El gobierno lanzó un nuevo canje de deuda con el cual logró despejar para 2024 y 2025 vencimientos por $7,4 billones, de los $9,5 billones que se buscaba reperfilar, lo habla de una adhesión del 78% . Así, consagra un “canje exitoso”, como lo referencian desde el oficialismo, pero lo que no aclaran es que el 70% de esa adhesión corresponde a organismos públicos, una hipoteca que opera en detrimento de las condiciones de vida de la población.
Para esto es fundamental el rol del Banco Central. Según cálculos privados, el organismo emitió unos $400.000 en la última semana para comprar bonos en pesos en el mercado secundario, esencialmente a organismos estatales, que fueron volcados a la operación de canje. Eso se suma a los 1,3 billones ya desembolsados en los primeros cinco meses del año para esas compras de títulos públicos. Con esos pesos, las entidades estatales salen a comprar nuevos bonos en las licitaciones del Tesoro. Así, el Banco Central está financiando de manera indirecta al Tesoro Nacional, en un contexto de desarme de tenencias de los acreedores privados para correr al dólar, frente a la desconfianza de pago a tamaña hipoteca por parte del Estado. Este enorme incremento de la expansión monetaria opera como un acicate de la inflación y refuta que el problema sea el pago de jubilaciones o programas sociales, como boquean desde Juntos por el Cambio o Milei.
La política contra las arcas de las entidades públicas para financiar el esquema de endeudamiento también se ha visto de manera muy clara en una de las últimas medidas ejecutadas por Economía, la cual implicaba que el sector público, como la Anses, se desprenda de sus tenencias en dólares a cambio de títulos del Tesoro nominados en pesos para contener el alza de los dólares paralelos. Es decir, le robaron a los jubilados para financiar la corrida.
Así, el gobierno mete la mano en todas las cajas que puede, algo que también es festejado por el FMI, quien impone que el Estado debe financiarse mediante la adquisición de deuda para recortar la emisión y avanzar en el ajuste fiscal. A su vez, demuestra todo lo contrario de lo que salió a decir el Ministerio de Economía cuando sostuvo que el “exitoso canje” era la expresión de la confianza del mercado.
Tal es así que el 74% de los acreedores privados rechazó el canje, lo que muestra que la desconfianza por la bomba de tiempo que significa la deuda pública continúa presente. “Tomando como referencia la estimación de la Consultora 1816 de que el 30% de los $9,5 billones de los títulos en cuestión se encontraban en poder de privados ($2,85 billones) y asumiendo que el 100% de los organismos públicos accedieron al canje, se llega a la aproximación de que la propuesta fue aceptada por solo el 26% de los inversores del sector privado, incluyendo bancos y fondos comunes de inversión, entre otros”. (Bloombergenlínea, 8/6)En tanto, los que ingresaron, como los bancos, se vieron beneficiados con bonos indexados por inflación y por devaluación.
Así las cosas, el gobierno continúa agrandando una hipoteca que pagaremos los trabajadores con mayores penurias. Es necesario terminar con la fuga de divisas nacionalizando la banca bajo control obrero, repudiando la deuda externa y rompiendo con el FMI.
Camila García
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