de Medellín, bien como director de la Aeronaútica Civil (cuando concedió centenares de licencias a dicho cartel), bien como alcalde de Medellín (bajo el programa “Medellín sin tugurios”. Por revelar estos nexos los periodistas Fernando Garavito e Ignacio Gómez Gómez, tuvieron que salir al exilio, luego de recibir numerosas amenazas.
El padre del actual presidente de Colombia, Alberto Uribe Sierra, mantuvo estrechas relaciones de amistad y actividades ilícitas con la Familia “Ochoa”, lo cual le permitió amasar una considerable fortuna. De otro lado, el hermano del mandatario colombiano, Santiago Uribe, ha sido investigado penalmente por la conformación el grupo paramilitar “los doce apóstoles”, autor de numerosas masacres y cuyo centro de actividades lo constituyó una hacienda de propiedad de los hermanos Uribe Vélez.
En su condición de Gobernador de Antioquia, Uribe Vélez promovió y dio vida a las Cooperativas de Seguridad Rural, más conocidas como “convivir”, que afianzaron el fenómeno paramilitar en esa región. Como presidente, Uribe, ha emprendido un proceso de negociación, con sus antiguos socios, garantizando la impunidad absoluta para sus crímenes y ofreciendo un marco legal para la acción paramilitar en Colombia.
UNA OLLA PODRIDA….URIBE DEBE RENUNCIAR
El prontuario delictivo y corrupto de la clase política que hoy se encuentra empotrada en el Estado ha dejado de ser un rumor para convertirse en un hecho fehaciente. Por eso no debe sorprendernos que en el testimonio de los jefes militares del narcoparamilitarismo vayan apareciendo acusaciones que compromete a clanes familiares como los López Cabrales, los Náder, los Jattin, etc. Pues su ascenso político y económico ha sido resultado de la ayuda y promoción a estos grupos paramilitares.
Pero lo que debe quedar claro de todo este proceso es que el mandatario de la República, Álvaro Uribe Vélez debe renunciar, porque es un presidente indigno, porque –pese a la supuesta popularidad que quieren presentar encuestas amañadas- no representa a los colombianos, porque ha sido duramente cuestionado por la comunidad internacional, mejor informada, y porque es responsable por participación directa y por omisión de los centenares de crímenes de lesa humanidad que se han cometido bajo su mandato.
Jaime Cienfuegos
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