lunes, 13 de mayo de 2019

Qué fue el Pacto Social que CFK pone como ejemplo



En la reciente presentación de su libro autobiográfico en la Sociedad Rural, Cristina Fernández de Kirchner precisó que el modelo de contrato social que promueve en el tramo más programático del libro se modela en el pacto social que implementó Perón en su tercer gobierno junto a su ministro de Economía José Ber Gelbard. Conviene revisar en que consiste el antecedente histórico que CFK propone como salida a la actual crisis económica y social.
El 6 de junio de 1973 -hace 46 años- el gobierno de Cámpora, a través de su ministro de economía, Gelbard, firmó con la CGT (Rucci) y la central empresaria CGE (Bronner) el “Acta de Compromiso Nacional para la Reconstrucción, Liberación Nacional y Justicia Social”, rápidamente denominado como el “Pacto Social”. Lo más destacado de este Pacto -junto a algunas medidas crediticias y de subsidios en apoyo a las patronales- era el congelamiento de precios y salarios y la suspensión de paritarias por dos años.
Los precios sólo podrían aumentar en el futuro si las patronales demostraban que tenían mayores costos. Pero los capitalistas desde las elecciones del 11 de marzo venían aumentando los precios a todo vapor, previniéndose de un futuro congelamiento. La Nación (12/5/19) reconoce que amplios sectores patronales “habían logrado adelantarse… haciendo importantes ganancias”. Mientras los salarios recibían un módico aumento que apenas alcanzaba a recuperar lo perdido en los últimos meses, pero no la rapiña efectuada por la dictadura militar de Onganía-Lanusse. La Nación concluye que “Aunque los sindicatos tenían expectativas mayores, en 1973 había aceptado un moderado aumento salarial… mientras que los empresarios… pensaron que la opción Gelbard era razonablemente aceptable ya que tenía detrás a Perón, el único que podía disciplinar a las fuerzas…” (ídem). Toda la clase capitalista -la UIA, la Sociedad Rural, etc.- adhirió entusiasta a la firma de la CGE del Pacto Social.

Las ilusiones democráticas en el movimiento obrero

Después del Cordobazo de 1969 se planteó una situación revolucionaria en la Argentina y un fuerte ascenso combativo del movimiento obrero. Este crecía de manera irrefrenable a pesar de la represión dictatorial. Las Fuerzas Armadas y el conjunto de los partidos burgueses montaron un operativo de contención -conocido con el nombre de Gran Acuerdo Nacional (GAN)- para comprometer a Perón y al peronismo en una salida ‘institucional’ condicionada.
El triunfo electoral justicialista (11/3/1973), sin embargo, no significó un apaciguamiento de la lucha de clases. Los trabajadores con la ilusión de que asumía un gobierno peronista popular (echado por el golpe gorila de 1955) incrementaron más aún su movilización, creyendo que se estaban anticipando a la recuperación de salarios y conquistas avasalladas por la dictadura. Huelgas, movilizaciones y ocupaciones fueron imponiendo en las fábricas -al margen de a burocracia sindical que se comprometía con el Pacto Social a estabilizar la situación- el triunfo de sus reivindicaciones. Al calor de estas luchas crecían también la recuperación de comisiones internas, cuerpos de delegados y sindicatos por activistas antiburocráticos y clasistas contra la burocracia sindical peronista.
El gobierno de Cámpora y la burocracia sindical estaban sobrepasados por una creciente movilización de masas y el desarrollo de la izquierda en los sindicatos. Esto llevó al golpe militar-parlamentario que terminó con Cámpora y llevó a Perón a la presidencia.

Pacto Social viene con represión

Perón vino a frenar la lucha obrera e imponer el Pacto Social. Para ello lanzó todo un andamiaje de leyes regimentadoras del movimiento sindical y represivas dirigidas contra las luchas de masas. Apenas asumió sacó la nueva Ley de Asociaciones Profesionales destinada a fortalecer a las burocracias sindicales y su relación con el Ministerio de Trabajo, contra la democracia sindical y las expresiones combativas e independientes del movimiento obrero. Esto fue acompañado por un conjunto de leyes represivas (modificación del Código Penal, etc.) contra el activismo y las luchas de los trabajadores.
Pero incluso esto no alcanzaría: Perón apeló entonces a la represión paraestatal con la creación de las Triple A -donde jugó un papel protagónico la burocracia sindical- destinada a eliminar delegados, dirigentes y trabajadores combativos y de la izquierda.

