La burocracia sindical asiste a esta convocatoria en una retirada completa sin disimulo. Teme que nuevas jornadas empalmen con el incipiente movimiento por aumento de salarios y la mejora en condiciones de trabajo. Hace solo unos días, los trabajadores del parque de Disney en París ocuparon el mítico castillo en reclamo de aumentos salariales. En el transporte y en los puertos han comenzado a moverse los trabajadores exigiendo un aumento que compense el alza inflacionario. Se prefigura una situación por demás conflictiva. Laurent Berger, de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), anunció su retiro de la conducción sindical, pero planea irse desarmando toda perspectiva de lucha. En declaraciones radiales aseguró que “es probable que éste sea uno de los últimos días de protestas contra la reforma" (La Nación, 6/6).
La mayoría de los medios estiman una participación a la baja, de medio millón de personas, un número que muestra un reflujo en las movilizaciones en comparación a las jornadas anteriores y al acto del 1° de Mayo. Sin embargo, el gobierno ha desplegado un dispositivo de 11.000 uniformados en todo el país: la mitad de ellos en París. El gobierno no confía en que la burocracia contenga a los trabajadores. Para asegurar el vaciamiento de la manifestación, las centrales han evitado convocar a huelgas. Sólo la CGT se ha visto obligada a hacerlo en el transporte público, aeropuertos y energía, que han sido la vanguardia del movimiento huelguístico contra la reforma. Por otra parte, los sindicatos docentes de todos los niveles han convocado a un cese total de actividades y se estima un 50% de colegios cerrados en todo el país.
Los trabajadores han perdido toda esperanza en la pantomima parlamentaria. La burocracia ha profundizado hasta el ridículo este camino. Sophie Binet, la nueva secretaria general de la CGT, ha pasado de pedir reuniones con Macron a pedir una cita de 15 minutos con la presidenta de la Asamblea Nacional. Sus últimas declaraciones han sido: "hay mucha rabia, pero también cansancio". Pero la principal responsable es la propia CGT.
La izquierda parlamentaria, agrupada en la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES) bajo la batuta de Jean-Luc Melenchon, ha dividido sus apoyos entre los proyectos de LIOT y los de la extrema derecha de Le Pen. La crisis del gobierno no es, por otro lado, menos grave.
Joaquín Antúnez
06/06/2023
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