Con el cierre de julio, los primeros siete meses del año registraron un récord histórico en el ingreso de divisas por las exportaciones agrarias. El interrogante que ello plantea es: ¿por qué entonces escasean dólares? Principalmente por el pago de una deuda externa que, sin embargo, también acaba de registrar un récord histórico.
El complejo cerealero-oleaginoso reportó ventas al exterior por más de 20.000 millones de dólares en lo que va del año, lo cual representa aproximadamente la mitad de todas las exportaciones del período. El récord obedece puramente a la suba de los precios internacionales, fundamentalmente de la soja y el maíz, ya que medido en volúmenes los despachos fueron menores a los del año pasado; es decir que vino de yapa. ¿Por qué este boom exportador, que favoreció un superávit comercial superior a los 7.000 millones dólares, no resuelve la supuesta escasez de divisas?
El Banco Central aprovechó para comprar dólares y reponer las menguadas reservas internacionales, pero gran parte de ello se consumió en el pago de deuda externa. Solo en las últimas cuatro semanas, el gobierno nacional pagó unos 750 millones de dólares sumando los giros a los bonistas que ingresaron al canje el año pasado, al Club de París como adelanto de una nueva reestructuración, y al FMI en concepto de intereses. Así se esfumaron 7 de cada 10 dólares comprados por la entidad monetaria durante julio.
No hay que confundir estos pagos con una política de desendeudamiento. Desde su asunción, Alberto Fernández gatilló más de 2.300 millones de dólares al Fondo, todo en materia de intereses, pero el monto total de la hipoteca se incrementó en unos 1.200 millones (hasta superar los 45.000 millones) -porque cotiza en base a una canasta de monedas. En lo que queda del año, el mismo FMI cobrará con una mano lo que desembolse con la otra por los Derechos Especiales de Giro (DEG), ya que los vencimientos hasta diciembre superan los 4.000 millones de dólares.
La misma dinámica se puede observar en la totalidad de la deuda pública, que desde el arribo del Frente de Todos a la Casa Rosada creció cerca de 30.000 millones de dólares, y marcó así otro récord al aproximarse 345.000 millones de dólares. De esta manera, ya supera el 100% del PBI. Si bien en el gobierno celebran que en gran medida se debe a deuda emitida en pesos, lo cierto es que al estar indexada a la inflación o linkeada al dólar esta no se contrae automáticamente en caso de depreciación de la moneda nacional.
Hablando en pesos, tenemos que según los datos del Ministerio de Economía el presupuesto ejecutado para servicios de deuda en lo que va de 2021 (casi 450.000 millones), es superior a los gastos en personal de toda la administración pública nacional; o equivalente a la suma de lo que en medio de una letal segunda ola de coronavirus se asignó a salud, agua y alcantarillado, vivienda y urbanismo. En conclusión, no hubo giro político alguno en la defensa pública que hizo Cristina Kirchner acerca de destinar los DEG -emitidos para atender la pandemia- a pagarle al propio Fondo Monetario, sino solo el abandono de una impostura.
El costo de este saqueo de divisas se expresa por supuesto en la caída de la inversión y la contracción de la economía argentina, y está en la raíz de la desvalorización del peso. La política de contener una corrida al dólar sobre la base de endeudar al Tesoro con tasas cada vez más altas explica el crecimiento de la hipoteca, pero también repercute en el déficit cuasi fiscal que se expresa en los pasivos del Banco Central. El stock de Leliq y pases equivale nada menos que al 95% de todas las reservas internacionales brutas del BCRA, medido al tipo de cambio oficial. Por esta usura el gobierno lleva pagados en 2021 más de 660.000 millones de pesos en intereses a los bancos.
En resumen, el rescate de la deuda externa no resuelve los problemas de la economía nacional sino que los agrava, porque constituye un mecanismo de todo un régimen de saqueo de las riquezas del país. El boom sojero, como vimos, no obedece a mayor inversión; al igual que las petroleras, los pulpos de los agronegocios exigen como condición… libertad para repatriar sus dividendos hacia sus casas matrices. Mientras tanto, se aseguran el acceso a divisas reforzando las operatorias fraudulentas de subfacturar exportaciones o triangular la mercadería en los países vecinos, mediante el ventajoso complejo de puertos privados y la extranjerizada Hidrovía.
Los capitalistas nacionales son socios del saqueo, al punto que no solo fugan buena parte de sus ganancias sino que la invierten en bonos de deuda pública, convirtiéndose en acreedores de la propia nación. Por lo demás, también encaran una monumental deuda con el exterior (incluyendo fraudulentos autopréstamos de filiales extranjeras), que demandarán durante el período electoral unos 2.000 millones de dólares, sumando presión a las reservas en la época en que finaliza la liquidación de la cosecha gruesa.
Carece entonces de sentido la imputación que hace el discurso oficial acerca de la «pesada herencia» macrista, tanto porque honra todos los compromisos usurarios con el capital financiero como porque en lo esencial continúa el mismo ritmo de hipotecamiento del país. Es el parasitismo de toda una clase social, y de sus representantes políticos que se alternan en el poder, lo que oprime las posibilidades de un desarrollo nacional.
La tribuna de denuncia montada por el Partido Obrero en las puertas del Banco Central para repudiar el pago al FMI, en el marco de una campaña electoral en la que el Frente de Izquierda Unidad defiende abiertamente el no pago y la investigación de la deuda externa, constituye un pilar de todo un programa de reorganización social para cortar de cuajo con este régimen de hambre y saqueo.
Iván Hirsch
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