Se sabe que es una variante de una infectividad muchas veces superior a las otras, lo que permite prever un ascenso en pico u ola de contagios, de internaciones y consecuentemente de fallecimientos. Si bien la experiencia de los países del hemisferio norte que sufrieron -y sufren- esta variante indica que las formas graves y muertes fueron comparativamente menores, se trata de países que, como Israel o Gran Bretaña, tienen más de 70% de su población vacunada con dos dosis. No es el caso de Argentina que no llega al 30%. Dato fundamental, porque para esta variante las vacunas en uso en el país tienen una efectividad de 30% a 40% para una dosis, por lo que es una indicación formal la vacunación completa para una inmunización aceptable.
La vacuna, te la debo
La Ministra Nacional de Salud, Vizzotti, estableció una meta para agosto de un 60% de vacunados con dos dosis de la población de riesgo. Quirós, ministro de la CABA, plantea que con un 50% de la población total con vacunación completa, hoy en un 40%, se puede enfrentar esta variante. Está claro que bajan una vara que estándares internacionales colocan en 80 o 90% de la población con las dos dosis.
La vacunación en el país avanza a los barquinazos al ritmo de las entregas de a puchos, con un cuello de botella particular en la provisión de segundas dosis para cubrir por lo menos a 4 millones de mayores de 50 años vacunados con la primera y a la espera de la segunda. La demora en la entrega, que se concentra en la Sputnik V y en la AstraZeneca, evidencia un manejo torpe y doloso del gobierno, en un caso por obviar las previsibles dificultades de la distribución de Rusia y en el otro por favorecer a laboratorios de amigos -mAbxience de Hugo Sigman y sus negocios con Slim en México- que ha entregado menos de la mitad de dosis ya pagadas.
La cabeza en la boca del tigre
Pero con la vacunación no es suficiente. La altísima velocidad de difusión de esta variante exige mantener las medidas de prevención para mitigar la circulación. También aumentar la detección con aislamientos y la secuenciación para circunscribir casos y zonas de infección con Delta, procedimientos muy escasos en el país. La experiencia muestra que países como EE.UU., Israel o Inglaterra recaen con un aumento significativo de casos y han retomado medidas preventivas, luego de haber eliminado casi la totalidad de las restricciones y festejado “el día de la libertad” bajo la presión del establishment capitalista.
A pesar de estas evidencias y el cuadro preocupante que nos amenaza, el gobierno nacional, como los provinciales, sean del oficialismo o de la oposición, están en una carrera por la eliminación total de todo tipo de restricciones, incluyendo las limitaciones en el uso del transportes, la liberación de las clases presenciales, del turismo y hasta la autorización de espectáculos públicos masivos. La máxima expresión de esta conducta temeraria es la autorización a las patronales privadas y a la administración pública para convocar al trabajo a la población de riesgo -adultos mayores, embarazadas y pacientes con comorbilidades- vacunados con solo una dosis. Esta medida que trasgrede los criterios básicos de prevención, especialmente ante variantes como la Delta, es muchísimo más grave y de alcance infinitamente mayor que el cumpleaños de Fabiola en Olivos. Sin embargo no ha producido denuncia penal alguna, sino beneplácito de los cambiemistas, en ese punto no hay grieta. Es fundamental que los gremios la rechacen.
¿Suicidas? No, capitalistas
La contradicción en sus términos, entre gobiernos que eliminan medidas preventivas elementales de salud pública, al mismo tiempo que sus funcionarios advierten sobre la inminencia de una tercera ola, solo se explica por una subordinación total a los dictados de la clase capitalista y a las necesidades electorales de quienes quieren mostrar un falso cuadro de “pospandemia”.
Si no es en las Paso, en noviembre se votará en pleno exacerbamiento de la pandemia y, una vez más, el mayor costo recaerá en el personal de salud y en los sectores más pobres y desprotegidos de la población. En la coyuntura electoral, hay que decirlo, la única corriente política que denuncia la negligencia criminal de oficialistas y opositores y propone todo un programa de salud pública para combatir el flagelo, es el Frente de Izquierda – Unidad.
Sergio Villamil
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