Clarín (12/01) publicó un artículo sobre el uso de la inteligencia artificial para la administración farmacológica en diferentes “trastornos”. De esta manera, buscan matizar los efectos devastadores para el organismo humano que producen las pruebas de “ensayo y error” en tratamientos psicofarmacológicos.
El desarrollo de un software que se encuentra en proceso de validación aspira a mejorar la forma en que el cuerpo metaboliza las drogas. Es una nueva edición del intento de la “cura” basada en el uso de medicamentos. Detrás de estas investigaciones, hay un financiamiento importante de las compañías farmacéuticas. Si bien los avances científicos para el cuidado del cuerpo humano son elementales, suelen entrar de esta forma en una mirada reduccionista acerca del padecimiento humano.
Estas investigaciones en farmacología deben ser rigurosamente monitoreadas por comités de ética con financiamiento autónomo y estándares de buenas prácticas. No es lo que viene sucediendo en los diferentes manicomios, donde las pruebas con dosis y combinaciones de medicamentos acaban con habilidades cognitivas y motrices elementales de personas en situaciones de desvalimiento.
Los recursos que se destinan ante el desamparo no deben ser sólo para las farmacéuticas, para las cuales el Estado invierte cuantiosas sumas. Estamos ante una alianza entre los diferentes gobiernos y las empresas que debe ser denunciada.
Las inversiones que se están dejando de lado son las que más se necesitan. Cada vez son menos los recursos para el acompañamiento y apoyo, en hospitales, centros de día, espacios comunitarios. Estos roles resultan fundamentales, para que personas que se encuentran arrasadas material y subjetivamente, tengan la oportunidad de desarrollarse plenamente, en trabajos, estudios y vínculos. La otra cara de reducir los tratamientos de personas con padecimientos graves a la ingesta de medicación son las ganancias fabulosas de las compañías farmacéuticas, a expensas del presupuesto de los trabajadores y del estado.
Milei asume la presidencia y sostiene, incluso en la actualidad, el slogan de “proteger a las víctimas de este sistema”. Sin embargo, la motosierra y el achique de Macri se cargaron en primera instancia a operadores de hogares, terapeutas y trabajadores que asistían a personas con padecimientos mentales en la vía pública. Situaciones de emergencia en salud requieren de personal de salud en condiciones materiales que permitan un acompañamiento acorde. La lucha por los puestos de trabajo y condiciones dignas debe estar acompañada por este planteo. Un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar por una jornada de 6 u 8 horas dependiendo de la complejidad de la tarea, es el punto de partida para garantizar una atención acorde.
Silvia Allocati y Lucas Álvarez
20/01/2024
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