La crisis del Pacto Social

El Pacto Social tenía como uno de sus objetivos declarados lograr a través del congelamiento de precios y salarios la baja de la inflación. En el transcurso de 1973 se logró reducir esta del 60 al 17% anual.
Pero las patronales -alegando mayores costos- empezaron al principio tímidamente y luego más firmemente a aumentar los precios. Y los trabajadores, al margen y en contra de las burocracias sindicales, a arrancar con su lucha fabril aumentos y diversas conquistas en las condiciones de trabajo.
El periódico Política Obrera (antecesor de la actual Prensa Obrera) titulaba en su tapa (7/12/1973): “Sierra Grande, Terrabusi, Cristalux. LOS COMBATES OBREROS QUIEBRAN EL PACTO SOCIAL”, señalando la creciente “generalización de los reclamos”.

La crisis mundial

Durante la primera etapa de 1973 los precios internacionales de los productos agropecuarios para exportación estuvieron en alza, lo que sumado a una extraordinaria cosecha, significó un ingreso importante de divisas. Pero, a fines del 73 estos precios agrarios cayeron y la llamada “crisis del petróleo” significó un estímulo extraordinario de la inflación externa por el mayor costo de las importaciones. Diversas cámaras patronales pidieron subsidios y aumentos de precios para compensar este aumento de costos en materias primas y elaboradas y maquinas utilizadas para la producción.
Cuando no eran autorizados sus pedidos de incremento, las patronales desabastecían las góndolas de venta de sus productos y crecientemente solo se conseguían en un naciente ‘mercado negro’ a precios mayores.
Esta situación llevó a la burocracia de la CGT a solicitar al ministro Gelbard un aumento salarial del 20%. El gobierno de Perón-Gelbard intentó tapar la realidad maquillando las estadísticas con una menor carestía, como hizo el INDEC bajo los gobiernos kirchneristas: “Como el Pacto Social determina que el reajuste salarial depende de que la Comisión de Precios verifique estadísticamente el aumento de precios, el Ministerio de Economía encontró como solución fácil la tergiversación de los índices” (Política Obrera 20/10/1973).
La negativa de Gelbard llevó a que Perón mismo laudara en un aumento general de salarios del 13%, harto insuficiente, en marzo de 1974.
Pero ya el Pacto Social estaba haciendo agua: las patronales aceleraban los aumentos de precios, el desabastecimiento y el mercado negro; y los trabajadores sus luchas desde las fábricas por aumentos que permitieran defender sus condiciones de vida.

Una maniobra bonapartista antiobrera

El 12 de junio, amagando incluso con su renuncia, Perón llamó por cadena nacional, a defender contra la izquierda y la derecha el Pacto Social. La burocracia cegetista convocó de inmediato a un paro con abandono de fábrica y marcha a la Plaza de Mayo para apoyar a Perón.
Fueron menos de 100 mil trabajadores cuando la tradición peronista contabilizaba concentraciones de cientos de miles. Perón adelantó un doble aguinaldo y amenazó a empresarios (derecha) y a trabajadores (izquierda) con mano dura.
El 1° de julio Perón fallecía y su esposa y vicepresidente lo continuó en el gobierno defendiendo el Pacto Social. El gobierno de Isabelita mantuvo el congelamiento salarial y la postergación de las paritarias, reforzando esto con crecientes acciones represivas policiales y parapoliciales. Nuestros compañeros Fisher y Bufano, delegados de la fábrica Miluz, fueron secuestrados y asesinados, como cientos de compañeros, por defender el salario y conquistas de los trabajadores de la pintura.
En marzo de 1975 un fuerte operativo policial-militar-parapolicial puso bajo asedió el pueblo de Villa Constitución para quebrar a la dirección combativa de los metalúrgicos que habían recuperado su sindicato expulsando a la burocracia sindical. Despidos, lock out, asesinatos, detenciones, etc. se ensañaron contra los metalúrgicos y el pueblo ampliamente solidario (ver nota En Defensa del Marxismo N° 52: “El Villazo. Un análisis desde una perspectiva clasista”).
Pero el Pacto Social estaba fundido, Gelbard presentó la renuncia en octubre de 1974 y los nuevos gabinetes continuaron con crecientes medidas de ‘ajuste’: devaluación del 50%, tarifazos, etc.

