A través de un comunicado, su consejo directivo nacional expresó: "Marcharemos en defensa de la fuente de trabajo y la subsistencia del vasto tejido social en riesgo que de ella depende, instrumentando desde nuestro sector acciones sindicales que abarquen la totalidad del universo lácteo argentino, hasta que quienes deban aplicar las soluciones de fondo, lo hagan". En resumen, nada concreto. Lo único que existe en este momento son asambleas por sector y retenciones de tareas. Pero los propios trabajadores lácteos de otras empresas, como La Serenísima, desconfían plenamente de estos llamados que, como ha ocurrido hace unos meses atrás, terminaron en nada. La única medida concreta nació de la solidaridad entre compañeros, que aportaron de su propio salario para los trabajadores de Sancor “sin tareas asignadas”. Es en este mismo comunicado, donde se pone un signo igual entre el gremio y los trabajadores de la cooperativa que cobran menos que un plan social. La burocracia de Atilra continúa: "Destacamos el formidable apoyo de sus trabajadores, y el acompañamiento de la asociación sindical y su obra social Ospil". Esto fue tomado por los obreros como una burla cuando deben sostener a sus familias por diez mil pesos por mes.
El mismo Héctor Ponce, secretario general de Atilra, señaló hace unos meses atrás que "hay voluntad política para recuperar a SanCor sin que pierda su status de cooperativa". Para el eterno dirigente lácteo, en ese momento, estaba prácticamente todo resuelto y, por lo tanto, se levantaba toda medida de fuerza. Es más, remarcó que él mismo estaba diagramando una salida para SanCor junto a Mario Cafiero, entonces presidente del INAES (Instituto Nacional de la Economía Social). Después de tres meses, no se encontró ninguna solución, y cientos de familias se encuentran a la espera de recuperar sus puestos laborales habituales y su salario de convenio.
Es necesario sacar una conclusión sobre la situación de SanCor. Hace unos tres años atrás, se reformaba todo el convenio de los trabajadores lácteos, con la consecuencia de la pérdida de derechos laborales importantísimos. Todo, con la excusa de un salvataje de la cooperativa que jamás llegó. En el medio, la pandemia dejó al desnudo la crisis social. La ración de leche de millones de niños depende de las ollas y merenderos que se han montado en los barrios, gracias a la solidaridad de vecinos y organizaciones sociales que se organizan contra el hambre. Es por esto que una verdadera solución para el problema de SanCor no puede depender de un gobierno hambreador, ni de patronales que quieren imponer un 80 por ciento de despidos. Mucho menos de la pasividad de una burocracia sindical que deja pasar todos los ataques contra los trabajadores.
La defensa de los puestos de trabajo, del salario y de una salida de fondo a la situación de SanCor, tiene que estar en manos de los propios trabajadores.
Bárbara Carrillo
26/08/2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario