lunes, 2 de agosto de 2021

Qué pasa en Perú

Las maniobras envolventes para convertir a Pedro Castillo, el flamante presidente de Perú, en una suerte de títere del ´establishment´ local e internacional, han sufrido un duro golpe – así lo ven al menos los medios de comunicación internacionales más poderosos. Para el Financial Times (30/7), “el nuevo Presidente de Perú se ha zambullido en una crisis política inminente”. El motivo es haber “designado primer ministro a un congresista marxista” – Guido Bellido. Durante todo el demorado proceso de recuento de votos, este mismo diario había apostado a una deriva ´moderada´ del flamante mandatario. Si no lo hacía por convicción, se vería obligado a ello por contar con una exigua minoría en el Congreso y la posibilidad de un temprano juicio político. Castillo designó, además, para el ministerio de Relaciones Exteriores, a Héctor Bejar, hoy un octogenario, pero líder del Ejército de Liberación Nacional, en los años 60 del siglo pasado, y ardiente defensor, más tarde, del gobierno militar nacionalista del general Velazco Alvarado. Velazco nacionalizó la International Petroleum Company en 1968 y estatizó, tiempo después, las haciendas de la costa de Perú. 
 El nombramiento de Bellido ha contrariado la designación de Pedro Francke, un ex funcionario del Banco Mundial, como ministro de Economía. A Bellido se lo acusa de “apoyar el terrorismo” e incluso a Sendero Luminoso, pero existe una coincidencia en que las declaraciones que se le atribuyen para ello son falsas. El mismo Pedro Castillo ha sido objeto de denuncias semejantes. El uso del terrorismo verbal contra Bellido es una operación típica de promoción de un golpe de estado. Estas designaciones tienen lugar en el marco de señalamientos reiterados, por parte de Castillo, contra el comunismo y el chavismo, defensa de la propiedad privada y protección de “la estabilidad”. 
 Observada con mayor detenimiento, estas designaciones son parte de una maniobra política interesante. Si, como algunos esperan, la designación de Bellido es rechazada por el Congreso en dos instancias seguidas, el Presidente está facultado a disolverlo y convocar a nuevas elecciones. El objetivo sería obtener un Congreso mayoritario. Existe el riesgo de que una reiteración de comicios resulte altamente conflictiva, pero varios observadores apuntan a que la fracción de Keiko Fujimori se encuentra en franca declinación y que ella misma arriesga treinta años de cárcel por corrupción. Una mayoría parlamentaría habilitaría a Castillo a convocar a una Asamblea Constituyente, como prometió en su campaña. El interés en una Constituyente es obtener autorización para cambiar el régimen impositivo a la minería, que hoy goza de una “estabilidad fiscal y cambiaria” por varias décadas. Castillo aspira a construir un gobierno como el de Evo Mórales en Bolivia, bonapartista, por un lado, y fiscalmente solvente, por el otro, para desarrollar una política social. En Perú tienen asiento los cinco monopolios mineros más importantes del planeta. La disolución del Congreso quedaría postergada en el caso de que apruebe la designación de Bellido y el gabinete. Los actuales congresistas tienen vetado participar en nuevas elecciones que resulten de una disolución del Congreso. Quedaría instalada una pugna constante entre la posibilidad de disolver el Congreso ante cualquier conflicto futuro o, en sentido inverso, que se una la maraña de bloques que lo componen en la actualidad para votar el juicio político a Castillo. 
 De acuerdo a todo esto, Castillo no ha desatado “una crisis política instantánea”, como pretende el Financial Times, sino que ha tomado la iniciativa en una crisis política ya planteada por las contradicciones en presencia. Castillo encabeza una nueva experiencia indigenista, luego de la boliviana. Pero hay que ser precisos: así como Evo Morales asentó su indigenismo en una alianza con las grandes petroleras -Repsol, British Petroleum- en el marco de precios altos del petróleo, Castillo busca lo mismo con las mineras. Mark Cutifani, jefe ejecutivo de la AngloAmerican, “ha minimizado la amenaza de impuestos y regalías más elevados bajo el nuevo gobierno, diciendo que sus tratativas con Castillo y la nueva administración han sido “bien positivas” (FT). Es obvio que Castillo no pretende nacionalizar la minería sino establecer con ellas “un nuevo trato”. 
 La crisis no se agota, sin embargo, en las maniobras super-estructurales. Desde la victoria de Castillo, en la segunda vuelta, han salido de Perú u$s18 mil millones, sin enfrentar ninguna clase de restricciones. El sol, la moneda peruana, se ha devaluado alrededor de un 25/30%, en un par de semanas, y en ascenso. La prometida ´estabilidad´ vuela por los aires debido a un veloz crecimiento de los precios de los alimentos. La presencia del chileno Piñeira y del colombiano Duque en la asunción de Castillo, dos exponentes de la derecha, muestra que Biden se ha decidido, al menos por el momento, por una política de contención de la crisis en Perú. Existe una alta conciencia de que América Latina es un polvorín, incluidas las movilizaciones en Cuba, que la derecha pretende capitalizar pero tiene limitaciones insalvables para hacerlo. Argentina se encuentra inmersa en este escenario de revueltas. 
Cuando el próximo Congreso vote el acuerdo con el FMI, tendremos cartón lleno. 

 Jorge Altamira 
 31/07/2021

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