El PC y Montoneros apoyaron el Pacto Social

El PC apoya el Pacto Social considerándolo como “anti-oligárquico” y “anti-imperialista”, en defensa de la burguesía nacional (Prensa Obrera 27/7/1973).
Montoneros también. Firmenich en un masivo acto de la JP, saludó que “el Pacto Social formaliza la alianza de clases” (Política Obrera 8/9/1973). Para el líder montonero era una alianza “antiimperialista”. Cuestionaba que la representación obrera estuviera representada por la burocracia sindical cuando debía estar presente la conducción Montonera. Era un apoyo directo al plan de contención y regimentación de Perón.

Las paritarias en el centro de las crisis

El hundimiento del Pacto Social no significó que el gobierno peronista convocara a las paritarias.
Como antecedente tenemos que la dictadura de Onganía en 1966 había prohibido las paritarias, lo que fue reafirmado por su ministro Krieger Vasena en 1967, junto con la intervención militar de un conjunto de sindicatos. Después del Cordobazo de 1969, la dictadura para echar lastre convocó a paritarias pero con topes salariales previamente fijados y sólo para discutir algunas condiciones laborales.
Como hemos visto, con Cámpora y Perón con el Pacto Social de 1973 volvieron a postergar las paritarias por dos años (hasta junio de 1975).
La burguesía quería impedir paritarias libres por temor a que estas se transformaran en un canal de irrupción de las masas trabajadoras con sus reivindicaciones salariales y conquistas laborales postergadas.
En junio de 1975, el gobierno peronista de Isabelita largó el ‘Rodrigazo’ (por el sucesor de Gelbard en Economía, Celestino Rodrigo) pretendiendo anular las paritarias e imponiendo un shock de ajuste (devaluación de más del 100%, tarifazos del 100 al 200%). Esto dará lugar a la huelga general más importante de la historia nacional, que se irá extendiendo desde abajo, constituyendo coordinadoras sindicales. La huelga solo consigue ser levantada el 9 de julio tras la obtención de los reclamos obreros que hacen trizas el ajustazo rodriguista.

Gelbard: el modelo de CFK

José Ber Gelbard participó del primer gobierno peronista como dirigente de la CGE. Fue uno de los artífices del llamado “Congreso de Productividad” que la CGT, la CGE y el gobierno de Perón convocaron en 1955 para ‘flexibilizar’ los Convenios Colectivos de Trabajo, introduciendo clausulas de ‘productividad’-superexplotación y disminuyendo el peso de las comisiones internas y cuerpos de delegados en favor de las burocracias sindicales sostenidas por el ministerio de Trabajo. (Ver En Defensa del Marxismo, julio de 1996, “Perón y la flexibilización laboral). Fue un intento de Pacto Social impulsado por los mismos actores que lo concretarían en 1973.
En 1966 lo tenemos a Gelbard de nuevo apoyando junto a Perón el ascenso de la dictadura de Onganía y luego, ante su crisis, “fue el principal hacedor del pacto Perón-Lanusse en 1972 (Página 12 12/5/19). Este matutino K se jacta de que Gelbard “era un hombre confiable para los servicios secretos israelíes, para el departamento de Estado norteamericano y para el Kremlin”. Gelbard realizó todas estas tareas como miembro orgánico, aunque secreto, del Partido Comunista Argentino.
El Pacto Social entrañaba la doctrina de la “conciliación de clases” entre patrones y obreros. Lo cual es imposible, porque el capitalista vive del acrecentamiento constante de su tasa de ganancia que surge de la superexplotación creciente del trabajador (plusvalía). En el proceso desarrollado con el Cordobazo resurge en el movimiento obrero las tendencias clasistas, a la independencia de clase que son las que enfrentaron el Pacto Social destinado a contener el ímpetu reivindicativo de las masas en ascenso y lucha.
El Partido Obrero (Política Obrera) se enfrentó entonces al Pacto Social. Hoy continua esta lucha por paritarias libres y por la independencia sindical y política del movimiento obrero en el marco del frente único del Plenario Sindical Combativo y del Frente de Izquierda.

Rafael Santos

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